Veo, veo...

Annkki era un chico al que le encantaba contemplar paisajes. Se embelesaba en ellos y se perdía en sus colores y formas, pero aquel castigo impuesto de la noche a la mañana para todos los alumnos de esa escuela le había privado de ello. A consecuencia de eso y de su trastornada conversación con su compañera de clase, Malina Strauss, su ánimo había decaído bastante.

No tenía ganas de estar en la Sala Común ni de deambular por los pasillos así que, en última instancia, optó por buscarse un sitio allí y, para su suerte, en aquel momento se encontraba vacío. Escogió una de las sillas que estaban en segunda fila y se dejó caer en ella, se introdujo una mano bajo la camisa y extrajo su péndulo. Lo dejó caer y clavó sus ojos en el cuarzo que reflejaba la luz que le rodeaba de forma irregular.

-"Vamos a probar a buscar energías ajenas..." -El muchacho dejó caer la piedra y esta se quedó estática en el sitio. -"Mmm... Ahora mismo no hay nadie cerca. Voy a ampliar el radio a ver hasta dónde llega ahora."

Con la tediosa tarea de integrarse, Halloween y toda esa faena social, altibajos emocionales y demás trivialidades, Heller había estado demorando demasiado temas de mayor productividad personal. Aunque no participase activamente, siempre estaba atento a los rumores que corrían de boca en boca ya que creía fervientemente que si estos nacían, era por alguna verdad oculta.

Y qué decir que esa curiosidad morbosa a veces era de lo más útil, puesto que, entre cotilleos sobre la morralla e ideas absurdas relacionadas con el profesorado, algo de su interés llegó a sus oídos. Algo sobre un chiquillo a quien se puso a buscar de inmediato a base de preguntas sobre su paradero y trotes por los pasillos y salas. El pesado archivador que llevaba bajo el brazo no estaba ayudando demasiado.

"Que alguien me explique cómo coño se pierde alguien en un sitio TAN cerrado."

A veces deseaba haber heredado ese habilidad natural para el deporte de su hermano. Aunque por suerte ya no le quedaba mucho por dónde buscar.

Con los ojos aparentemente vacíos, el finlandés observaba milimetricamente cada sutil vaivén del cuarzo, casi imperceptibles a simple vista. Su péndulo había encontrado algo o más bien a alguien evaluando la forma en la que los movimientos circulares iban aumentando gradualmente de intensidad. El chico frunció el ceño con curiosidad. ¿Se estaban acercando a dónde él se encontraba?

Intrigado, se levantó de su asiento y guió sus pasos según las energías que registraba aquel artefacto.

-"Debe ser alguien de carácter impetuoso o difícil si el péndulo reacciona de esa manera ante alguien cercano."

Annkki se detuvo justo frente a la puerta mientras el cuarzo se inclinaba en un ángulo sobrenatural en dirección al exterior. En el instante en el que el cuarzo alcanzó una determinada altura, el rubio abrió la puerta de imprevisto, topándose con dos ojos de color verde intenso adornado de unas por una fila de gruesas pestañas. Sonrió y exclamó mientras dejaba escapar una risilla:

-¡Te encontré!

-¡Ah!

Heller dio un respingo ante semejante aparición. Una risita y un péndulo que lo apuntaba acusativo. Parecía que había dado justo con lo que estaba buscando. Esa bienvenida hizo que se le contagiese la risa.

-¡Hola! -dijo sonriente mientras se apartada un revoltoso mechón de pelo de la cara-. Bueno... Supongo que sabías que te estaba buscando, ¿no? -añadió señalando a la piedra con su debido respeto.

Annkki recogió el hilo moviendo gracilmente los dedos mientras repasaba mentalmente el aspecto de aquel muchacho. ¿Sería mayor o menor que él? No le pareciuó que estuviese en su clase.

-La verdad es que no, lo siento. -Respondió con una sonrisa cordial. -Solo comprobaba si había alguien cerca y te he detectado. Estas cosas no sirven para ser como la profesora Castila, digo, Castilla. -Sintió algo de vergüenza cuando se le trabó la lengua. -¿Cómo te llamas? ¿Querías algo?

-Heller Kreiss -se presentó amablemente mientras le ofrecía el apretón de manos protocolario-. Tú eras... ¿Virtanen, si no me equivoco?

Annkki asintió. Heller sonrió victorioso. Ya había confirmado quién era, pero esa reafirmación lo hizo sentir bastante favorecido.

-Verás, sé que no nos conocemos pero... -explicó Heller, haciendo el papel de chico tímido pero afable-... he escuchado cosas sobre ti y querría saber si te importaría que te hiciese algunas preguntas sobre... eso -dijo señalando de nuevo el péndulo, con una sonrisa complaciente.

-Ah...

Annkki se sintió incómodo durante una fracción de segundo. No era por aquel muchacho ni porque se interesase en sus facultades con la radiestesia. Era sencillamente que esperaba que la cosa no acabara tan extraña como con su compañera de clase. Sin embargo, y recapacitando en aquel chico, Heller, no tenía aquellos ojos extraños, consiguió mantener aquella desconfianza lejos de él.

-¿Necesitas que busque algo para ti? No tengo ningún problema, la verdad. -El finlandés se encogió de hombros con algo de nerviosismo mientras se daba la vuelta y volvía al interior del Salón de Actos. -¿Por qué no nos quedamos por aquí? No parece que vayan a molestarnos por ahora.

-Vale -aceptó con diligencia.

Siguió al más pequeño hasta una de las filas más posteriores donde este tomó asiento. Heller se sentó a su lado y miró alrededor. Le impresionaba lo espacioso que era el lugar cuando estaba vacío.

-Bueno, ¿qué quieres que busque?

-Ah, bueno, respecto a eso... No es exactamente eso lo que necesito -sonrió con cierta timidez ensayada-. Quería preguntarte algunas cosas un poco más... ¿teóricas? Si no es mucha molestia, claro -agitó las pestañas y se acomodó el archivador sobre el regazo, dando la mejor imagen de sí.

-Vaya, no sé... Es que no creo que te sea muy útil. -Dijo el muchacho cohibido por las palabras de su acompañante. -Si te digo la verdad, estas cosas aprendí a hacerlas por mi cuenta así que no sé cómo explicar la teoría...

El amor existe, igual que existe tu talento para lo oculto.

Guardó silencio un par de segundos, y amplió su sonrisa con algo de nerviosismo.

-Pero lo puedo intentar... ¿Es que quieres aprender a hacer radiestesia también? -Antes de que el otro preadolescente pudiese replicar, Annkki tomó aquellas femeninas manos entre las suyas y las observó con detenimiento. -Tienes una manos ligeras, y parece que también tienes buen pulso...

Heller, que no había esperado ese contacto tan espontáneo, tensó los hombros como acto reflejo y por una pequeña fracción de segundo sintió la necesidad irrefenable de apartar las manos de aquel muchacho. Por suerte, tuvo el suficiente autocontrol y dejó que Annkki las mirase hasta el momento justo en que alejarlas cuidadosamente no resultara descortés.

-Gracias -sonrió mientras se acariciaba las manos. No había sido invasivo pero... -. Pero no es eso lo que ando buscando, aunque no te voy a negar que también es buena oferta, así que lo tendré en cuenta. Mira.

Abrió el archivador y empezó a rebuscar entre las numerosas hojas cargadas de anotaciones y dibujos relacionados con diversas prácticas adivinatorias. Aún sentía las manos del chiquillo sobre las suyas.

-No te quiero preguntar nada muy complejo -hizo una pausa-. Puedo dar por sentado que tienes mucha práctica, ¿verdad?

-Sí, supongo que sí. -Respondió el otro chico sin apartar los ojos de aquel cúmulo de hojas llenas de apuntes de letra minúscula y diversos dibujos alrededor. -Empecé cuando tenía unos cuatro años, que mi padre me regaló un péndulo de juguete. Jugábamos a que él me escondía cosas y yo las tenía que encontrar. Cuando ya me compré mi propio péndulo, ya no estaba tan... contento.

El finlandés se sintió incómodo al hablar de aquello.

-¿Qué necesitas de mí entonces?

Heller arqueó una ceja. Se percató del cambio de actitud, pero fue preferible pasarlo por alto. Un pellizco de envidia le agarró el estómago.

-Verás, es fácil -cogió un bolígrafo que tenía enganchado al interior de la carpeta. Procuraba no usar plumas, le parecían de lo más engorrosas-. Es casi como una entrevista -rio-. Ya que llevas tantos años de práctica, ¿qué pros y contras le verías tú a esto? Ya sabes, ventajas y problemas técnicos, cosas que se te resistan y demás...

Miraba fijamente a Annkki, como si eso fuese de verdad una entrevista y le fuese la vida en ello.

El muchacho se sintió algo tenso frente a aquella escrutadora mirada. ¿Sería por interés o acaso alguien estaba consiguiendo información sobre él a sus espaldas para algo? No tenía ni idea...

-Pros y contras, eehhhh... -Se había quedado en blanco. No se le daba bien aquello, pero ya que no parecía tener salida al haber aceptado ayudar a su acompañante, llegó a la conclusión de que quizás lo mejor era hablar como solía hacer. Mejor eso que quedar como un pardillo.

-La radiestesia se basa en leer las energías de lo que nos rodea para encontrar cosas así que yo creo que es algo muy útil. Si lo dominas bien, pues, puedes llegar a encontrar a personas desaparecidas, y si no, pues te sirve para cuando pierdes el bolígrafo. -Annkki rió algo nervioso. -Es una técnica precisa si se usa bien, más que leer las bolas de cristal porque, bueno, ya sabes, el futuro siempre es cambiante. Supongo que también es bueno que no canse tanto como los "postcognitivos". ¿Sabes lo que son?

-Claro. Medios mágicos por el que conocer sucesos del pasado. Es fácil -dijo con una respuesta casi de libro y una expresión de satisfacción-. Pero sí, es cierto que son... -"un coñazo"- ... una lata. Y personalmente me parece poco práctico...

"Encontrar a personas desaparecidas". Lo apuntó con letra nerviosa y resaltó su importancia con varios círculos. Buscando una cosa había tenido la suerte de toparse con otra. La tinta se volvió roja.

-...Pero volviendo al tema, ¿sabrías decirme algo más sobre eso de encontrar a gente desaparecida? -añadió sin apartar la mirada de todas las letras que tenía delante.

-Claro, hacer eso si dominas bien la radiestesia es fácil. Primero, necesitas el péndulo, claro. -El finlandés elevó aquel vaporoso cuarzo hasta que estuvo a la altura de sus ojos. La luz se reflejó en la piedra y luego en sus ojos, haciéndolos aún más brillantes. -Tienes que tener muy buen pulso y saber vaciarte de pensamientos. Ya sabes, para que no interfieran en las ondas. Luego, en la otra mano, debes tener algo que perteneciese a la persona que estás buscando. Lo mejor es siempre algo suyo, suyo, como pelo y esas cosas. ¡Ay, que se me pasa! -El muchacho rió con gracia. -A veces los péndulos pueden ser huecos por dentro en lugar de una piedra, tipo llama-ángeles, y dentro es donde se introduce la cosa que vas a usar para buscar la energía de esa persona.

El muchacho se relamió. Tenía algo de sed, pero lo cierto es que estaba entusiasmado ante la idea de poder hablar sin tapujos de lo que le gustaba.

-Por último, debes tener un mapa de la zona a buscar. Cuanto más detallado, mejor. Entonces haces así... -El chico de amplia frente extendió su brazo sobre el espacio que los separaba y automáticamente este se quedó estático, como si fuera algo ajeno al cuerpo del estudiante. -...y luego lo mueves despacio por el mapa, así. -Annkki deslizó la mano sobre un mapa imaginario. -Cuanto más te acerques al objetivo, el péndulo comenzará a girar en círculos. -El chico apartó el brazo y recogió su colgante, acariciando la piedra con los dedos. -¿Me he explicado bien? ¿Tienes alguna duda o algo?

Heller tomó nota sin vacilar de todos los datos sin que ni un solo detalle se le pasara por alto. Absorbió toda la información como agua y al instante comenzó a procesar todo lo dicho. La explicación había sido clara y concisa pero había un había un punto en particular…

Acarició el bolígrafo entre los dedos mientras meditaba sobre los interrogantes de las hojas y sus ideas se perdían entre sus pensamientos.

-Te has explicado muy bien, pero tengo hay una cosa que no tengo clara… –hizo una pausa para poder formular la duda de forma que se le entendiese-. Todo medio de adivinación funciona mediante energías pero…  ¿Y si no conoces el estado de la persona en cuestión? Es decir, si está viva o muerta… ¿No reaccionaría o habría algún modo de que te corroborase algo? Necesito saber su grado de precisión –sentenció mientras señalaba el péndulo, sin quitarle un ojo de encima a Annkki.

-Mmmmm... -Annkki torció la boca en un gesto cargado de concentración y cuya mirada parecía perderse en algún punto en concreto de aquel oscuro techo. -Es complicado, la verdad. Que yo sepa, todo lo que tenga que ver con adivinación y clarividencias de esas no suelen ser precisas. Además, yo sé sobre todo de radiestesia. El resto de las técnicas no las domino tanto.

El muchacho esbozó una sonrisa de disculpa.

-Aunque si usamos la intuición se puede suponer. Por ejemplo, el péndulo marca las zonas en las que se puede encontrar la persona desaparecida. En caso de suponer que no esté viva, pues creo que se debería usar el método de las varas. Son como dos varas así, con forma de L... -El rubio dibujó la forma de aquellos objetos con sus delgados brazos. -...y normalmente vibran cuando encuentran pozos, normalmente con agua. Y todos sabemos que las personas somos un nosecuanto por ciento de agua. Sería más preciso que usar un péndulo, pero vaya, que las energías de las personas se impregnan en el entorno así que si ha sido reciente, podría reaccionar igualmente. ¿Entiendes lo que digo?

-Claro -contestó Heller con la mirada perdida entre los apuntes mientras mordisqueaba el bolígrafo.

"Precisión: alta. Hallar objetos, personas desaparecidas. Limitaciones: ..."

Expresión pensativa. Ahí es donde quería llegar. Tendría en cuenta lo de las varillas para otra ocasión.

-Entonces, ¿tú dirías que eso es un punto flaco de la radiestesia?

-Mmmm... Supongo que sí, pero como la radiestesia se puede usar de varias maneras y es mucho más precisa que la cartomancia, la lectura de manos y eso, no lo veo tan malo, la verdad. -Annkki se percató de la intensa atención que su acompañante estaba prestando al tema de conversación. -No sabía que había alguien en la escuela al que le gustase tanto estas cosas. ¿Haces este tipo de cosas? ¿Qué método usas?

-Emmm... -Heller notó como un leve rubor le cubría las mejillas. De un momento a otro se giraron las tornas de la conversación y ahora lo apuntaban directamente a él. Y le tocaba hablar de él, algo siempre difícil-. Bueno, sí, digamos que sí, aunque no me especializo en nada en particular... -hizo una pausa-. Estudio por mi cuenta algún método raro o que capte mi atención y luego práctico el tiempo que vea necesario para obtener algún resultado esclarecedor...

Hubo un breve contacto visual por el cual Heller sintió que se ruborizaba aún más. Esperaba no estar quedando como un memo ante un chiquillo de un curso menor.

-He estado probando con la licnomancia y la ceromancia, entre otras cosas aparte de las que se dan en clase. Tengo que confesar que la lectura de posos de té me lleva por el camino de la amargura -se rio avergonzado. Sólo tenía que recordar esa tarde de acalorada discusión con Eugen sobre si los posos de una taza hacían el dibujo de un pato o un caballo-. Aunque la verdad es que me interesa más la parte teórica que la práctica, por eso tengo esto -apuntó sonriente al archivador-. Estoy tomando nota de todos los datos interesantes que obtengo de las prácticas que voy conociendo, a ver si con suerte en un futuro puedo cubrir un poco todas las lagunas que tiene todo este tema de la adivinación. Creo que si se perfeccionase, podría llegar a ser una herramienta muy útil...

Ante aquella última frase, al chico le brillaron los ojos con intensa emoción.

-¿De verdad? ¡¿Tú también lo piensas?! -El finlandés esbozó una sonrisa amplia y sincera. -Es genial que quieras investigar la teoría. A mí me pasa al revés, fíjate. -Se llevó una mano a la nuca y se revolvió tímidamente el cabello.

-Leo cosas y las llevo a la práctica, pero cuando empiezo a leer más sobre ellas peor me salen. Entonces empiezo a probar a hacerlo a mi manera y resulta que funcionan mejor. Debo ser una especie de errata en esto... Además, yo odio leer los poso del té. -Añadió el chico en voz baja a pesar de encontrarse ambos a solas en aquella estancia. -Las formas no son definidas, a veces tienes que beber infusiones asquerosas y encima no es preciso porque el futuro es cambiante. ¡Es casi tan malo como la bola de cristal! -Y estalló en una risotada.

Aunque conociese con antelación la destreza de su compañero con las prácticas adivinatorias, Heller no esperaba ni mucho menos que la opinión de ambos convergiesen en un punto. Sintió como, sin quererlo, se le ensanchaba la sonrisa al ver a alguien tan interesado como él, aunque vio claramente como las opiniones de ambos se alejaban la una de la otra tan rápido como se habían encontrado. Sin embargo, eso no fue un impedimento para que Heller no pudiese apreciar que había dado con alguien potencial con quien poder discutir ese tema.

-La verdad es que no creo que sean tan malos, simplemente un poco vagos -contestó Heller dejando por una vez vía libre a sus opiniones-. Sinceramente, no sé si el futuro es cambiante o no, pero lo que sí creo es que existen muchas posibilidades sobre lo que pueda ocurrir en un futuro. Y entre todas esas posibilidades, siempre hay una que es la verdadera -golpeteó la superficie del archivador con el bolígrafo para darle énfasis a sus palabras-. En vez de dejarse llevar tanto por la subjetividad, habría que pulir esas técnicas precognitivas y buscar alguna forma de dar con la verdad. Me da la impresión de que la gran parte de los medios adivinatorios son como trabajos dejados a medias porque el factor del misterio les da "cierto encanto". Y ese mismo jodido misterio es el que hace que los resultados no sean precisos y nadie respete este trabajo -frunció el ceño, dejando a la vista la seriedad con la que se tomaba todo aquello-. Pero hay gente como la profesora Castilla que tienen una habilidad innata para conocer el futuro y gente como ella son los que tienen la clave para solucionar ese "misterio". Simplemente hay que ponerle cabeza, creo yo, y llegaría un día en el que se podría conocer el mañana como quien conoce el tiempo... ¿no crees? -clavó su mirada sobre la de Ankki, aún con un ligero rubor en las mejillas, consciente de que se había dejado llevar por la emoción del encuentro.

-No lo había visto de esa manera, fíjate. -Respondió el otro chico con un deje pensativo. -Yo es que soy de los que creen que el futuro es cambiante por eso que has dicho, porque hay muchas opciones y no es posible decir "mira, va a ser esta o la otra" porque encima, a lo mejor cuando se lo dices a alguien, ese alguien hace cosas para evitarlo y eso... O sea, que las acciones influyen, eso quería decir. -Logró soltar al fin tras aquel conjunto de palabrejas mezcladas. Le encantaba el tema, pero exponerlo en palabras le costaba lo suyo.

El chico se acercó un poco más al rubio y miró con un deje de curiosidad por encima de la libreta que tenía.

-Entonces, ¿crees que es posible encontrar la verdad con la adivinación si se pulen... es pulen, ¿no? Sí, eso. Si se pulen las técnicas que ya se tienen.

Entonces Annkki cayó en un cosa que el su acompañante le había dicho.

-Si es eso, ¿por qué no has hablado con la profesora Castilla en vez de conmigo? Ella sí que tiene que saber de estas cosas... ¿O es que te da miedo? -Espetó el finlandés moviendo graciosamente sus cejas arriba y abajo sobre su amplia y blanca frente.

-Sí que me impone un poco pero...

"No es eso precisamente..." se dijo al recordar los labios rojos de la profesora sobre el único atisbo de piel blanca. Carraspeó un poco antes de que las ideas se le fuesen por la tangente que más lejos quería ver.

- ...no sé, antes de hablar con ella querría recopilar algo más de información. Quería saber más sobre la radiestesia y por eso vine a hablar contigo -río mientras le daba un suave codazo al finlandés. Tras la expresión que le había echado el chiquillo, se vio con la suficiente confianza para responderle de tal forma, no sin avergonzarse seguidamente de ello-. Además, creo que es mejor contrastar datos y conocer más de un punto de vista para todo esto... Y así tengo alguien con quien hablar de esto -añadió por último con una sonrisa tímida.

-Me has dicho Heller, ¿verdad? -Preguntó Annkki antes de continuar con la conversación. Era bastante torpe para recordar los nombres a la primera así que prefirió cerciorarse de él antes que decirle cualquier chorrada digna de premio como nombre.

-Gracias. -Espetó con una sonrisa tan amplia que casi podían verse todos sus dientes blancos y alineados de forma perfecta.

Annkki posó una mano sobre la parte superior de la libreta.

-¿Me dejarás leer tus teorías cuando las tengas hechas? Es que nunca tengo paciencia para leer libros sobre el ocultismo y eso, tienden a irse por las ramas o explicarlo que casi parece una historia de miedo... -El muchacho dejó escapar una risilla aguda al intentar contenerla.
-A cambio, yo te explicaré lo que quieras. No soy bueno en eso, vaya, pero si necesitas alguna cosa sobre radiestesia, podemos hablar cuando quieras.

Annkki se sentía pletórico. Le daba la sensación de que acababa de conocer a alguien con el que al fín podría hablar de las cosas que realmente le gustaban.

No le importaba si era por estudio o por si le consideraba una especia de "fenómeno".

Mientras pudiera compartir esas impresiones constantemente censuradas por sus padres o amigos, el resto le daba exactamente igual.