Gusano y mariposa

Su corazón dio un vuelco y deseó, para sus adentros, que aquella sensación de furia que le invadió durante unas escasas décimas de segundo no se hubieran reflejado en sus pupilas cambiantes. Apretó levemente su brazo antes de contestar, sin dejar de mirar al frente.

-Veda, no vuelvas a compararme con ese conejo rosa, por favor. Es muy desagradable...

-Solo era una apreciación matemática. Me gustan los números... -Las palabras fueron muriendo lentamente a medida que las iba exhalando, como la llama de una vela que evapora el último resquicio de cera impregnado en su mecha.

Después de aquello, el silencio, denso y pesado, casi ruidoso, envolvió el aula y a maestro y alumna, que seguían inmóviles como estatuas.

Friedich inspiró con lentitud para luego dejar escapar el aire lenta y silenciosamente. No debía hablarle así a ella, al fin y al cabo, aquellas declaraciones no iban con ninguna maldad. O quizás, precisamente por ello, aquellas palabras le habían molestando tanto.

La ingenuidad hiriente.

La inocencia que comete crímenes.

-Veda, vamos a ver a Turul.- Propuso el profesor al fin irguiéndose de su improvisado asiento.- Podemos tomar una infusión los tres...

A él tampoco le vendría nada mal una breve visita a la enfermería. Un lugar tan relajante que, en ocasiones, le llegaba a provocar ansiedad...

Veda se levantó, cogió sus cosas bajo el brazo y se puso junto a su profesor. Le parecía bien la idea de ir a la enfermería y tomar infusión. Lo miró a los ojos.

"¿Gusano o mariposa?" Pensó.

Se aproximó hacia él. Elevó la mano y buscó la de von Gottlieb, que dio un respingo involuntario, pareciéndole notar a través del cuero de sus guantes la inusual frialdad de la piel de Veda.

-Crisálida.

Tras aquel primer respingo, el profesor dejó la mano tal cual estaba, dándole a entender a veda que no le importaba que ella tuviera ese pequeño, minúsculo acercamiento con él. Lo cierto era que la chica estaba logrando hacerle sentir amenazado, pero el saber que no eran ataques que conllevaran una intención concreta, su mente no reaccionaba de la manera habitual.

Inspiró y expiró con lentitud, dejando que la mano de la chica reposara suavemente sobre la suya mientras caminaban.

-Sí, Veda, crisálida...- Respondió con voz grave.- Como todos.