THIS IS HALLOWEEN!! THIS IS HALLOWEEN!!

Cogió rápidamente al pequeño bicho antes de que Zhen los desgarrase o simplemente algo peor. Pero en cuanto cogió del trajecito, esté se revolvió para intentar escaparse o intentar morder la mano de Kyo…

-¡Qué coño…!

kyo hizo un movimiento brusco para evitar una dentada del animal. Este salió disparado por los aires sin
el trajecito que todavía sujetaba Kyo.

-¡Chlotis!

El pequeño chico salí corriendo a por su animal, que aterrizó entre unos cuantos chicos bailando ya de una forma un tanto provocativa. Vio como el chico se tambaleaba y se caía por el ciego que llevaba.

-Bueno, por lo menos se va con la pequeña erección….

Stephan, o mejor dicho Ran, buscó con la mirada por dónde andaría Tristan. Se inquietó bastante al no ver ni rastro de su compañero, teniendo en cuenta su llamativo disfraz. Al fin a ras de suelo halló tirado a su tengû.

-¡Hey! ¿Estás bien? -Preguntó el chico travestido. Un balbuceo salió de aquellos húmedos labios. Se apartó loa máscara para oler y efectivamente el aroma del lovage se coló en sus fosas nasales. Rebuscó entre las telas estampadas de su traje y sacó un pequeño trozo de bezoar, introduciéndoselo en la boca. -Chúpalo un rato y luego guárdalo y se te pasará el mareo, ¿vale?

No le costó intuir quiénes fueron los causantes de que las bebidas estuviesen contaminadas por una broma de mal gusto, ya que eran los únicos que parecían demasiado despiertos y activos en toda la zona del alrededor de la ponchera. Iba a hacer algo al respecto, pero prefirió antes acercarse y cantarles las cuarenta. La chica del cabello blanco se alejó antes de que él llegase, así que se situó frente al chico que llevaba en la mano las ropitas de Chloris. La sangre le hirvió, pero decidió mantener la compostura. Total, no era nada peligroso, solo eran un par de tarados que estaban jorobando al personal para poder juguetear y quedar como reyes. Casi nada, ¿no? ¡Anda y que no!

-Oye, tú. -Dijo Stephan sin olvidar su voz femenina. En ese momento pensó que si la de pelo blanco volvía serían dos contra uno, y no le gustó. Aprovechó la distracción de esta para agarrar de la mano al chico y llevárselo tras las cortinas para hablar sin ser vistos.


Manos indiscretas

Eveline volvió a un lugar cercano a donde había encontrado a Ran, sólo a tiempo de ver cómo ésta se iba de la mano de un chico a uno de los rincones íntimos, apartados por cortinas.

"Si que tienes prisa, Ran..." Pensó divertida al verlos desaparecer entre la gente. Miró el brillante contenido violeta de su copa, moviéndolo en círculos. Seguía preguntándose a qué se había referido la oiran con lo de las bebidas. Sólo esperaba que nadie se hubiese atrevido a estropear la fiesta que tanto trabajo le había costado organizar adulterándolas.

Se sentó sobre el reposabrazos de un sillón, un tanto ensimismada y enfurruñada. Estaba un poco aburrida, y no tenía ningunas ganas de ir a por chicos como la mayoría de las allí presentes.

Estuvo a punto de llamar a Stephan por su nombre para que se quedase con él y lo sacase de ese sitio, pero se detuvo a tiempo. Antes de entrar, le había advertido de que no lo hiciera para que no se descubriese su disfraz.
El bezoar hizo rápidamente efecto, el mareo había desaparecido y casi se sentía capaz de volver a ponerse de pie, si es que lo lograba con esos zapatos. Quedarse sentado en el suelo no parecía mal plan, pero estando prácticamente en medio de la pista de baile...

- ¿Chloris? - murmuró, tras haberse sacado la piedrecita de la boca. - Venga, quiero irme a dormir...

Una bola de pelo rosa apareció entre las piernas, ya no tan firmes y seguras, de los bailarines, alargando su lengua hacia esa piel al descubierto.

- ¡Chloris, no! ¡Eso no se hace!

Una chica chilló cuando notó el lametón del Puffskein e, instintivamente, se echó hacia atrás, golpeando a Tristan, que seguía en el suelo. Éste, sin embargo, logró coger a su mascota antes de que fuese a causar más revuelo y la deslizó entre los pliegues de la ropa.

"¿Y ahora cómo se sale de aquí?" se preguntó, mirando a un lado y a otro.

Alguien había chillado. Un chillido agudo y estúpido que le hizo levantar la mirada hacia la pista de baile. En una fiesta como aquella podían oirse muchos ruidos raros, pero no aquel tipo de chillidos. Lo primero que se le pasó por la cabeza es que alguien estaba haciendo de las suyas. En su fiesta. La que tanto trabajo le había costado preparar. Oh, no. Eso sí que no. Como si no tuviese bastante con las sospechas que Ran había lanzado sobre las bebidas.

Se levantó con un resoplido y se encaminó hacia allí, sin que se notase su impaciencia. No tardó mucho en encontrar al tengû que acompañaba a Ran antes en el suelo. Quizás había bebido demasiado y no era capaz de levantarse sobre sus altas getas. Tenía que ir con cuidado de no irse demasiado de la lengua, ella no debía saber nada de tradición japonesa aquella noche. Sólo era un tipo raro vestido con un extraño kimono y una máscara que daba miedo.

-¿Necesitas ayuda? -Preguntó con una sonrisa, mientras le tendía la mano para ayudarlo a incorporarse, sujetando la fina copa con la otra.- Tiene que ser difícil caminar con algo así en los pies, ya no digamos bailar.

- ¿E-Eh?

La chica con la que se había marchado antes Stephan le estaba ofreciendo la mano para levantarse. Detrás de su máscara, se puso rojo hasta la punta de sus pelos pelirrojos.

- N-No, n-no, si yo... yo no b-bailo... - contestó entrecortadamente, intentando ponerse de pie por su cuenta. - M-Me resbalé...

Sin embargo, una vez en el suelo, era incapaz de manejarse con las getas, como las había llamado Stephan al dárselas y hacerle practicar con ellas. Se agarró finalmente de la mano de la chica, sintiéndose arder de vergüenza.

- G-G-Gracias...

-No hay de qué, no me extraña que resbalases con tales cosas -dijo mientras daba un pequeño tirón para ayudarlo a levantare. No sabía quién era aquel supuesto fan de las tradiciones japonesas, pero estaba claro que no tenía mucha práctica con las getas, debería haberse buscado algo más sencillo y cómodo si quería divertirse en una fiesta como aquella. Además balbuceaba y tartamudeaba, pero por la voz no parecía que fuese fruto de la bebida. ¿Un chico tímido en un lugar como aquel? Encantador, pero poco probable.

-Pero si no bailas... ¿qué haces en la pista de baile? -le preguntó una vez el chico estaba en pie.

- B-Bueno... en realidad s-se me había caído... s-se m-me había c-caído algo...

Stephan le había recomendado que no descubriera su identidad de ninguna manera y estaba seguro que decir el nombre "Chloris" entraba en la definición de "descubrirse". Si sabían que había estado allí, tendrían un motivo más para reírse de él...
El Puffskein se revolvió bajo el kimono. Teniendo una oportunidad así para campar a sus anchas, lo que menos quería era estar oprimido bajo la tela.

- Ya m-me iba, d-de todas f-formas... - murmuró Tristan, haciendo lo posible para que su animalito no volviera a salir. - L-Lo siento p-por haberte molestado...

-¿Por qué tanta prisa? -el chico quería salirse por la tangente y eso podría ser por cualquier cosa, pero siempre resultaría sospechoso- La fiesta acaba de empezar, como quien dice. Mañana no hay clases así que puedes trasnochar todo lo que quieras, y las cosas apenas están empezando a ponerse interesantes. Además, cuanto antes te vayas más posibilidades tienes de que algún profesor te pille merodeando por los pasillos.

Dijo todo eso con aire de inocencia, como quien no quiere la cosa. Después de todo eran un chico y una chica que estaban solos en una fiesta, y se encontraron por casualidad. Si era el tipo de persona que va a lo que va en ese tipo de fiestas, irse ahora sería lo menos conveniente para él, así que resultaba muy raro. El chico intentó balbucear algo, sin duda algún tipo de excusa, pero entre la música y la máscara sus balbuceos quedaron amortiguados. No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que estaba nervioso, así que ir de chica amable le convenía más que ir de agresiva o pícara.

-Ya que no bailas... ¿No te gustaría tomar una copa o alguna de estas... err... extrañas chucherías?

Negó enérgicamente con la cabeza. Después de la copa que le había dado de beber, no pensaba tomar absolutamente nada en aquella fiesta. Solamente quería irse a su cuarto lo antes posible, aunque lo que había dicho la chica era cierto, los profesores estarían haciendo guardia y, con la suerte que tenía, estaba seguro de que lo pillarían.

- G-Gracias, pero no t-tengo hambre, de v-verdad... - respondió en un susurro. - Es s-solo que no... no m-me encuentro m-muy bien...

¿Por qué estaba insistiendo tanto en que se quedara? Esa chica lo intimidaba, aunque no era de extrañar, CUALQUIER chica lo intimidaba y nunca había mantenido una conversación de más de un minuto con una.

"Stephan está tardando mucho..."

- E-Estoy esperando a un am-... A-A una a-amiga, s-sí, sí... Volverá e-en un m-momento...

Eveline llegó a la conclusión de que aquel chico era simplemente raro y para colmo novato. O sea, estaba rechazándola así sin más, diciendo que prefería esperar a su "amiga" que seguramente no era otra que Ran. Y sin embargo en aquel tipo de fiestas, la gente no venía con una compañía fija, para eso era mucho mejor quedarse en el cuarto de uno. En realidad a Eveline Evans le encantaría quedarse en su cuarto leyendo un libro.

Pero aquella noche no era Eveline Evans, y a pesar de ello seguía teniendo las mismas responsabilidades para con aquella fiesta que cuando lo era. Si Ran no aparecía en un rato, ese chico se iría por su cuenta, y dada la hora que era comprometería a media escuela si lo encontraban merodeando por los pasillos y con esas pintas.

-Está bien. Ya que te encuentras mal, haremos esto: yo te acompaño a una de esas mesas apartadas -dijo señalando con la cabeza a una mesa vacía-. Te sentarás y estarás mucho mejor que aquí en medio entre tanta gente. Si quieres puedo esperar a que aparezca tu "amiga" contigo, pero no más de veinte minutos, porque si tarda ese tiempo es que no va a volver. Así la gente no se acercará a tí a molestarte, ¿te parece bien?

El pelirrojo asintió, rezando para que Stephan no tardara mucho más en volver y pudiera sacarlo de allí, ya que aunque la chica ahora no pareciese tener malas intenciones, después de su experiencia anterior, prefería pasar el menor tiempo posible en su compañía.
Ambos se sentaron en la mesa y la joven llevó consigo la copa, que Tristan miró con recelo. No sabía lo que le habían hecho exactamente a su bebida (las Pociones no eran su fuerte, aunque, ¿había algo que sí se le diera bien?), ni si le habían hecho lo mismo a todas las poncheras, pero de lo que sí estaba seguro era de que sus efectos no eran muy agradables.

- N-No deb-berías b-beber e-eso... - murmuró el chico, señalando la bebida de su acompañante.

-¿Esto? -preguntó haciendo un gesto con la copa en la mano- No te preocupes, no me hará daño, ¿o no te has dado cuenta de que me está durando demasiado para ser un cóctel tan pequeño?

Volteó la mirada hacia la pista de baile, que a aquella hora ya se había convertido en la pista de magreo. Algunos incluso parecían hacer algo más que meterse mano. Era una visión que le subiría los colores a cualquiera. Por suerte Eveline sabía controlarse bien.

-Mucho me temo que nuestros queridos prefectos van a tener bastante trabajo buscando a los culpables de esto -aquello se había descontrolado por completo, y alguien tendría que pagar por el estropicio-. A mí me da igual, siempre que después los profesores no me pillen por los pasillos por culpa de alguno de esos idiotas... -Lo peor de todo, era que sería mucho más fácil pillar a los alumnos en su vuelta a los dormitorios si se encontraban en ese estado y perdían la poca prudencia que tenían, y no quería ni pensar en qué pasaría si se daba el caso.

-Eso que has dicho es bastante feo, ¿no te parece?- La voz de Aaron resonó a la espalda de ambos estudiantes quienes se giraron velozmente para reconocer al muchacho que se les había acercado sin que ninguno de ellos se hubiera dado cuenta.- Lo siento, no va conmigo meterme en conversaciones ajenas, pero ya me parecía que eras los únicos cuerdos que quedan por aquí.

El prefecto se acarició la nuca mientras exhalaba un suspiro molesto.

-La fiesta se está desmadrando demasiado, ¿no creéis?- En aquel momento, el ucraniano reparó en la forma en que ladeaba el cuerpo aquel chico disfrazado de... ¿bicho con nariz gigante roja? A saber.- Oye, ¿te encuentras bien?

- ¿Eh? ¿Y-Yo? - se señaló con el dedo. - B-Bueno, yo... S-Sí, sí... Estoy p-perfectamente...

Empezaba a preocuparse cada vez más. Stephan no volvía y no dejaban de acercársele extraños, aunque los dos últimos parecían mejor intencionados. Quería volver al dormitorio pero no podía irse sin más, había dicho que esperaría.

- S-Solo estoy esperando a-a una p-persona... - murmuró, retorciéndose las manos.

Estaba asustado. Seguramente la chica se marcharía con el que acababa de llegar y se quedaría allí solo con todos esos desconocidos.

- V-Volverá e-en seguida...

"Mierda..."

Eveline no era el tipo de persona que decía palabras malsonantes. En una situación más normal diría "maldita sea" o "no puede ser". Pero en aquella ocasión fue lo único que pasaba por su cabeza cuando Aaron se acercó a ella. Su mayor temor cumplido. Si al menos se hubiese cubierto la cara como debía ser, no se pondría tan nerviosa delante de él, porque ni siquiera sabría que era él.

-No deberías irte tan pronto -le dijo al Tengu sin perder su tono meloso, pero mirando a su vez a Aaron con cierta picardía. No debía dejarse asustar o terminaría por descubrirla-, no sé si te has dado cuenta, pero este... "hombre" es el prefecto de séptimo. Y creo que sospecha de nosotros. Yéndote así sólo harás que sospeche más.

No era nada mentira. Pero además estaba el añadido de que le daba pavor quedarse a solas con Aaron en aquella situación.

Aaron arqueó una ceja con una mezcla de sorpresa y molestia que, al estar su rostro semioculto por la máscara, le daba una expresión extraña y difícil de descifrar.

-Veo que pillas las cosas al vuelo. Sí, soy el único prefecto que da la cara ahora mismo y vosotros los únicos sobrios así que me gustaría que me dijerais si sabéis algo sobre esto.- El ucraniano señaló con el pulgar por encima de su hombro a la multitud que parecía estar demasiado ocupada como para reparar en nadie que estuviera más lejos de lo que podían alcanzar sus extremidades.- Bueno, tu te libras un poco por la forma que tienes de dar vueltas sobre tu propio eje rotatorio.- Espetó el vampiro con sorna mirando al extraño duende.

- ¿E-Eh? ¿Yo? P-Pero...

Era el primero que había sufrido las consecuencias de esa broma pesada y ahora un prefecto sospechaba de él. A cada minuto que pasaba se arrepentía más de haber accedido a ir.
No quería meterse en más líos, pero tampoco estaba seguro de poderle contar lo que había ocurrido. ¿No le pondría en una situación aún peor?

- No sé... A-Alguien echó a-algo e-en el p-ponche... t-tal vez...

-Me duele que sospeches de mí, Aaron -dijo poniendo morritos. No era nada raro que las chicas conociesen los nombres de los chicos guapos del colegio. Sobretodo siendo prefectos.

-Simplemente dio la casualidad de que me serví una copa antes de que alguien alterase las bebidas. Y más tarde me encontré con este... chico, o lo que sea. Estaba pensando en irme... pero me da un poco de miedo irme sola, no quiero que me pillen por los pasillos... Sé que no me creerás así como así, pero no tengo nada que ocultar.

Le mostró la copa que tenía en la mano, como diciéndole "compruébalo tú mismo".

-Tienes razón, no te creo.- Espetó el ucraniano con una sonrisa algo burlesca.- Porque si la cosa es como dices, suena demasiado bueno para ser verdad y demasiado conveniente para ti...

El moreno echó una ojeada rápida a su alrededor, recapacitando en que hacer en semejante situación ya que UN PREFECTO no podía hacerse cargo de TANTOS ESTUDIANTES a la vez, por muchas habilidades vampíricas que él tuviese. Suspiró levemente y dirigió su atención, con esfuerzo gracias al escote que lucía aquella chica, al desconocido de la máscara rara.- Algo en las bebidas... ¿Lo has visto o lo has probado? ¿O acaso has visto a quien ha echado lo que sea en ellas? Créeme que no tengo ganas de ponerme en plan padre gilipollas, pero paso de que me caiga un marrón porque alguien ha decidido jodernos la fiesta, con lo que nos costó organizarla a Evans y a mí.

Salió de nuevo a la sala olivino y dio un repaso general en busca de Zhen. No la encontró.

En su lugar encontró una pista de baile llena de magreo y libertinaje… la noche
perfecta para cualquier adolescente atrapado en aquella escuela medieval; El precio pagar sería una buena resaca por la mañana.

“Una buena resaca… “

Se quedó pensando que iba a hacer en ese momento. Estaba alterado y se le había quitado las ganas de divertirse, ligar y desmadrar esa noche. Y para colmo no dejaba de pensar en aquellas palabras que le martilleaban la cabeza.

Empezó a caminar hacia las zonas de las bebidas mientras se colocaba la máscara.

Aunque le daba igual tener la cara al descubierto, no le gustaba mostrar que sus ojos podían cambiar de color. Cuando llego a la mesa, tomó un cazo de la ponchera y se llenó un vaso que se bebió de un buche. Se llenó otro vaso para darse un paseo por la sala.

Al darse la vuelta se chocó con algo que levitaba. Lo agarró con la mano libre y se fijó que era una manzana… una manzana bastante pasada.

“Bueno, supongo que después me entrará hambre… porque el efecto es casi inmediato…”

- B-Bueno... N-No sé qui-é-én puso eso e-en la b-bebida, p-pero... - empezó a retorcerse las manos. - Pero...

Se puso completamente rojo detrás de la máscara. ¿Cómo iba a explicar lo que había pasado? Y además, cómo se había recuperado tan rápidamente, ya que parecía que los efectos de la poción no desaparecían en seguida...

- M-M-Más o-o menos... c-como e-ellos... - señaló a la pista de baile. - E-Eso fue l-lo q-que me p-pasó...

Heller se escabulló de la pista de la baila mediante empujones y codazos, invadido por un sentimiento de impotencia que le hacía temblar de pies a cabeza. Sus puños iban cerrados y sus ocultos labios apretados bajo la máscara, mientras su paso se mantenía firme y violento. Ignoró por completo la feminidad con la que debía disfrazarse, pues era consciente de los demás estaban muy “ocupados” como para percatarse.

Se aproximó a una de las mesas repleta de cosas y apoyó las manos sobre ella. Ni miró que había sobre ella, lo único que le importaba en aquel instante era apartarse, alejarse de ahí y encontrar un lugar “seguro” donde poner en orden sus confusos pensamientos. Desde ahí muy quieto, observó el panorama, que degeneraba por cada momento que pasaba. La máscara con su bonita sonrisa ocultaba perfectamente la creciente expresión de asco que se dibujó en su rostro. Tensó el cuerpo.

Todo lo que hacía salía mal. Quería irse, pero todo el orgullo se lo impedía. Cerró los puños hasta clavarse las uñas en las palmas.

No sabía que hacer.

Stephan enseguida localizó a Tristan y, tras comprobar por enésima vez que su máscara estaba perfectamente colocada, se dirigió hacia él. Lo único que quería en esos momentos era salir de allí antes de que acabase con un ataque de nervios. Se acercó a su amigo con un nudo en el estómago por partida doble: uno por los remordimientos y otro del alivio al ver perfectamente reconocible a Aaron semi-enmascarado, temático de "El Fantasma de la Ópera" junto a él.

-Siento haber tardado. Tienes mejor color de cara.

Tristan se recolocó junto a Stephan. El chico travestido se aproximó a Aaron y, separó su máscara ligeramente para poder susurrarle al oído.

-Aaron. Sospecho quién ha sido.

El vampiro enseguida reconoció su aroma y su voz, pero su rapidez de reflejos quiso que no hiciera ningún gesto que delatase que sabía quien era, aun Stephan sabiendo que él lo sabía.

-El prefecto de sexto, con un cómplice que ya sí que no tengo idea. Mañana cuando nos veamos y te cuento. Por cierto, gracias por cuidar de mi acompañante. Vámonos anda. Ya te contaré.

Aaron asintió y Stephan agarró a Tristan para sacarlo de allí, reparando en todos los chicos y chicas que se apartaban a las zonas oscuras aquejados de mareos...

Mientras observaba como Stephan se marchaba arrastrando a aquella especie de elfo, duende o lo que dios fuera a saber, el ucraniano sintió como la presión de su cabeza aumentó hasta un límite alarmante.

-"¿Prefecto de sexto? ¿¿Kyo Saijonji?? Le voy hacer una cara nueva en cuanto lo pille, joder..." Nos hemos quedado solos, bueno, al menos somos los dos único que no estamos colocados ahora mismo.- Al vampiro no se le pasó desapercibido como muchos de los que los rodeaban comenzaban a quejarse de mareos o fatiga, y aunque era algo que solía ocurrir con frecuencia en las fiestas por el exceso de alcohol, algo dentro suya le estaba dando la voz de alarma.- ¿Y bien? ¿Piensas quedarte toda la noche fingiendo beber o me vas a explicar que está pasando aquí?- Al ucraniano no se le pasó por alto aquel muslo carnoso y pálido descubierto a un lado del vestido, pero debía intentar no mirar a su acompañante como si se tratara de un trozo de carne... de ninguna de las dos maneras.

Por otra parte, Zhen, quien había corrido hecha una fiera tras aquella bola de pelo rosada vestida de samurai, apartó a una pareja más acaramelada de la cuenta con tanto furia que casi los estampó contra la pared, aunque a ellos poco les pareció importar mientras no les cortara aquel baboso juego de lenguas.

-"¿Dónde coño se ha metido Saijonji?"- Se preguntó mientras se terminaba de retocar el rimel blanco de sus pestañas. Aquel lenguetazo le había dejado el ojo como un grano a punto de explotar y se había llevado parte del maquillaje.- "Como me vuelva a cruzar con esa mierda de bicho, me hago un ponche con su sangre como me llamo Zhen, hostia... ¿Uh?"

La morena reparó en una chica rubia, de pelo largo y vestida de ¿hada? que parecía estar pasándolo mal. Como su compañero de travesuras parecía estar en paradero desconocido, se acercó a la chica.

-¿Qué te pasa? ¿Una mala noche también?- Preguntó la enfermera albina con una mueca de desagrado y esperando que el escozor del ojo disminuyera. Ella que pensaba pasárselo bien...- ¿Te ha dado plantón tu chico?