Primera reunión

Los pasillos oscuros, antes aterradores, ahora le eran algo acogedor e incluso familiar. Podía ver, en la oscuridad más absoluta, con la misma claridad que un felino. Le resultaba extraño contemplar aquella escuela que él tan bien conocía con aquellos nuevos ojos: daba la impresión de que el mundo que le rodeaba se hubiera transformado aunque, en realidad, el cambio se había producido dentro de su cuerpo.

-"La primera reunión de prefectos"- Pensó el muchacho ucraniano mientras se peinaba el cabello corto y negro hacia atrás con los dedos, dejando a la vista su pálida tez en la que resaltaban sus grises pupilas por encima de las ojeras.- "Que nervios... Pensar que me han devuelto mi papel como prefecto desde que tuve que dejar la escuela. Supongo que será para demostrar que aquí no se discrimina..."

Como no le gustaba pensar en ese tipo de cosas, agitó la cabeza levemente y, al fin, se detuvo frente a la puerta del despacho de los prefectos. Cogió aire y sonrió como solo él sabía hacerlo. Lo mejor era intentar ser natural... o, al menos, todo lo natural que su posición le permitiera.

Abrió la puerta y dejó escapar un suspiro aliviado al ver que era el primero en llegar. Entró, se sentó en una de las sillas que rodebaa aquella mesa redonda preparada exclusivamente para ellos y se perdió en los detalles de la decoración de la sala, aquellos matices que en su vida como humano nunca pudo apreciar. Calmó sus nervios y sus dudas jugueteando con sus anillos, dándoles vueltas con lentitud, haciendo brillar aquellas dos pequeñas piedras verde esmeralda....

Habían pasado ya algunos unos meses, y realmente pensaba que no volvería a pisar aquella habitación, pero después de todo… le deleitaba lo que suponía su estancia en aquella reunión.

Entró en la estancia, y simplemente se dejó caer en la silla. Con una rápida mirada visualizó al nuevo individuo… porque claramente era nuevo, y a juzgar por sus rasgos era muy difícil que encajara en el nuevo prefecto de quinto curso.
El nuevo, empezó a mirar atentamente a Kyo a la espera de algún saludo. Este sin preámbulos, y ahorrando la parsimonia de las presentaciones, empezó a decir:

-Si van a tardar más, creo que me voy a morir de la espera… En fin para lo que vamos a decidir hoy…- “Pues perfectamente podría haberme quedado en la cama… ¿Qué le pasa al alelado este?”- … ¡Eoo! ¿Estás vivo? Intento mantener una conversación contigo.

Hubo un corto minuto de silencio, el cual fue interrumpido por la intrusión en la sale de dos personas. Una chica muy menuda y con granos, seguida de un chico con el pelo castaño. En cuanto tomaron asiento, el chico de pelo castaño, Allen, tomó la palabra:

-Muy buenas a todos. Para los nuevos yo soy Allen Rigel. Está de aquí es mi compañera de promoción Hilda Lindberg… saluda Hilda- La chica se ruborizó al pronunciar su sobre, y con gran esfuerzo levantó la mano y saludó devilmente.- Bueno, creo que solo faltamos dos personas para comenzar la reunión.

Antes de abrir la puerta, debía cerciorarse de que estaba perfectamente presentable. Alisó las arrugas imaginarias de su uniforme, se colocó el lazo del cuello correctamente, y por último revisó su pelo. Adiós, ojo azulado. Sólo le quedó poner su sonrisa cortés, ensayada durante años. Oh no, algo no iba bien. No era capaz de relajar el rostro. Respiró profundamente tres veces. Bien, ahora sí. Abrió la puerta y entró en la sala, la espalda recta, pero con movimientos gráciles y flexibles como los de un junco. Para eso estaba educada después de todo.

-Buenas tardes -dijo sonriente-. Espero no llegar tarde... -se interrumpió cuando su mirada se topó con la de Kyo, la causa de que su rostro no se relajase hacía sólo un minuto. Quedaban dos sitios vacíos, a ambos lados de aquel chico pálido... Le sonaba. Estaba segura de que le conocía, aunque sólo fuera de vista. Eligió el sitio más alejado de Kyo y se presentó a los demás.-Soy Eveline Evans, de sexto curso. Es un placer -luego miró a los nuevos chicos de quinto. Allen y Hilda, se había asegurado de informarse bien-. Si tenéis alguna duda sobre vuestras funciones no dudéis en preguntar.

En ese momento se abrió la puerta por última vez. Por ella entró la responsable femenina de séptimo curso, Oddrey Smirnov. La que representaba todo lo contrario a Eveline en aquella sala. "Qué lástima que un erkling no se la haya llevado estas vacaciones..." Volvió a comtemplar el espectáculo que acontecía cada vez que ella llegaba: Entraba con su sonrisa seductora. Kyo la miraba y le devolvía la sonrisa del mismo modo. Pero esta vez parecía interesarle más el chico nuevo de séptimo curso.

-Soy Oddrey Smirnov -dijo sentándose a su lado y mirándolo con aquella sonrisa tan suya-. Creo que no nos conocemos, ¿eres nuevo en el colegio?

-Podría decirse que sí... -dijo ambiguamente el ucraniano, acompañando la frase con su sonrisa perfecta. De fondo se pudo oír cómo Kyo chasqueaba la lengua, en señal de desagrado. Y Eveline sonrió. Porque todo lo que le molestaba a Kyo, le agradaba a ella.

-Ya estamos todos. ¿Comenzamos?

-Me parece bien.- Respondió Aaron en voz alta mientras se levantaba de su asiento e intentando aparentar tranquilidad aunque, en el fondo, seguía estando un poco nervioso e incómodo.- Bueno... Para los que no me conozcáis, soy Aaron Kotovski. El anterior prefecto ha dimitido de su puesto por asuntos personales así queme han enviado para que le sustituya. Espero que nos llevemos bien.

Las reacciones de sus compañeros fueron muy dispares: Kyo le dedicó una mirada de soslayo desdeñosa, Hilda sonrió con timidez y apenas sostuvo su mirada unos cuantos segundos antes de bajar la cabeza, Oddrey le sonrió con tanta efusividad que le resultó completamente artificial, Allen le estrechó la mano en señal de amistad y, por último, Eveline le dedicó una leve inclinación de cabeza. El ucraniano sonrió con aparentemente tranquilidad mientras volvía a sentarse sin apartar los ojos de la chica de rasgos asiáticos, recapacitando en por qué le sonaba tanto su rostro...

-¿Hay algo que debamos tratar en especial?

-Yo ya tengo un asuntillo nuevo para empezar: una queja hacia un profesor.- El silencio general dio a entender la incomodidad del asunto. Kyo no pudo reprimir un resoplido lleno de molestia, ganándose una mirada de reproche de Eveline y otra escéptica del ucraniano. Oddrey, por su parte, le rió la gracia por lo bajito.- Un chico de mi promoción llamado Stephan Keehl ha puesto una queja oficia al profesor de... transformaciones.- La tensión llegó a hacerse palpable.- Parece ser que el profesor von Gottlieb le recrimina su aspecto constantemente aunque este no viole ninguna norma de la escuela.

-"Pues con menudo caso empezamos... Von Gottlieb nada menos..."- pensó el ucraniano para sus adentros maldiciendo el día que aceptó ejercer aquel papel...

La incomodidad sobre el asunto parecía ya exasperante, por lo que Kyo resopló otra vez con aplomo. Su conducta fue llevada con un sinfín de miradas a modo de reproche.

-Si la solución a este problema es quedarse en silencio podemos perfectamente pasar a otra cuestión…- Eveline le lanzó tal mirada, que perfectamente podría haberle lanzado un cuchillo y ni le dolería.-… ¿Quieres hablar tu con el profesor Von Gottlieb? La verdad, que con esos ojos… no sé qué quieres decirme.

-Creo que podríamos debatirlo, y llegar a alguna solución…- Allen empezó a mirar a cada uno de los presentes sin obtener el apoyo que es esperaba.

La luz de la estancia era relajante, ya que por la ventana se filtraban algunos rallos de sol. Con un ademán se ajustó el chaleco, y miró al techo con mirada vacía. Podía verse como flotaban las motas de polvo.

-Si te ofreces voluntario a debatirlo con Von Gottlieb por mi encantado… Allen.

Suspiró. Acababa de empezar la reunión y ya se sentía mentalmente agotada. Aquel idiota la anulaba totalmente.
-A todos nos impone el profesor Von Gottlieb, y no lo podemos negar -dijo tranquilamente-. Pero no podemos dejar a Stephan de lado, éste es nuestro trabajo. No le conozco y no sé cuál es exactamente el problema pero...

-El problema -intervino Allen, siendo uno de los dos individuos que conocían al susodicho Stephan- es que no parece un chico. Lleva el pelo como las chicas, y además de color rosa. Y bueno... los piercings son un tema aparte-Aquella despectiva manera de hablar del físico de una persona molestó a Eveline. Personas como ese inútil de quinto curso eran la causa de que ella tuviese que ocultar su ojo azul. Bueno, está bien, quizás como prefecto no era tan malo. "Eveline, debes controlarte, no juzgues, contrólate."

-P-pues a mí me parece un chico encantador -dijo tímidamente Hilda. Y cuando notó que todas las miradas se posaban sobre ella (más por la incredulidad de que hubiese hablado que por otra cosa) comenzó a hundirse en su asiento a medida que su voz se apagaba-. B-bueno esa es m-mi opinión...

-Bien... Es cierto que no hay ninguna norma en la escuela que impida llevar el pelo de colores o piercings, pero no conseguiremos hacer cambiar a Von Gottlieb de opinión... Como mucho podríamos aspirar a que otro profesor le llamase la atención sobre el asunto. No creo que la profesora Jaruzelski se pusiese de nuestro lado, pero podemos intentarlo. También con la profesora Dabrowski. Si finalmente no nos queda más remedio que hablar con él... -dirigió una mirada indescifrable hacia Aaron, y luego sus labios se curvaron en una misteriosa sonrisa- Quizás los alumnos más mayores, y por tanto los que mejor le conocen, podrían ocuparse de ello.

Aquello le sentó como una jarra de agua bien fría en la cabeza. No pudo reprimir una mirada de sorpresa hacia la oriental que le sonreía como si acabara de encontrar un nuevo juego. ¿Él, con von Gottlieb? ¡¿Se había vuelto loca de remate o es que estaban deseando joderle por ser el nuevo?

-"Me cago en todo..." Bueno, tampoco es que tengamos tanto contacto...

-Pero tú eres el más mayor y, entonces, debes conocerlo mejor que nosotros.- Kyo apoyó la idea propuesta por Eveline con la voz llena de fingida inocencia y de un intenso compañerismo hipócrita.- Seguro que eres el más cualificado.

-Coincido con Kyo.- Oddrey miró con coquetería a Aaron, como demostrando que esperaba verle hacer una gran actuación en su honor.- ¿No irás a dejarnos tirados, verdad que no?- Aaron dirigió su atención a Hilda, pero esta evitó su mirada llena de vergüenza mientras se encogía en su asiento. Una encerrona el primer día...

-"Aaron, te acabas de lucir" ...Está bien. Hablaré con algún profesor y, si no consigo el apoyo de ninguno pues... no quedará más remedio que hablar con von Gottlieb.- Dijo aquello con una sonrisa cordial, pero le dedicó una mirada de soslayo a Eveline que bien podría traducirse cómo un "esta te la guardo..."

“Iluso” El único pensamiento que a Kyo se le venía, era la varita en forma de látigo que tenía el profesor. Era la mejor forma que tenía éste de dialogar con las perdonas.

-Espero que tengas suerte con esa forma tan fustiga que tiene de dialogar…- “Es irónico, que después de todo, la mayoría de los presentes me llamen hipócrita: a la primer cambio echan el muerto a otro”-… después de todo eres el cabeza de turco propuesto por nuestra señora reproches.

Como si fuese él una diana, empezarán a clavarle miradas acusadoras y sin ningún arrepentimiento miró hacia la pobre Hilada. Le dedicó una gran sonrisa y se quedó mirándola, como si fuese lo más normal de mundo. Como era de esperar Eveline Evans puso ojos en blanco. Oddrey Smirnov en cambio, parecía hasta ofendida… pero estaba decididamente a captar la atención del nuevo prefecto de séptimo.

-Oh, no, no, no, Saionji -dijo Eveline con una pequeña risilla-. Yo no he propuesto a Kotovski para que lo fustiguen. He dicho, literalmente "los alumnos más mayores" -miró significativamente a Oddrey-. Eso te incluye a tí, querida -paladeó gustosamente cómo la sonrisa coqueta de la chica desaparecía lentamente de su rostro, no sabría decir si Aaron se mostraba aliviado o contrariado, y Hilda la miraba incrédula, como si acabase de decir una barbaridad. Allen se limitaba a sonreír divertido-. Es demasiada responsabilidad para una sola persona, ¿no? Aunque se trate de la queja de uno de los chicos, las chicas también nos encargamos de estas cosas... ¿Qué ocurre, Smirnov? No irás a dejarnos tirados, ¿verdad que no? -repitió las palabras de la chica tan bien como pudo, y se vio tentada a hacer pucheros tal y como ella hacía, pero no era su estilo.

Hubo poco menos de un minuto de silencio. Parecía que Kyo hasta se regocijaba, pocas eran las ocasiones en las que veía a Eveline fastidiar a cualquier alumno que no fuese él.
-Si nadie tiene nada que objetar... Pasemos al siguiente tema. Los alumnos piden una fiesta de Halloween extraoficial. Bueno, como todos los años...

-"Este tipo de cosas nunca cambian..." Bueno, se supone que nuestro deber es vigilar y prohibir este tipo de fiestas. Todos sabemos que cualquier celebración que no sea típica de nuestra región no son muy bien recibidos por los jefes de las casas.

-Vamos, no seas aguafiestas.- Espetó Allen con una sonrisa.- Yo no pienso decepcionar a los alumnos con esto. Creo que un respiro siempre es bien recibido. Además, mientras no llegue a oídos indeseables...

-"Vamos, lo de siempre." Está bien, pues será mejor proponer algo bueno si no queremos que se nos echen encima...

-Por favor, diciendo esas cosas nos vas a hacer quedar mal...- Oddrey, aparentemente recuperada del disgusto ante la expectativa de hablar con el profesor de transformaciones, y cuya recuperación esperaba que no se basara en la idea de quedarse a solas con él, se dedicaba a hacerle ojitos agitando con feminidad sus pobladas pestañas.

-Bueno, ¿alguna propuesta para la próxima fiesta clandestina?- Preguntó Eveline alzando la voz con firmeza para que nadie se fuera por las ramas, en especial la prefecta de séptimo tan pendiente de líos de faldas. Se hizo el silencio entre ellos durante varios minutos, levemente interrumpidos por algún bostezo de Kyo, quien no se molestaba en esconder su aburrimiento, y por alguna propuesta rápidamente rechazada. Al cabo de un rato, una mano temblorosa se alzó por encima de sus cabezas.

-¿Tienes alguna propuesta, Lindberg?- Preguntó Aaron con delicadeza, intentando animar a la joven a hablar con una sonrisa conciliadora en su rostro pálido y ojeroso. Hilda tardó varios segundos en responder.

-P-pensé en... fiesta... de máscaras...

Los presentes asintieron la propuesta de la tímida muchacha y empezaron a aportar nuevas ideas relacionadas con el tema. En cambio Hilda estaba tan abrumada por la aceptación de su proyecto, que se le podía ver en su cara la sensación de euforia.

En cambio Kyo, estaba impasible esperando que esa aburridísima reunión terminase. Se cruzó de brazos y miró al vacío, concentrándose en sus pensamientos vagos dejando de desconectar completamente en la conversación.

-…pues creo que estaría bien, pero no sé si podemos realizarlo…

-Podemos simplemente coger comida de las cocinas, no creo que se enteren. Después de todo…

-Pero… ¡¿Y los profesores!? Sabes perfectamente Oddrey que los jefes de las casas se turnan para montar guardia, ¿cómo llevarías la comida?

-Simplemente podemos…

Empezó a tararear una canción para sí mismo, mientras su pierna hacía un tic nervioso. Miró a Hilda atentamente, y sin pensarlo le lanzó una mirada muy sensual, que no fue intencionada. Alguién empezó a llamarle la atención. Ignoró aposta esa voz que le hablaba.

Ya era la gota que colmanba el vaso. La irritación de Eveline era palpable. Las miradas de Kyo, el rubor de Hilda, los bufidos celosos de Oddrey... Dio un sonoro manotazo en la mesa y se hizo el silencio. Notó cómo Aaron, Allen y Hilda la miraban sorprendidos, ésta última incluso asustada. Pobre chiquilla, qué culpa tendría ella...

-Saionji, si no piensas aportar nada más que lujuriosas miradas a los bustos de tus compañeras, lárgate. Si te aburres podrías no haber aceptado el puesto de prefecto desde un principio, que no es el primer año que te lo dan, por incomprensible que me resulte. A mí me hubieses hecho un favor.

-No dejaría un puesto tan gratificante por nada del mundo. Después de todo me encanta la cara de satisfacción que pones cuando me ves en las reuniones -La estaba mirando casi por encima del hombro, con aquella estúpida sonrisa tan suya. Eveline se preguntó en qué punto se parecían la satisfacción y el asco-. Sí, me encanta. Además, soy un chico muy tímido, me cuesta mucho decir mis ideas, al igual que a la encantadora Hilda...-Ante tal cumplido, Hilda simplemente dio un respingo y desvió la mirada azorada. Eveline dio un suspiro que podría catalogarse de resoplido. No podría soportar otro curso de reuniones con aquel imbécil. La habitación volvió a quedarse en silencio ante la obvia tensión que había entre ella y Kyo, parecía como si todos esperasen que ella soltase una respuesta mordaz, pero no lo haría, o por lo menos no delante de los demás.

-Aún queda más de un mes para la noche de Halloween. Este año Halloween es un jueves, así que, sintiéndolo mucho, tendremos que hacer la fiesta el uno de noviembre, un viernes. Una semana antes nos encargaremos de comprar comida y bebida en el pueblo por la tarde. Llevaremos bolsos y mochilas mágicamente ampliados por dentro para esconder las cosas. Para pagar los alimentos se exigirá a cada alumno un mínimo de dos sickles. Los que no contribuyan no podrán asistir. Las horas y los turnos de los alumnos para salir de sus dormitorios serán los mismos de siempre. ¿Algo que añadir?

-Cofcoffrígidacof...

Se limitó a hacer como que no había oído eso y esperó a que alguien añadiese algo más. Algo mínimamente importante.

-Bueno, ya vale, ¿no?- Aaron se levantó de su silla y clavó sus grises ojos en los de su compañera de origen japonés. Retiró de su mente el pensamiento de lo bonita que le parecía y procuró mantener la sangre fría.- Evans, si tanto te molesta lo que hace Saijonji, mejor ignóralo y centrémonos en nuestras cosas. Y tú...- Giró su cabeza levemente y le dedicó una mirada de intenso reproche a su acompañante.- En ese aspecto, ella tiene razón. ¿Te aburres? Pues una de dos: o tomas puerta o te quedas como un mueble más.

-Vamos, Kotovski, ellos suelen estar así...

-Me da igual, Smirnov. El cachondeo está bien al margen de las responsabilidades.- Sin ocultar su enfado, volvió a sentarse en su asiento y retomó el debate.- Me parece correcta las propuestas de Evans... No tengo nada más que agregar.

“Cachondeo”

-Otro mueble más… -Su voz era tan inaudible que nadie prestó atención a aquel susurro. Empezó a hervirle la sangre. Posiblemente su ojo izquierdo estaría de color negro completamente.

- Vamos, Kotovski, ellos…

Se levantó, y sin que terminara la frase, alcanzó el picaporte de la puerta y empezó a salir. Sintió que alguien le lanzaba una última mirada. Cerró la puerta tan deprisa para que no le vieran el ojo, que no supo quien le soltó la mirada indiscreta.

Fue por la sala común entre el bullicio de la gente. Todavía faltaba una o dos horas para el toque de queda, pero se dirigió inmediatamente a su habitación en el pasillo de la segunda escalera. Necesitaba urgentemente “enfriar” su sangre con la poción, ya que seguramente su otro ojo estaría negro.

Se dio cuenta que en la mano empezó a gotearle un poco de sangre: se había clavado las uñas en la palma de las manos, y todo por la frustración de ver a ese don prefecto perfecto escuchimizado. Se relajó y se quitó la imagen de la mente. Volvió a seguir apretando los puños hasta su habitación.

Por supuesto, la mirada indiscreta era la de Eveline. Aaron y Oddrey estaban demasiado ocupados debatiendo sobre si las discusiones de Kyo y Eveline eran molestas o no, Hilda no se habría atrevido a mirar a Kyo a la cara ni por toda la autoconfianza del mundo, y Allen simplemente pasaba del tema.

Así que Eveline fue la única que vio cómo los ojos castaños de Kyo comenzaban a tornarse negros como el petróleo.

No era la primera vez que lo veía, y siempre causaba la misma reacción en ella. Se le erizaba el vello de la nuca, y su corazón comenzó a palpitar rápidamente. Podría decirse que estaba asustada... o algo así. Respiró profundamente, de manera que el resto de sus compañeros, ahora callados, lo interpretasen como un suspiro de resignación. Notó como Oddrey la miraba de mala manera, como si quisiese decir "mira lo que has conseguido", pero no se atreviese.

-Bueno, supongo que hasta aquí ha llegado la reunión de hoy. Que cada uno vaya informando a los alumnos de su curso sobre nuestros planes y recogiendo la contribución de todos los que quieran asistir. Deberíamos hacer una lista de todos ellos, para asegurarnos de que no haya errores. Y recordad, nada de alumnos de cuarto curso o inferiores -sacó un trozo de pergamino de su mochila y comenzó a escribir todo lo acordado en la reunión. Aquello había sido una despedida y cierre, pero ella siempre era la última en marcharse.

-Kotovski, ¿quieres que vayamos a tratar el asunto de la queja?- Oddrey se le acercó con soltura, agitando gracilmente su espesa melena oscura. Aaron la miró un poco cohibido mientras recogía sus pertenencias.-Creo que cuanto antes lo hagamos, antes nos quitaremos esto de encima, ¿no te parece?

-No es mala idea... pero, la verdad, ahora mismo no estoy mentalizado como para enfrentarme a alguien como von Gottlieb.- Respondió con cordialidad a pesar de que, en el fondo, deseaba que aquella chica dejara de rondarle con aquellos ojos golositos que tan nervioso le ponían. Por suerte para él, Allen llamó la atención de su acompañante.

-¡Oddrey, casi se me olvida! ¿Puedes hacerme un favor? Me gustaría que ayudaras a Hilda con sus informes... No lo lleva muy bien.

-Pero eso es cosa tuya, sois de las misma promoción.- Espetó ella sin ocultar su molestia por haber sido interrumpida.

-Vamos, me toca hacer guardia por los pasillos y ella necesita ponerse al día...- Le pidió el muchacho mientras sujetaba a su compañera por la muñeca quien parecía estar deseando que la tierra se la tragase antes que estar con semejante compañía. La mirada de Hilda se cruzó con la de Aaron y este le dedicó una sonrisa conciliadora, sonsacándole una sonrisa tímida.

-Está bien... Nos veremos más tarde, Kotovski. Vamos Lindberg.

Los integrantes del grupo abandonaron la sala y Aaron dejó escapar un suspiro lleno de alivio. Lo había hecho, había dado la talla, había mantenido el nivel... El ser vampiro no le ha dificultado estar con otros alumnos y actuar como uno más. Una leve sonrisa de autosatisfacción afloró en su pálido rostro, se giró para terminar de recoger y se sorprendió al ver que no estaba solo: su compañera oriental estaba apoyada en la mesa, ordenando todo lo que el resto de los miembros habían dejado allí con total despreocupación.

-...Evans, déjame ayudarte.

Sin duda alguna, aquella vez era la primera que escuchaba unas palabras como esas. Miró a Aaron de arriba a abajo, como si lo evaluase. Se preguntaba hasta qué punto podía ser tan bueno como prefecto.

-Está bien... Recoge los papeles de los chicos, si quieres -tal y como sonaba, estaba dándole permiso para ayudarle. Eso de querer ayudar era muy bonito a primera vista, pero no necesitaba un ayudante torpe. Esperaba que Aaron no fuese así. Ante el incómodo silencio que se hizo presente, roto tan solo por el ruido de los papeles y pergaminos moviéndose, decidió decir algo, y en estas situaciones, lo apropiado era decir algo agradable-. Es de agradecer el tener a alguien con la cabeza en su sitio en estas reuniones, para variar. No me extraña que sustituyas al prefecto de sexto del año pasado, Kotovski... Hilda también parece responsable, pero no tiene lo que hace falta para ser prefecta.

-Bueno, no seas tan estricta con ella nada más empezar.- Aaron hablaba mientras enrollaba los pergaminos con soltura. La verdad era que estaba disfrutando con todas esas cosas: hablar con otros alumnos, quejarse del exceso de tareas...- Solo necesita un poco de seguridad, seguro que nos sorprende. Ah, Evans, siento si he parecido brusco antes.- La oriental le miró directamente a los ojos, y el ucraniano no puso evitar pensar en la belleza que le otorgaba aquel flequillo que ocultaba la mitad de su rostro, dándole un aire misterioso.- Espero que tu amigo Saijonji no me guarde rencor, parecía muy enfadado cuando se marchó...

Eveline arqueó una ceja. O no había oído bien, o aquel chico creía que Kyo y ella eran amigos. No, definitivamente tenía que ser un sarcasmo... ¿O no? Tras un par de segundos en silencio, Eveline se dio cuenta de que estaba incomodando a Aaron con su mirada. Se arregló el flequillo con un roce delicado de los dedos, asegurándose de que estaba en su sitio.
-No somos amigos -aclaró, sólo por si acaso, y si no añadió que era su prometido, era simplemente porque nunca hablaba de ello si no le preguntaban directamente, eran muy escasas las personas que sabían aquello en la escuela, y posiblemente las que lo sabían, era gracias a su hermana menor-. Tal y como dijo Smirnov, no podemos estar en el mismo cuarto sin que él empiece una discusión. Si resulta que al final te guarda rencor, tanto mejor. No es el tipo de persona al que calificaría como "buena compañía", pero no te preocupes, el rencor de Saionji nunca ha sido demasiado peligroso.

-¿Peligroso?- No pudo reprimir una carcajada ante el comentario de la japonesa.- No lo decía en ese sentido, por favor. Vamos a ser compañeros, ¿no? Que menos que no haya revueltas entre nosotros. No me gusta estar enemistado con nadie, aunque si es cierto que, a veces, tienes que ser un poco agresivo si quieres que se te escuche.- Se hizo un segundo de silencio antes de que el ucraniano volviera a hablar.- ¿Sabes? Eres bastante diferente a como parecías a primera vista.

-¿Ah, sí? ¿Puedo saber que impresión te llevaste de mí al verme?- Preguntó la oriental con curiosidad.

-De ser una estirada que no escucha a nadie.- Dijo con sorna para luego añadir.- No, es broma. La verdad es que tu cara me suena mucho, pero dudo que nos hubiéramos visto antes, me acordaría de conocer a una chica japonesa.

-No serías la única persona del colegio que me calificase como "estirada, y bien es cierto que hay pocas personas a las que escucho realmente... Ah, y técnicamente sólo soy medio japonesa -Terminó de recoger todas sus cosas y se colgó la bolsa de piel al hombro. No es que fuese vanidosa, pero seguro que pocas personas podrían llevar ese bolso escolar con tanta clase como ella, para qué negarlo-. Pero de vuelta a lo interesante, yo también tengo esa sensación de haberte visto antes, aunque nunca he estudiado fuera de esta escuela. Bien pensado no sé nada sobre ti, nunca he oído nombrar tu apellido en ninguna fiesta, y es extraño que a un alumno recién llegado le den el puesto de prefecto. O has estado aquí antes y te he visto en algún curso anterior, o bien tienes cierta reputación del colegio de donde vengas, ¿cuál de las dos opciones es la correcta? -preguntó por fin tras su largo monólogo de deducción lógica, con una ligera sonrisa de autosuficiencia en los labios. Aunque estaba segura de saber cuál era la respuesta correcta.

-Bueno... Sí es cierto que he estado aquí antes y que seguramente me habrás visto cuando todavía estudiaba, y también es cierto que tenía buena reputación en mi anterior escuela, o sea, en esta, ya que era perfecto antes de aparcar los estudios.- Respondió de carrerilla e imitando sutilmente la forma de hablar de su acompañante, siguiendo con aquel matiz amistoso de la conversación.

-¿Y por qué aparcaste los estudios, si puedo preguntar, Kotovski?

La pregunta no fue con maldad ni con malas intenciones, pero había puesto el dedo en la llaga. Tragó saliva y mantuvo el silencio durante unos intensos segundos. Había estado tan tranquilo y estaba disfrutando tanto con aquel evento tan casual que casi se había olvidado de su "condición" y de que esta era la causa de todas las circunstancias que le rodeaban en aquel momento.

-Llámame Aaron, por favor, mi apellido es demasiado formal.- Respondió mientras intentaba que su voz no denotara nerviosismo ninguno. No tenía muy claro si responder o no, aunque bien era cierto que tarde o temprano todos se enteraría o, como mínimo, se percatarían de su naturaleza en cuanto lo vieran esconderse de los rayos del sol y se percataran de su ausencia a las horas de las comidas.- ...Tuve que dejar mis estudios durante tres años por un incidente desagradable con... con un vampiro.- Miró a los ojos a la chica en busca de alguna reacción. Lo cierto era que le había caído bastante bien, pero ahora quedaba comprobar la magnitud de su tolerancia. No le hubiera sorprendido que, como mucho harían posteriormente, salieran corriendo en cuanto le vieran aparecer.

Los ojos de Eveline se abrieron más todavía por sí solos ante la sorpresa. Un vampiro. Eso sí que era un caso peculiar. Por supuesto, no se lo esperaba. Quizás una enfermedad sí, o una ausencia por asuntos familiares, quizás por el mismo motivo por el que ella y su familia tuvieron que huir de su propio país. Pero no esto.
Aquel chico seguía sin parecerle mínimamente peligroso, y aunque lo fuese, las herederas de importantes familias nobles sabían defenderse. Se fijó en su rostro, aparentemente de diecisiete años, y no pudo evitar preguntarse a sí misma cuándo lo habrían convertido en vampiro.

No supo cuánto tiempo se había quedado en silencio, pero cuando cayó en la cuenta, apartó la mirada, quizás más bruscamente de lo que debería. No por miedo, más bien por vergüenza. Nunca se había considerado una persona cotilla o fisgona, pero ahora mismo se sentía como si lo fuese.
-Lo siento Kot-... Aaron, no debí haberte atosigado a preguntas. Debe de ser incómodo para ti -añadió, tratando de ignorar el hecho de que la más incómoda era ella. Todas sus cosas estaban ya en la bolsa. Se suponía que ya era el momento de irse para ella, pero sería de mal gusto si lo hiciese justo ahora y dejase a Aaron con aquella reacción, posiblemente ambigua y malinterpretable.

Una sonrisa amarga afloró en su rostro durante unos segundos para luego ser reemplazada por su habitual sonrisa cordial y encantadora, tan ensimismado en sus pensamientos que olvidó que, de aquella manera, sus colmillos relucían más de lo normal. Se llevó una mano a la nuca y la masajeó de forma nerviosa.

-Tranquila, no tienes que fingir nada.- Dijo con total tranquilidad aunque, para sus adentros, se sentía bastante dolido. No porque ella hubiera reaccionado de aquella manera, si no porque parecía que sus miedos iban tomando presencia en la vida real.- Controlo muy bien mis instintos. No voy a hacerte nada...

Aaron se acercó a Eveline y, sin mirarla apenas, pasó a su lado y abrió la puerta de la estancia, cediéndole el paso.

-Las damas primero.

Volvió a enarcar la ceja, estaba claro que el chico no la conocía en absoluto. Bueno, no era culpa suya que Eveline fuese una persona tan difícil de conocer.
-Yo no te tengo ningún miedo -contestó encarándole, sin siquiera haberse acercado al umbral de la puerta-. No estaba fingiendo en absoluto, pero supongo que lo tuyo no es calar a las personas, ¿verdad Aaron? Todavía no te has dado cuenta de que soy lo suficientemente inteligente como para deducir que el señor Director no permitiría reincorporarse a un alumno que pudiese resultar peligroso para los demás. Pero si estás preocupado por ello, soy una persona bastante difícil de intimidar. Y no, no pienso decírselo a nadie, tu condición no es asunto mío, tú mismo decidirás quien quieres que se entere y quien no. -Al decir eso no pudo evitar pensar en su hermana menor. A Eveline no le costaba en absoluto guardar un secreto.