Frambuesa. Merengue. Números.

Annkki tuvo que parpadear unas cuantas veces antes de que su cabeza terminase de procesar la información. ¿Pagarle? ¿Por eso? Si era verdad que el cobraba una especie de "tarifa" por su radiestesia, pero eso que estaba haciendo era distinto...

-N-no hace falta... Tampoco creo que el resultado sea 100% así que no creo que debas pagarme por esto.- Logró decir algo cohibido.- Bueno... ¿y sobro quién va a ser esta vez?

-Stephan Keehl, de quinto. Un chico nuevo de este curso así afeminado y, con el pelo así... -Con las manos Malina le indicó a Annkki el corte de pelo de Stephan, que enseguida reconoció a quién se refería. -... que se lo pone rosita, azul y más colores pastel.

-Sí, sé quién es. ¿Tienes sus datos?

-No son muy precisos, es de lo que he podido conseguir por ahí. Es Alemán. No sé la ciudad pero está cerca de la frontera con Polonia. Su cumpleaños tiene que ser en la primera mitad de septiembre, porque la madera de su varita es la de su árbol celta, sauce llorón. También sé que es virgo, pero no sé el día. Y también me dijo Khristyna que habló con él de la importancia de las horas del nacimiento y él dijo que nació al anochecer. ¿Son suficientes datos?

Annkki se mordió el pulgar, pensativo, en un gesto cargado de candidez extrema para su edad.

-Mmmm... Supongo que podría intentarlo. Será menos preciso pero, en principio, se puede.- El finlandés, volviendo a coger la hoja en la que realizó los cálculos entre él y su acompañante, le dio la vuelta y comenzó a garabatear por la otra cara.- ¿Y ahora pongo los tuyos?- Preguntó él con inocencia dando por sentado que a su compañera iba detrás de aquel muchacho de aspecto afeminado.- "Y eso que dicen que es un liante... Espero no tener problemas con alguien así. Papá y mamá se enfadarían mucho..."

-Sí, sí, los míos. -Malina, mientras Annkki lo preparaba todo de nuevo, rebuscó entre sus cosas, pero no pareció darse por satisfecha. -No tengo el monedero aquí.Si quieres te pago en especie, ya sabes, que te compre algo que se te antoje o te dejo a deber un favorcillo... Es un buen trato, ¿no?

-No es necesario...- Dijo el muchacho con una breve risilla al ver que ella no se daba por convencida con aquello.- Pero si tantas ganas tienes...- El chico se quedó pensativo unos segundos, pensando en qué pedir a cambio cuando al fin cayó en la cuenta de qué podía solicitar.- ¿Me darías un par de chicles?

Malina abrió la bolsita que estaba a rebosar de chicles y le dio cinco.

-Deberías hacer esto por la escuela y que te pagaran en especie. Con lo bueno que eres te pegarías una vidorra... -Malina volvió a centrar su atención en el papel del chico. -¿Y? ¿Cómo salió la cosa?

-Mmmm...

El muchacho continuó con aquel vaivén de su mano derecha, trazando círculos irregulares y anotando conceptos y detalles con su consabida letra ilegible. A pesar de que la adolescente pasaba constantemente su atención del papel a su compañero de clase, este parecía mucho más concentrado en sus cálculos que cuando estaba realizando la carta de compatibilidad entre ellos, seguramente por no ver su nombre escrito en aquel papel arrugado lleno de garabatos.

Tras un par de minutos de tensa espera, el finlandés terminó.

-¿Y bien? ¿Qué ha salido?

-Em...- El rubio estaba más que sorprendido por el resultado y no sabía qué palabras expresar para lo que "el futuro" o "destino" decía que es tenía deparado en caso de acabar juntos.- Bueno, es que es difícil de explicar... Verás...- El chico tragó saliva y soltó la parrafada prácticamente del tirón.- Las personalidades son altamente compatibles por la cantidad de puntos similares que tenéis debido a a posición de vuestros planetas a la hora de nacer, algo así como dos frutas nacidas de un mismo árbol. Pero las similitudes son muchas así que hay mucho riesgo de choque entre ambos porque vuestros signos tienen en común las energías negativas.- Paró un segundo para humedecer sus labios secos.- Si los datos de ese chico son ciertos, el equilibrio entre ambos es peligroso porque las emociones negativas tenderían a influenciar al otro, como si crearais un circulo de agua sucia por lo que no se puede limpiar. En resumidas cuentas, sois personas que podéis congeniar pero que inevitablemente os malinfluenciaríais por vuestros pensamientos parásitos y vuestras malas vivencias en común. Si la reación se alarga puede ser... er... catastrófica.

El muchacho desvió levemente la vista, azorado.

-¿Por qué te salen este tipo de cosas? Es que no es muy normal...

-Por mí es perfecto. Esa relación es ideal para mí. Si somos dos frutas nacidas del mismo árbol, entonces nos pudriremos juntas. -Sonrió Malina apretando sus labios en un gesto algo provocador.

Cuando pudo ver la mueca que se estaba trasfigurando en el bonito rostro de Annkki decidió responder a su pregunta con toda la honestidad con la que podía.

-Quizás sea porque yo soy quien ensucia el agua. -Paradójicamente, su voz estaba aderezada con un matiz de orgullo.

Claramente pudo ver al chico rubio desconcertado y receloso. Podía parar ahí mismo y decirle algo del tipo "oye chico, ¿en serio te lo has creído? ¡era broma! ¿en serio te lo has tragado? ¡que era broma!", sin embargo había otras muchas cosas que quería decirle a ese niño bonito que parecía la auténtica maquinaria de la ingenuidad.

Sonrisa. Carcajada.

-Oye chico, ¿en serio te lo has creído? ¡Era broma! ¿En serio te lo has tragado? ¡Que era broma! -Unas palmadas en su propia mejilla. -Es que en serio, si no me lo tomo con cinismo voy a acabar súper depre. Anda venga... Lo que pasa es que tengo muy mala suerte con mis elecciones, ¿sabes?

-Vaya, eso es triste.- Respondió el chico más aliviado al ver que aquellas extrañas palabras habían sido solo una tomadura de pelo a pesar de lo veraces que habían parecido sus declaraciones en el momento.- Pero no te preocupes. Mamá siempre dice que todos tenemos a nuestra otra mitad en alguna parte y que no hay que darse prisa por encontrarla, que aparecerá cuando menos lo esperes.- Sonrisa.- También es posible que me haya equivocado con esto. No sabemos los datos exactos de Kill...

-Keehl.- Malina dejó escapar otra breve risa.

-Bueno, eso, Keehl. No sé sus datos y es la primera vez que hago uno de estos así que no te lo tomes muy a pecho.

-Yo creo que tienes más talento del que te crees.

Malina, sin previo aviso le dio un toquecito en el centro de la frente con su dedo índice, como si de una diana se tratase.

-Llevas todo el rato que "si no es para tanto", que "si no te tomes mis predicciones a pecho", blablabla. Podrías creer un poquito más en tus habilidades, ¿no crees?

-Ah, pero no es que no crea en ellas, es que tampoco es que tenga tanto mérito.- Si hubiese sido otra persona, aquellas palabras habrían sonado como muestra de una patente baja autoestima, pero en boca de Annkki lo único que denotaba era una extraña afirmación rotunda ante el hecho de que lo que él hacía no era nada del otro mundo.- Cualquiera puede hacer esto con práctica. A mí me gusta mucho, vaya, pero no es algo que vaya a darme un futuro prometedor. Tengo que pensar en mi porvenir y escoger mis asignaturas cuidadosamente para ser alguien de provecho cuando acabe mis estudios.

-Esto requiere mucha intuición más que práctica, así que error. Lo tuyo es talento puro. Y por otra parte...

Malina sí se puso seria. Esta vez sí.

-... ¿Qué es eso de "alguien de provecho"? ¿Me estás diciendo que un vidente tiene menos mérito que un profesor de historia, por ejemplo?

Annkki, con una clara muestra de desconcierto en su rostro, tardó varios segundos en responder.

-N-n-no quería decir eso, bueno, quiero decir... Es que el ocultismo y esas cosas no son objetivamente demostrables, al contrario que la historia. Así que, eso... No sirve para dedicarse a eso porque no hay objetividad. Por eso hay tanto cuentista...

Algo se soltó dentro de Malina con aquellas palabras de Annkki, como un nudo que acabase de desatarse. El sonido del raso cediendo ante la presión y cayendo de forma vaporosa inundó sus oídos.

La cinta se soltó. Sus palabras y acciones dejaron de estar medidas.

La chica esbozó una sonrisa aun más amplia e intrigante. Bajó la vista y la posó en el pliegue de la falda sobre sus muslos.

-El amor no es algo demostrable. El amor, de hecho sólo son reacciones químicas de las hormonas corporales que se mueven por un instinto de conservación del ADN. -Malina hablaba despacio, con voz sombría, sin moverse apenas. -Un hombre y una mujer que quieren conocerse tan a fondo que deciden hacerse uno y cambiar sus vidas para traer una nueva al mundo, eso solo es un fraude para tapar la conservación del ADN. Porque el ser humano solo existe para dejar su ADN en este mundo para que no se extinga cuando muere. Esto quiere decir...

Ahí estaba la cosa.

-... tus padres no te aman. Tú solo eres un trozo de ellos evolucionado. Carne y ADN de ellos, por eso te miman y te protegen. Para perpetuar tu existencia para cuando ellos mueran. Lo que se le llama "amor" en realidad es el instinto natural, fruto de la química.

Y no paraba.

-Eso está científicamente demostrado. En cambio el amor solo es una hipótesis para los que sienten que la realidad es demasiado fría. Así que no creas en esa mierda del "amor", que solo es un lecho sobre la realidad de piedras.

Y esta vez sí levantó la cara para mirar directamente a Annkki a los ojos.

-Prefiero que mi objetividad sea nula si eso me da licencia a creer en el amor.

El finlandés sintió como si una jarra de agua helada acabara de ser vertida sobre él. Una mano gélida se cerró en torno a la boca de su estómago con fiereza ante las palabras de su acompañante. ¿Qué pasaba? ¿Por qué le había dolido tanto?

-"Yo no soy tan sensiblón..." Pero es que eso... -Las palabras no le salían. ¿Qué había querido decir con eso de que sus padres no le querían? -Lo que dices no... -¿A qué venía eso del ADN? -Esas cosas... -¿Qué pintaba el amor en aquella conversación? -Esas cosas... no son como tú dices. Además, eso no tiene nada que ver con lo que estábamos hablando.

El rubio desvió la vista en una clara señal de molestia. ¿Que sus padres no le querían? Claro que le querían. Los sentimientos son verdaderos...

Annkki comenzó a darse cuenta de lo molesta que le estaba comenzando a resultar la compañía de aquella chica.

-Pues yo creo que sí. Tu hablabas de el poder de lo demostrable por los ojos, y me estabas intentando convencer de que esas cosas tienen más valor que lo que no se ve.

Malina cogió otro chicle y se lo metió en la boca para hacer más grande el que ya tenía.

-Yo solo he aplicado tu argumento en un contexto más sentimentaloide, y no te ha gustado nada de nada por lo que veo...

El finlandés apretó sus finos labios con fuerza mientras volvía a sentirse herido por las crudas palabras de la adolescente. No levantó la vista en ningún momento. No quería verle la cara ni quería que ella precisamente se diese cuenta de que le empezaban a escocer los ojos.

-A cualquiera le molestaría... Los sentimientos son una cosa y... y... lo de adivinación es otra. -Se había quedado ahí, pero es que no sabía qué decir a continuación. -Eso del ADN es mentira. Eso solo lo dicen los que van de listillos. El amor existe...

Malina, con una risa socarrona, lo agarró de las mejillas para que los ojos enrojecidos del muchacho se encontraran con los suyos. Se podía incluso ver reflejada en aquellos irises claros y brillantes.

-El amor existe, igual que existe tu talento para lo oculto. Eso es lo que quiero que entiendas.

Los pulgares de Malina se movieron despacio, apretando con suavidad aquellos carrillos rosados, convirtiendo el gesto gradualmente en una caricia.

Sus sucias pupilas. Su ambigua sonrisa. Pero sus dedos eran suaves.

Un escalofrío que poco tenía que ver con el ambiente le recorrió toda la columna vertebral. Con las manos de aquella chica en su cara, Annkki se vio incapaz de apartar su mirada de aquellos extraños ojos turbios como el agua estancada. Malina lo acababa de elogiar, pero sus palabras no habían tenido el efecto que una alabanza suele causar. Se sentía mal. Incómodo. Insultado... Pero no podía romper aquel contacto visual establecido con sutileza, pero a la fuerza.

-...Gracias. -Fue lo único que pudo decir con ojos temblorosos.

Malina se apartó de Annkki. No estaba lo suficientemente ciega como para no darse cuenta de que aquel muchachito tierno estaba más que afectado con lo que le había dicho. La chica sintió un pellizco en el vientre de remordimiento.

"Pobre chico. No pensé que fuera a ser tan blandito..."

Se quitó las gafas y se las limpió con una tela especial que dejó los cristales perfectos en una pasada.

-Oye... nos hemos olvidado por completo del trabajo, ¿no?

Annkki parpadeó un par de veces y, de repente, su cara pareció recuperar el color que había perdido. Sus ojos volvieron a verse como siempre y sonrió cariñosamente mientras se atusaba el corto flequillo hacia atrás dejando al descubierto su amplia frente.

-Es verdad... Mejor volvemos a nuestra tarea, ¿no?

Ambos comenzaron a sacar sus libretas para realizar los apuntes previos y demás, pero el muchacho le dedicaba de vez en cuando miradas de soslayo a la muchacha.

No era llamativamente guapa, sus notas no salían fuera de lo habitual e incluso podía tacharla de ser un poco bruta, pero no era nada de ello lo que lo desconcertaba.

Era algo. Un algo que iba más allá de sus extrañas palabras y de su aspecto.

A pesar de que dentro suya parecía seguir doliéndole algo, no sabía exactamente qué, se volcó en la tarea y comenzó a releer el enunciado de lo que debían hacer.

-Oye Virtanen. -La chica rompió de golpe el silencio. Lo estaba mirando a los ojos.

Esos ojos bonitos, redondos e inocentes.

Continuó mirándolo en conjunto.

Aquellas mejillas redondeadas que le daban un aspecto inocente. Aquel flequillo claro que en su caída le daba un aspecto inocente. Aquella boca rosadita que le daba un aspecto inocente. Toda su existencia, que parecía estar rodeada de un halo de inocencia.

Imágenes mentales llenas de sexo y violencia se colaron en la mente de la muchacha. Sonrió.

"¿Cuánto le queda a ese rostro que no ha visto nunca la cara oculta del mundo?"

Apareció en su cabeza una flor blanca a la que lentamente unos dedos crueles iban arrancándole los pétalos, con deleite y parsimonia.

"Quiero ser testigo de ello."

-¿Sí...?

-¿No te parece que va a llover?

-Em... Supongo, estamos en época, ¿no? -Declaró el chico con algo de desconcierto. Aquella pregunta le resultó tan extraña como si alguien le hubiese cuestionado si el amarillo del limón era de verdad un amarillo. -¿Por qué lo dices? ¡Ah! Es porque aquí suele nevar, ¿no?

-Aquí nieva cuando hace más frío. -Sonrió la chica. -Es más bien porque me agrada cantar bajo la lluvia...

-¿C-cómo...? -Annkki no llegaba a comprenderlo del todo.

-I'm siiiiin-ging in the raiiin~♪ -Malina dio dos golpecitos fuera de ritmo encima de la mesa, sin dejar de mirar al chico.

Annkki estaba seguro de que tenía que tener una cara digna de un cuadro. No sabía a que venía aquello pero tenía que reconocer que la canción que tarareaba la chica le resultaba pegadiza así que al final la imitó pero haciendo un breve cambio en la letra.


-I'm singing in the train. -El muchacho dio un par de golpes al borde la mesa con su bolígrafo, pero apenas tuvo tiempo de dejar escapar una carcajada cuando la Bibliotecaria apareció con su cara de mono rabioso y los mandó callar.

Ambos volvieron a su tarea a pesar de que, en ocasiones, ambos tarareaban la misma melodía para sus adentros.