Castaño de Indias

-E-Entiendo… -Había pasado un poco de miedo y aún le costaba hablar.

Bebió un sorbo largo de su infusión que estaba prácticamente acabada y la dejó sobre el suelo al lado suya.  Se palpó y acarició el pecho intentando dispersar los residuos de los sentimientos que le habían quedado de aquella experiencia.
Estaba intentando centrarse de nuevo en el tema en cuestión, que como bien había dicho Veda, era él.  Él venía aquí buscando ayuda así que tenía que echarle valor y preguntarle un par de cosas a Turull:

-D-Disculpa Turull… ¿Crees que podré m-meditar de esa manera yo también?  ¿Y cómo funciona ese tipo de magia? Porque d-dijiste que Veda no es la única que lo hace pero… Tampoco cualquiera podría hacerlo sin más… ¿O sí?

“Joder…No sé si estoy haciendo lo correcto.  Me pregunto si los peces son los mismos para todos… O mi pez variará… ¿Sabrán Turull y Veda que pez me saldrá de antemano? Son muy listos…Bah, paso de preguntar, ya he tenido suficiente.”

Turull se echó a reír de inmediato. No era una risa hiriente. Era más bien divertida y contagiosa, muy contagiosa.

Con la taza pegada a los labios, Veda comenzó a temblar en silencio. Por el ligero gesto torcido que tenía, debía estar riéndose también, algo que era bastante impactante de ver.

Y entre esa risa, Turull se dirigió a Letze para darle la mano.

-¡Ese es el espíritu hijo mío! Tienes todo lo necesario para poder nadar con tus peces. De hecho eres una de las personas con más posibilidades de hacerlos nadar fuera de tu pequeño acuario que he conocido. Por eso Veda insistía en sacar tus peces, precisamente porque tú puedes hacerlo. Solo necesitas aprender cómo hacerlo.

Turull le apretó un poco más la mano. Estaba acercándose a él.

-Cuando quieras hacerlo y te sientas preparado, ven a verme. Te guiaremos en esto.

Letze que sin motivo rio junto con ellos, dejó a Turull que hiciese con su mano y su distancia personal lo que le viniese en gana.  Estaba cómodo.  Seguía teniendo problemas, pero algo en él había cedido un poco y se encontraba en paz.  No necesitaba correr y solucionar sus problemas ipso facto, se podía permitir ser un desastre hasta que estuviese preparado.
La mañana siguiente sería su nuevo punto de partida.

-Vale...-Lo dijo con firmeza, sin que le temblase la voz.- Muchísimas gracias… Volveré cuando pueda… Nos vemos, Veda.  Adiós.

Le dio un apretón de manos al chamán y se despidió en la puerta con una reverencia con la cabeza.  El chamán le despidió con su calma natural y Veda apenas le susurró algo.
Esta noche el profesor de astronomía descansaría bien.