Castaño de Indias

"Ya es hora."

Pasos por el pasillo.

"Despacio pero dando tumbos a toda velocidad."

Pasos por el pasillo.

"El énfasis del tropiezo con uno mismo."

Ligero sonido de traspiés en el pasillo.

"Las estrellas están cubiertas por un frondoso Castaño de Indias."

Alguien entró en la enfermería. Alguien que estaba allí para quedarse. Las carpas del estanque salpicaron agua reluciente. Resonaron campanitas mecidas por la sutil brisa con aroma a incienso y especias. Respiración agitada de uno. Sonrisa complacida del otro.

Las puertas estaban abiertas.

-…¿S-S-Se puede?-Una pequeña pausa para cerrar la puerta tras de sí. “Respira campeón, no vayamos a liarla ahora.”

El corazón parecía que se le iba a salir del pecho y no era precisamente por la sesión de footing que se acababa de pegar por los pasillos. Echó un vistazo a la enfermería, donde no había ni camillas cochambrosas, ni paredes color blanco nuclear, ni suelo duro o enmoquetado… Estaba claro que había subestimado el poder de la enfermería; Ludwika le había dado la mejor idea del universo planteándole ir allí.

“Esto…Esto tiene que ser la definición gráfica de la palabra paz.”

Llenó sus ansiosos pulmones y respiró ese aire húmedo con aquel toque a incienso. Separó la vista del suelo y se fijó por fin en su acompañante de la tarde. Solo con mirarle ya sentía en él algo que le infundía el valor (que no poseía) para contarle miedos y preocupaciones a un total extraño; Todo lo que necesitase sin abusar, por supuesto.

-Pasa- Su voz era una ansiada brisa después de los azotes de calor veraniego.

“Es como si te diesen palmadas en la espalda, pero palmadas de enhorabuena… ¿Por qué será? Es una sensación muy extraña… No sé qué me pasa…”

Algo más relajado pudiendo pensar con la cabeza despejada, recapacitó en que era capaz de hablar como el ‘adulto responsable’ que se suponía que era. Alzando algo más la voz preguntó tímidamente:

-¿Dónde… Me siento?

-Ya que con tu elección no vas a pisotear a nadie... -Dijo risueño Turull señalando sin gestos toso el sitio libre que poseía cerca suyo para sentarse. -... puedes elegir el que más gustes. Izquierda o derecha, delante o detrás, son tus propias elecciones al fin y al cabo. Muy distinto es que el sitio que te agradase más ya estuviese ocupado de antemano.

Dicho esto y mientras esperaba a que Letze escogiera el sitio donde estar más tranquilo, fue sacando distintas bolsitas del mueble de madera que tenía a su espalda. Dicho mueble era a simple vista muy antiguo, de corte rústico y madera rojiza, que básicamente era un conjunto de cajoneras y armaritos, con cuerdecitas adornadas con piedras en lugar de pomos. En los laterales y puertecitas lucían siluetas dibujadas que recordaban a pinturas rupestres pero más detalladas, que retrataban los que parecían distintas aves rapaces.

-Cuando te sientas relajado y a gusto cuéntame. Mientras, ve eligiendo las que más te gusten que vamos a tomar un té a mi estilo. -Se fueron poniendo sobre la mesita una cantidad nada despreciable de cuencos de pequeño tamaño de barro, cada uno con una especia, hierba o flor distinta de la anterior. -Puedes oler y tocar, y te haré la mezcla que elijas. Es muy divertido cómo cada uno escoge por intuición lo que mejor le sienta.

-S-Sí…

Aún incómodo aceptó la ofrenda y comenzó a toquetear y rebuscar entre las bolsitas de té a ver si verdaderamente alguna en especial le atraía.

“Quizás esta…”Agarró una de las bolsitas más simples, “Huele a especias… No sé, no sé… Todas tienen muy buena pinta y huelen que te mueres… Joder esta es la primera prueba y ya estoy atascado. Seguro que está pensando que por qué tardo tanto en escoger. Ay, ay… ”

Curioseando encontró una bolsita con una etiqueta roja y cuyo papel poroso parecía tener un extraño reflejo del mismo color que le recordaban al tono de las amapolas; una de sus flores favoritas por excelencia. La agarró con cuidado (no quería que se rompiese y se espurrease todo) y acto seguido volvió a buscar la primera. Con movimientos tensos y ortopédicos las colocó delante de Turull.

-Verás… -Tomó aire muy decidido- “Ya no hay vuelta atrás.”

-Yo… Bueno… Desde siempre he tenido problemillas… De insomnio. Sí...- Se masajeaba los pulgares. Hablaba más rápido que de costumbre- Y últimamente al comenzar con las clases… Ah y sí, es la primera vez que les doy clase a alumnos de verdad… Bueno, que al comenzar las clases, tanto niño aquí y allá… Me lo ha empeorado bastante. Mucho. C-Cada día me cuesta más conciliar el sueño y ando de los nervios. Tengo que afrontar algún que otro miedo ya que no se me da muy bien relacionarme con la gente en general… Y… Y encima todos me miran por ser m-m-mulato…

-Entiendo que el hecho de ser físicamente diferente atraiga a los demás, sobre todo en un entorno tan cerrado como lo es este, que es un aparte aislado entre culturas.

Turull le ofreció la taza ya lista a Letze, de la que emanaba un aroma embriagador a rojo floreado y a calor estival bañado de savia fresca. El líquido era de un rojo apacible y translúcido del que emanaba un suave vaporcillo blanco.

-Lo que quiero decir que esta situación hay dos focos de la misma fuerza entrechocando entre sí. La fuerza se llama "nuevo", y el choque viene de ti mismo, que no posees la costumbre, y de los habitantes de este lugar. El sentirse intimidado por tener que salir de su zona de seguridad, y el sentirse intimidado por el hecho de que un ente nuevo esté en la zona de seguridad...

Turull se encendió una pipa que olía a madera y resina, perfumando casi como el incienso con el hubo dibujando ondas a su alrededor.

-¿Cuáles son los síntomas físicos exactos de tus dolencias espirituales?

-Entiendo… Eh, gracias… Muchas gracias.

Agarró la taza de té que se le ofreció aunque estuviese ardiendo sin pensárselo. Estaba muy abstraído en sus pensamientos.

-Pues... Depravación del sueño… Ojeras y b-bolsas… Más de las que ya tengo, claro. También se me contrae el pecho y noto que el corazón se me acelera… Se me hace un nudo en la garganta por… la ansiedad imagino y uh… Bueno los nervios ¿supongo que se manifiestan m-mediante mis gestos y mi tartamudeo? Y… Me causa mucha inseguridad estar entre tanto niño sin saber cómo entablar esa… Esa relación de profesor/alumno. Me da un poco de miedo si le soy sincero... Quiero decir ¿Cómo hablan los otros con tanta naturalidad? ¿Les sale de dentro?

Sintió un dolor que se expandía sin reparo sobre sus palmas.

“……¡¿Pero qué?!”

Soltó el pequeño recipiente de barro que tenía entre las manos preguntándose a la par cómo estaba siendo tan estúpido y distraído hasta ese punto tan absurdo. Con los ojos un poco saltones debido a la impresión, ojeó al más anciano con una expresión (ligeramente infantil) de vergüenza ya que había armado algo de alboroto.

-Perdón… Está calentito.

-Dando vueltas, por lo que veo. -Dijo de forma tajante Turull. Sin embargo, como era habitual, sus declaraciones no eran ni hirientes ni agresivas. -Lo que parece un problema en realidad es un síntoma del problema. Estás probando los síntomas de una dolencia que viene más adentro.

Sorbo de infusión. Calada de pipa. Suspiro suave dibujando peces de humo.

-Lo que quiero decir es que no careces de la habilidad para comunicarte con los otros, sino que la tienes mermada por tu propio diálogo interno que te pone la zancadilla, y a su vez es ese diálogo obsesivo lo que te hace fallar. "Tengo que poner bien el pie en el escalón para no caerme. Tengo que analizar cómo poner el pie para no caerme. Creo que no lo estoy poniendo bien. Voy muy lento. Me caí." Todo ese diálogo innecesario para una acción que debería ser instintiva o natural...

-Sí…

Hundió los hombros exhalando despacio. Eso ya lo sabía. Sabía que sus acciones deberían considerarse normales y no debería darle tantas vueltas a la cabeza pero aun así no estaba seguro de que causaba en él ese acto reflejo.

“¿Quizás no me estoy esforzando lo suficiente?”

Veía que el hecho de intentar hacerlo bien ya era un paso; no era comerse la cabeza por que sí. Al fin y al cabo escogió dedicarse al profesorado y reunió fuerza de voluntad para consultarle a un extraño sus pensamientos más íntimos. Podría haber desistido, viviendo sin aceptar a nadie en su círculo y dejándose caer en manos del destino, pululando como cualquier otro mago viendo mundo.

Pero el caso es que no lo había hecho. Aquí estaba. Volvió a suspirar.

-No se… Lo siento, no sé qué decir…

Turull dejó escapar por su boca vetas de humo que fueron tomando forma de aves, como sombras chinescas, que los revolotearon a ambos.

-¿Podría saber cuál es tu idea de transmitir conocimientos y energía a los demás, en especial a tus alumnos?

El chamán dio un sorbito a su infusión esperando la respuesta.

-Mi idea…  Mmm…

Al no haberse planteado nunca algo así tuvo que pararse bastante rato a reflexionar sobre qué contestarle a Turull.  Dándole vueltas a la cabeza observaba las figuras que nacían del humo que expulsaba el chamán. Tras esto cambió a mirar fijamente el suelo… Una vez más las siluetas… Luego sus largos dedos y manos…

-Yo la verdad…-comenzó bajito, aún sin tener las palabras adecuadas- Intento aplicar lo que me han enseñado… Intento hablar con las personas mostrándoles una parte de mí que, al fin y al cabo, sólo les puedo dar yo… Qu-Quiero decir… No hay ni una persona igual en el mundo y… Agh

Se estaba desviando de la pregunta.  Volvió a intentarlo:

-Lo que intento decir es que independientemente de si lo hago bien o mal quiero enseñarles a mis alumnos una parte de mí como profesor siendo yo mismo; actuando con naturalidad.

Turull se quedó pensativo ante aquello. El problema que tenía delante era algo bastante común, sin embargo esa cabezonería pasiva por parte de Letze no le estaba dejando entrar lo suficientemente hondo en la raíz de aquellas dolencias.

El chamán sabía que se encontraba ante una persona excepcionalmente sensible,y aquello era un arma de doble filo... Tenía que mirar a fondo qué aspectos de su hipersensibilidad podían ser realmente negativos para neutralizarlos en medida de lo posible, así como potenciar los aspectos positivos.

-Si en algún momento te sientes presionado con tanta pregunta, no tienes más que decírmelo, ¿de acuerdo? -Sorbo de infusión. -Me gustaría que compartieras ahora conmigo los métodos de enseñanza más positivos que has aprendido de tus maestros y el por qué te parecen los más positivos.

El profesor bebió su infusión con cautela, saboreándola antes de tragar.
 
-No, no-Alzó la mano para restarle importancia- Descuida que n-no me siento presionado…
 
Sonrió un poco avergonzado, como un niño al que acaban de reconfortar.  Esto se le mezcló con un sentimiento dulce al recordar a su tan admirado ejemplo a seguir como profesor.
 
-Verás…-Por fin comenzaba a sentirse a gusto- Tuve una vez un profesor que fue el que le dio cuerda a mi imaginación… E-El que me hizo plantearme seriamente lo que quería hacer con mi futuro…
 
Se revolvía las trenzas distraídamente mientras narraba su historia.
 
-Era mi profesor de astronomía justamente y hablaba de la asignatura con ilusión.  Era atento y muy dedicado… Se entregaba a sus alumnos y sacaba tiempo para ayudarles con lo que hiciese falta… Cubría todo el temario sin problemas y aun así le sobraba tiempo para contarnos cosas aparte de los muggles o cosas de cultura general. ¡Cosas interesantísimas!  Era fácil tratar con él si eras buen alumno, pero no tenía piedad si le faltabas al respeto… Valoraba el respeto mucho.  Todo lo que hacía me parecía positivo porque motivaba a los alumnos a seguir adelante, les apoyaba y de manera estricta les guiaba y enseñaba.  Le a-a-admiro muchísimo…

Ahí estaba el tema.

-Entonces quieres tener una actitud así de positiva con tus alumnos pero te tropiezas una y otra vez con tus propias dudas.

De pronto, unas vaporosas carpas de un gris negruzco comenzaron a nadar por el techo, provocando que algunos fuurin y atrapasueños comenzasen a sonar.

Veda estaba cerca. Y quizás en presencia de Letze la cosa podía no ir del todo sobre ruedas. Turull suspiró dejando que su humo tomase forma de carpas para que jugueteasen con las de la chiquilla.

-El miedo es un mecanismo infalible e irracional, ¿no crees? ¿Cuál es tu visión del miedo?

“Jo, nunca me he planteado seriamente estas cosas… ¿Y ahora qué le digo yo? Porque estás preguntas son difíciles… Cada vez más.”
 
Echó un ojo a la habitación.  Le había resultado extraño el color de las nuevas carpas que se mezclaban con las del más anciano, pero hizo caso omiso.  Tenía que pensar en qué respuesta darle, concentrarse con todo su ser hasta materializar el sentimiento en su cuerpo y poder explicar claramente lo que sentía cada vez que lo experimentaba.
 
-Mmm…-Bebió del recipiente de barro mientras meditaba una respuesta coherente- El miedo para mí es como un reto constante… Q-Quiero decir es desagradable porque es como las arenas movedizas: cuanto más miedo tengas más rápido te traga y menos esperanzas tienes de salir.  Pero sin embargo la situación te hace a la par sentir otras cosas como el ansia de superación, ganas de luchar y pelear… Y sufrir, sufres… Te hace darlo todo para machacarlo y salir vivo.
 
Se había emocionado un poco con la explicación y se sentía avergonzado.
 
-C-Claro que saber que se tiene que superar es fácil, pero la práctica es…
 
Sonó el abrir de una puerta.

Allí estaba Veda, como un fantasma negro, caminando despacio, casi deslizándose. Se aproximó a Turull y tomó asiento al lado de él.

La lúgubre chica tenía como costumbre formar parte de muchas conversaciones íntimas que tenía Turull con alguno de los que iban a ver al chamán. Pero Veda nunca interrumpía, ni su presencia era cargante, ni sus palabras fuera de lugar. Para Turull a veces era la herramienta perfecta para hacer llegar sus palabras. Para Veda era una forma de conocerlos a todos y acostumbrarse a los demás sin sentirse invadida.

Y como en otras ocasiones, ella misma puso nuevo incienso y preparó nueva agua para hacer más infusiones, con sus preciosos peces, volátiles como el humo, nadando en el aire de su alrededor.

-Esta es Veda Cecky. -Dijo Turull dirigiéndose a Letze. -Y él es el nuevo profesor de Astronomía, Veda.

-Es como un castaño de indias. -Dijo la chica con voz apagada y ofreciéndole al profesor unas bolitas de color negro que olían a algo tremendamente dulce, suave y como a flores...

-¡Oh! – Aceptó la ofrenda de la alumna- Muchas gracias, Veda.  E-Encantado…

Curioseó las bolitas.

“¡Huelen tan empalagosas! ¿Son…Golosinas?”

No estaba seguro de que eran, así pues optó por lo sano y le preguntó al chamán, ya que le daba algo de corte tratar con Veda.  Parecía buena chica pero no sabía bien cómo tenía que dirigirse a ella… Además ya había dejado de prestarle atención (estaba jugando con las carpas) y no quiso molestarla.  Sin embargo, lo que le resultó más extraño no fue lo que le dio, sino lo que le dijo; de eso si que no tenía ni la menor idea.

-¿Son…Q-Qué son? ¿Y perdón pero… Puedo pre-preguntar qué ha querido decir Veda? “Que yo tenga entendido un castaño de indias… E-Era una planta o algo ¿no? Al menos suena a algo así.”

-Lo que te ha dado Veda son gominolas. Muy sanas y relajantes. Siéntete afortunado, Veda ha decidido... -Turull esbozó una sonrisa que oscilaba entre la satisfacción y el orgullo. -... compartir sus golosinas preferidas contigo.

Veda se introdujo una en la boca con calma y machacó unas hierbas en el fondo de su taza, colocó un filtro al fondo con mucho cuidado y vertió el agua. Letze observó con el cuidado minucioso con el que la extraña muchacha, como un ritual, preparaba la infusión con sumo orden.

La voz de Turull sacó de imprevisto a Letze de su ensimismamiento momentáneo.

-Un castaño de indias es un árbol muy importante en la medicina de terapia de las emociones. Creo que ella trataba de decirte cuál es tu problema...

-Oh...Entiendo.

Letze se rascó la nuca incómodo, esquivando la coleta de trenzas que le colgaba a lo largo de su ancha espalda.  Miraba a Veda y a Turull intermitentemente sin tener muy claro que aportar una vez más.  Cogió una gominola y se la metió en la boca, pensando que sería adecuado demostrar que no le estaba haciendo ascos a las chuches de Veda.

“La verdad es que la chiquilla es tela de rara; no sé de dónde se ha sacado esa deducción, pero por lo que dice Turull parece acertada… No sé cómo lo sabe, pero… Pfff... Ay las golosinas... Me ha parecido un detalle adorable…  Parece muy buena chica.”

Sonrió para sí y alzó la cabeza, más animado que de costumbre.  Tenía una idea.

-¿P-puedo preguntarle a ella? Aunque- Se lo pensó mejor y todo apuntaba a que Veda no parecía interesada en él- quizás la estoy molestando…

Turull iba a decir algo, pero curiosamente fue Veda la que se adelantó, respondiendo por ella misma, gesto que dejó algo desconcertado al chamán.

-Si me sintiese molesta me iría. -Fue su respuesta.

Dio un trago.

-Si no me levanto está todo bien. -Su voz oscura y apagada dejó entrever un tono conciliador.

Turull sintió un silencioso arranque de felicidad al ver a la frágil y compleja Veda habiendo superado un paso más en su evolución personal.

"Si no me levanto está todo bien." Era carta blanca para dirigirse directamente a ella.

Extrañado por la respuesta de Veda y la reacción de Turull, imaginó que lo que estaba sucediedo era novedoso y algo a lo que no acostumbraban.  Había que pensar con seriedad y hablar con cautela ya que los incidentes habían tomado rumbos inesperados.  Temeroso ya que había entrado en un callejón sin salida bebió de su infusión para aclarar la garganta.

-De acuerdo, uum... ¿Cómo sabes lo que soy?-Se sentía profundamente intrigado por las capacidades de la chiquilla.  No había hablado con él, no había escuchado su anterior conversación con Turull, no había hecho más que entrar en la sala y ya sabía más de él que sí mismo.

-Argumentos torturantes. Diálogos internos no deseados. Cansancio. Dolores de cabeza. Insomnio. Falta de atención que lleva a cometer lo mismo de lo que en los pensamientos se acusa. Mirada perdida y fija.

Veda explicaba las cosas de forma objetiva y seca, enumerando cada síntoma sin levantar la vista de la taza. Turull le apartó un mechoncito de cabello de la mejilla que amenazaba con entrar en la taza.

-¿Y tú? -La mirada de Veda, fija en la infusión, no se movía un ápice. -¿Qué piensas?

“Joder.”

-Pues…-Bebió de su infusión que se tornaba templada- Pienso que eres muy inteligente.  Mu-Muchísimo… Y que has acertado a la primera y… Y me atrevería a decir que me conoces mejor que yo mismo.

Rio con amargura.  

Haber escuchado sus problemas de una manera tan directa y analítica le hacía darse cuenta de lo roto que estaba por dentro y todo lo que había aún que arreglar.  Tanto hablar de él comenzaba a pesarle.  Recordó lo que le dijo Turull de que si en algún momento se sentía agobiado podían parar, pero no estaba agobiado, solamente algo triste.

Profirió un suspiro.  

Se acarició la nuca pensativo mientras mantenía la cabeza gacha y la mirada fija al suelo.  Estaba sucediendo tal y como había dicho Veda.  Alzó su ojerosa mirada para clavar sus ojos sandía en ella.  Cuando le habló le dedicó una voz suave y cansada:

-Pero bueno, no importa lo que piense yo… L-Lo importante es arreglar mis...Cosas.

En ese momento, uno de los peces de Veda nadó alrededor de Letze. Realmente pareciera que se desenvolvía bajo el agua. Incluso daba la sensación de crear ondas y burbujas a su alrededor.

Letze miró a los ojos de Veda, tan profundos como una fosa abisal.

Bajo el agua. El aire escaso y pesado. El alrededor ondeante. Como bajo el agua.

-Bajo el agua los sonidos se apagan.

Turull miró a Veda. La voz de la chica era lenta y pesada, con el poder de arrastrar con su tono sugestivo a un estado de trance cercano a la meditación.

Ella quería arrastrarle. Quería ahogarle. Porque ella quería...

- ... ver tus peces.

-¿Pe…ces?

Todo su cuerpo se sentía más pesado que antes.  Era una sensación que conocía bien después de tantas noches de insomnio; un sentimiento de pesadez que te invade el cuerpo lentamente hasta entumecerte y cuyo propósito es nublarte los sentidos para darle rienda suelta al cansancio.  Sin duda era altamente comparable con lo que sientes cuando te entregas al sueño o te rindes a la pereza.
Era parecido a estar bajo el agua…Pero no como el humano que se ahoga y desea salir, sino como el pez que nada en ellas.
Era hipnotizante.

-Yo n-no sé qué me p-pasa...-Su voz sonaba ligeramente más grave.  Se frotó los ojos preocupado-Veda n-no entiendo bien… No sé bien qué buscas...  Así no puedo a-ayudarte.

Hablaba entre largas pausas pero se encontraba algo alterado.  Que no se sintiese amenazado por lo que estaba ocurriendo no significaba que le gustase perder por las buenas parte del control sobre su cuerpo.

-Eres tú el que vino por ayuda. -Sentenció la chica sorbiendo de su infusión.

Los peces de Veda dejaron de nadar súbitamente alrededor de Letze. No hicieron falta gestos ni palabras para comprender que ella había terminado de hablar. El ambiente cargante y pesado fue desapareciendo a medida que el aura de Veda iba restando presencia.

-Veda. -Dijo Turull de imprevisto, logrando volver a la serenidad habitual ese ambiente denso y silencioso. -Sus peces no saben nadar fuera de su cuerpo, aun.

Veda no respondió. Siguió, como antes, tranquilamente tomando infusión junto a Turull.

-Los peces de los que habla Veda son algo un tanto complicado de materializar. -Turull se dirigió de forma afable y relajada a Letze, que aun seguía instigando a sus pulmones a salir de ese estado de sofoco. -Es una forma física para los que algunos llaman los "ruidos mentales". Es una forma de meditación en la que estos, en lugar de, como lo llama Veda, "nadar dentro de ti" impidiendo el óptimo funcionamiento de las capacidades mentales y emocionales, salen despacio del cuerpo y nadan alrededor. De esta manera, adquieren distancia y por tanto no colapsan otras emociones, aunque estén presentes.

Turull puso sus manos en una pose determinada, inspiró, y un pequeño ejemplar de botia payaso nadó a su alrededor con gracilidad.

-Como puedes ver, ella no es la única que puede materializar peces. Es magia, pero no es Transformación. Es un tipo de meditación muy avanzada, y se requiere mucho para esto...