Manos indiscretas

Stephan cerró la cortina tras ellos y encaró al chico que tenía enfrente suya. No podía olvidarse, a pesar de sus ganas de pegarle una torta, que era una oiran, una prostituta de lujo seductora japonesa. Debía conservar su vocecita, sus gestos insinuantes y su rol hasta el final. Eso no quitaba que estuviese de mala uva, punto.

-¿Y bien? Un apuesto caballero jugando tan sucio en una fiesta... Así te arriesgas a que te echen, y sería un desperdicio no pasarlo bien en toda la noche, ¿sabes? -La voz del chico travestido sonaba cantarina y angelical mientras dos dedos jugueteaban con las telas del chico.

“La caza de esta noche…”

Ya se había percatado Kyo de aquella pequeña oirán de cabellos rubios, pero en esta ocasión no se encontraba con la chica de cabaret… Ahora por lo visto las presas vienen solas.

Se fijó al detalle en su indumentaria, con estampados chillones, su obi hacia delante y su tocado fuera del tamaño normal. Una versión bastante más personalizada que el traje tradicional. Sin mencionar que había escogido rosa chillón para pintarse la parte inferior del labio.

Se soltó de la mano de la chica, que le agarraba con algo de tensión… muy diferente al dulce y sereno tono de su voz. Y esto le hacía pensar en dos cosas: que su actitud seductora podría ser peligrosa y que en ese momento desearía poder quitarle el obi de un tirón.

-¿Jugando sucio? Es curioso que me lo diga una chica vestida de oiran… así que… ¿a qué juegas tú, llamando tanto la atención?

-Supongo que a lo mismo que tú. -Respondió el chico travestido acariciándose sus propias manos para ocultar su nerviosismo. -Nos disfrazamos, nos ocultamos tras máscaras, adquirimos una nueva personalidad y hacemos lo que nos place sin consecuencias.

Sin consecuencias.

-Pero se supone que a este juego se juega con respeto y sin herir a los demás. Ya sabes el dicho de "no le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti".

Sonrisa amarga tras la maquillada kitsune de papel.

-Así que tú y tu acompañante, la enfermera despampanante de pelo blanco, os habéis pasado el respeto por vuestras partes indecorosas. ¿Os gustaría ser vosotros las víctimas acaso?

-¿Eres nueva en Kuroswki?

Vio como dio un pequeño respingo, que disimuló muy bien. Pero no contestó inmediatamente…

“Debo de andarme con cuidado… aparenta una mosquita muerta…”

-Todo el mundo sabe y espera encontrar este tipo de cosas en este tipo de fiestas… y eso ocurre todos los años… ¿Esperas acaso que te diga alguna explicación en especial?¿O prefieres ver mis partes indecorosas o las de mi despampánate acompañante?

Se alejó un poco mas de ella y abrió un poco la cortina para hacer un pequeño vistazo del panorama. La gente en la fiesta se estaba empezando a animar… y los bailes de las presentes eran cada vez más provocativos. Aún así, no vio señales de su acompañante.

"Espero que todavía no esté de caza…"

Stephan se sonrojó debajo de la máscara. Odiaba que alguien usara sus palabras en su contra. Sin embargo no tenía tiempo de mostrar una brecha en su seguridad. No. Eso era lo último en aquel momento, ya que podría pasar de ser cazador a presa.

-¿Nueva dices? -Risilla confiada. Ahora lo importante era usar una estrategia que alejase al otro chico de la impresión de que que estaba delante de una novata y sobre todo que no tenía las riendas de la conversación. -Cariño... Si me dices que los otros años habéis estado drogando las bebidas de la misma manera que este es que te piensas que soy demasiado necia.

"Ahí, dale con confianza, Stephy." Se dijo para sí el travestido mostrando parcialmente su blanca pierna, en un intento para que se le viera sin miedo y reafirmar su papel de "mujer que se las sabe todas".

-Qué callado estás. Parece que tus partes indecorosas han escurrido el bulto...

-Mi polla en ningún momento ha estado de otra forma.

Dejó de mirar entre la cortina y se entretuvo a mirarla descaradamente de abajo hacia arriba… y de arriba hacia abajo…

-Umm… ¿Bebidas dices? No, no… yo no he dicho nada de eso… Pero el año pasado triunfaron unas “bolas de chocolate” que no tenían muy buena pinta, de hecho eran deformes…, pero eso es porque Spelmann no es ni original ni muy hábil con la magia…- Hizo un silencio para fijarse bien en su reacción. Parecía que la pequeña seductora estaba asimilando la información… y parecía que se estaba tomando su tiempo para calibrar una respuesta. Siguió haciéndose el tonto y reanudó a mirarla descaradamente- Así que como no eres nueva… ni tampoco demasiado necia… a lo mejor estuviste demasiado entretenida escurriendo otros bultos en las fiestas pasadas… que dedicación, ¿no?

-¡O-oye...! ¡No he querido decir eso! -Stephan se quedó totalmente descolocado. No había ninguna frase inteligente rondando en su cabeza en aquel momento. Nada por donde salirse... Sencillamente todo aquel galimatías le sonaba a un increíble sinsentido, tanto que no sabía discernir si era una realidad que debería conocer al habérselas dado de listo o simplemente le estaba mareando. Fuera lo que fuese, no tenía en ese momento armas para poder llevarlo a su terreno.

Había algo más. Aquel chico enmascarado tenía un aura extraña de la que no se había percatado antes en el calentón del cabreo:

Amenazante.

Había algo en sus palabras, en su voz, en sus gestos, que definitivamente estaban despertando las alarmas del chico travestido. ¿Cómo no se había dado cuenta antes de que no debería haber hecho eso? Aquel enmascarado era un depredador. O quizás solo fuesen imaginaciones suyas.

Fuera lo que fuese, era mejor poner tierra de por medio con cualquier excusa.

-Como creo que no vamos a llegar a ninguna parte, quizás sea mejor que vaya a atender a mi pobre amigo, así que si me disculpas...

Antes de que pudiera terminar la asió por los brazos para bloquearla, quedando atrapada entre él y la pared olivina. Fue todo tan rápido que no tuvo tiempo de reaccionar.

-¿Vienes aquí a darme un sermón e irte así sin más?- Puso su cara más cerca de ella, de modo que ella notase su aliento. Tenía claro que no haría nada con ella… pero antes de dejarla marchar jugaría un poquito con su presa- En Kurowki hay cierta gente que es realmente muy peligrosa si te interpones en su camino… Uno no sale tan fácil de la boca del lobo…

Le tiró de la suave tela para deshacer el nudo del obi…

Como acto reflejo agarró la mano de en enmascarado para que pasase de tirar de su obi. La cosa se le estaba yendo de las manos, así que lo mejor era dejarlo pasar. Sin embargo aquella mano lo tenía cogido con fuerza. Su aliento dulzón de ponche (probablemente sin droga) le hacía cosquillas en los labios.

Demasiado cerca. Peligro.

-Suéltalo. -Quiso imponerse, pero la voz apenas le salía de la boca.

-¿Por qué debería hacerlo?

"Te estás imponiendo que da gusto, Stephy. En serio." Ironizó para sus adentros para tragarse el bloqueo.

Otro tirón, pero justo con tan mala suerte que hizo que el traje le bajase de los hombros a casi la cintura, dejando al descubierto su pecho plano que evidenciaba su sexo real. El chico travestido se quedó helado queriendo poder esconderse para siempre tras su máscara...

Su sobresalto fue bastante evidente y su libido descendió de un golpe. Se quedó un minuto quieto y su inesperada presa no movió ni un músculo.

Creía que su juego iba a terminar… pero se había puesto mucho más interesante… Intentó poner su muslo izquierdo entre la entrepierna del muchacho. No notó nada debido a la tensión de la tela… así que empezó a frotar suavemente.

-Qué calladito te lo tenías. Parece que tus partes indecorosas han escurrido el bulto... ¿Si froto un poco aparecerá triunfante?

De todas las reacciones que esperaba su víctima, no imaginaba por ningún momento este giro. Balbuceó algo, pero con ello crecía su sonrojo. La verdad es que no era la mejor forma de imponerse… y en unos segundos notó la erección.

-Vaya, el pequeño dotadito asomó… Y dime, llegados a este punto… ¿Qué deberíamos de hacer? ¿Hacer justicia? ¿Dar caza al lobo? O… ¿Terminar la faena?

El chico estaba entre la espada y la pared literalmente. Tenía muy pocas salidas diplomáticas y Kyo no pararía hasta darse satisfecho con su presa…

-Nos disfrazamos, nos ocultamos tras máscaras, adquirimos una nueva personalidad y hacemos lo que nos place… ¿sin consecuencias?

Stephan estaba hecho un auténtico lío. Aquello se le estaba yendo de las manos. Quería salir corriendo de allí, ya que el contacto íntimo le estaba dando ansiedad. Sin embargo quería aprovechar el anonimato para poder dejarse llevar.

Quería conservar su integridad. Quería tener una experiencia sexual satisfactoria. Merecía una experiencia sexual satisfactoria. Aunque solo fuera para borrar toda la basura anterior. Una experiencia sin consecuencias. Una experiencia vacía que al fin y al cabo acabaría por hacerle daño una vez más.

Quiso apartarse, pero una de las manos de su acompañante le levantó la máscara por encima de los labios. Dudó unos instantes y, cuando vio los labios del chico acercarse a los suyos, le introdujo los dedos índice y corazón en la boca hasta la garganta, y comenzó a moverlos, pellizcándole la lengua y sintiendo el calor y la humedad de la cavidad facial del joven de negro.

-A mí no me puedes hacer lo que te de la gana y quedarte tan ancho, ¿entiendes? -Dijo Stephan con un deje de rencor en su burlesca voz mientras sus dedos bailaban en la garganta de Kyo provocándole una arcada con el ligero dolor de las uñas que le rozaban por dentro...

Se echó atrás bruscamente liberándose del yugo de esos pequeños dedos y liberándolo del yugo del obi. La tela se deslizó sin ninguna opresión y sin ningún impedimento.

De su boca salió una arcada. Podía notar su lengua palpitando debido a los roces fortuitos. Su pequeño travestido se agarró a su traje para no destapar la vergüenza.

Se quedaron mirando el uno al otro en el cual solo se escuchó un resoplido de resignación de Kyo.

-Bah… No mer…

Con el obi bien agarrado se giró y abrió la cortina para irse…

En ese momento no supo qué le sentó peor, si el resoplido despectivo de su acompañante, si que tuviese la desfachatez después de todo de llevarse su obi o aquellas palabras que al muchacho travestido le parecieron un "no merece la pena".

Haciendo gala de toda la rabia que llevaba acumulada, agarró al enmascarado por los hombros impidiendo que saliera, y de un empujón lo acorraló contra la pared. Ni el propio Stephan pensaba que tuviese un cabreo tan monumental hasta que el súbito subidón de fuerza provocado por la ira le confirmase lo que pasaba.

-Oye tú! ¡Pero que morro te gastas, ¿no?! -Aquellas palabras se contradecían radicalmente a la imagen que el alemán estaba vendiendo en aquella fiesta. -¿Te crees que te voy a dejar irte por las buenas o qué coño te crees? ¡No me da la gana, hombre!

Alargó la mano hacia la máscara de ave oscura y literalmente se la arrancó del rostro, viendo la cara que se escondía detrás de ella.

-¿El prefecto... de sexto...?

Intentó apartarse, pero ya era demasiado tarde. Su máscara arrancada mostraba su identidad. Permaneció quieto unos segundos mientras su acompañante lo miraba sorprendido. Se acercó a él.

El chico travestido no dejaba de mirarles los ojos, que seguramente estaban cambiando de color. Por instinto dio pasos hacia atrás hasta acorralarse de nuevo en la pared. Vaciló de nuevo pero Kyo estaba ya a unos centímetros de él.

Tomó el obi con las dos manos y se lo interpuso en el cuello atrapándolo. Se acercó y le habló al oído muy amenazante…

-Yo tengo tu desnudez y tú tienes mi identidad… así que estamos en igualdad de condiciones… ¿Qué quieres hacer a partir de ahora?

Hizo un breve amago por irse, pero no lo logró. De todas formas, ¿a quién pretendía engañar? Si ni siquiera sabía lo que quería, ¿cómo iba a imponerse? ¿Cómo iba a..?

El obi se apretó en su cuello, sin llegar a cortarle la respiración, pero sofocándolo instantáneamente. Gimió. Jadeó. Se revolvió hasta que su máscara cayó. Ahora era su cara la que estaba al descubierto y su identidad al desnudo.

-Vaya... Parece que ahora soy yo el que está en ventaja. -La respiración insinuante de Kyo le hizo cosquillas a Stephan en el oída, lo justo como para excitarle. -Te preguntaba que qué querías hacer... pero parece que ni tú lo sabes...

Stephan apretó los dientes. Estaba indefenso. Pero a la vez estaba en la encrucijada de una respuesta que ni él conocía. En resumidas cuentas: sintiéndose menospreciado. Sintiendo que se reía de él.

Alargó la mano y agarró la masculinidad de Kyo, apretándola entre sus dedos. Al ver cómo el japonés no podía evitar trasfigurar una mueca del sobresalto, Stephan esbozó al fin una sonrisa.

-Tú me tienes cogido de los huevos metafóricamente. Pues yo te tengo cogido de los huevos literalmente.

-¿Y para qué quieres agarrarme los huevos? Si después de todo no sabes ni tocarlos…

Se acercó a su oreja y se la lamió. Dejó caer el obi y posó sus manos en sus hombros, apretándolos suavemente. Noto una presión algo molesta en sus partes… y algo no funcionaba. Le aburría. O quizás no llegaba a calentarse.

De improvisto se apartó del chico y tiró de él hacia un lado. Notó un gran tirón al desprenderse de la mano del chico, y vio como tambaleaba por culpas de las getas. Lo agarró del brazo antes de que se callera.

-No has dado caza al lobo, ni has follado con el lobo… y te lo he preguntado dos veces. Cuando te aclares pide una audiencia de prefectos para problemas estudiantiles. – Se arrodilló y tomó su máscara del suelo.- Por lo que a mí resp…

-¿De qué vas? -Le interrumpió con una voz temblorosa que dejó paso a una risilla nerviosa e intrigante. -¿Que no sé ni tocarlos? -La voz pasó a ser gangosa y melodiosa, arrastrando algunas sílabas de forma cruel. -Me parece que aquí lo que pasa es que tú eres un impotente. Un impotente que va de gigoló pero cuando tiene a huevo meter su polla en algún orificio ajeno, se caga patas abajo.

Stephan le miró con la cabeza alta y la sonrisa abierta y nerviosa.
Sonrisa asqueada.
Ojos llenos de odio.
Rabia en el cuerpo.

-Creo que eres tú el que necesita una buena terapia. Porque dices que no me aclaro, pero aquí el que tira la piedra y esconde la mano eres tú.

Una breve pausa. Una risa que murió en un gemido.

-Además de cobarde, hipócrita.

Se abalanzó sobre él y le empujó con la mano propinándole un golpe seco hacia la pared. Su respiración se agitó violentamente mientras en su cabeza resonaba aquellas últimas palabras.

Cobarde, cobarde, cobarde…

La histeria de Kyo iba en aumento. Apretaba su pecho con odio pensando en que si apretaba más, podría desgarrarlo.

Intentó calibrar sus pensamientos en el torbellino de su furia… ninguno era nada bueno… todo se resumía a lo mismo.

Resopló. Él le miraba con pánico.

-Se cree maricón que son todos de su condición.- Disminuyó la presión con la que le oprimía hacia la pared. Vaciló un momento y lo soltó.- Mira “niñata”, mide tus palabras. Te las das de héroe pero a la primera de cambio no te ha importado follar conmigo dejando a tu amigo solo ante el peligro.

Su malhumor iba en aumento. Se giró bruscamente y salió por la cortina sin tiempo a que el muchacho respondiera o se recuperase.

Stephan se derrumbó en cuanto Kyo desapareció tras la cortina. Se quedó en el suelo de rodillas llevándose una mano a la boca mientras con los dedos de la otra se tomaba el pulso en el cuello, sintiendo aun la presión fantasma del arranque violento del otro chico.

Sintió que le faltaba el aire y que las lágrimas se agolpaban en sus ojos. El dolor de garganta se le hizo casi insoportable. No era el miedo que había pasado en ese momento lo que le atormentaba, ni aquellos ojos que se le antojaron terroríficos durante un instante... fueron aquellas palabras las que lo habían desgarrado por dentro. Había visto a través de él.

-Soy un miserable. -Gimoteó en voz baja y temblorosa. -Doy asco.

Con el irrefrenable deseo de desaparecer de allí y lavarse compulsivamente, se levantó, se puso la máscara y decidió buscar a Tristan para volverse al dormitorio.

"¿No se te cae la cara de vergüenza, Stephy...?"

-Sí... -Le respondió de forma casi imperceptible al recuerdo espontáneo que lo acababa de atacar. Miró hacia su alrededor buscando a Tristan y salir de aquel sitio de una vez.