¿Y si...?

- Joder, qué frío hace...

La lituana se encogió en su abrigo rosa chillón y su bufanda verde, acercándose con paso decidido al pozo que había en medio de aquel patio interior.
Desde que había vuelto y su compañera de cuarto la había informado de la "pasada" de la fiesta de Halloween, no había tenido apenas tiempo de ir hasta allí a averiguar qué demonios había pasado, ya que al haber llegado tarde, había tenido que ponerse al día con toooodas sus asignaturas y pasarse más tiempo del que hubiera querido encerrada en la biblioteca o en la sala común. Sin Quidditch, por supuesto, porque algún gilipollas había hecho una gilipollez en la fiesta y los había jodido a todos.

"Y si no hago algo que no sea estudiar, me moriré de asco, eso seguro." se dijo, mientras volvía a hervirle la sangre solo de pensar que no podía ni siquiera probar la escoba que le habían dado a todos los miembros de su equipo por ganar el torneo. "Como encuentre al listillo, lo dejo de piedra por una semana..."

Se asomó al pozo y suspiró. O se calmaba o la escuela entera acabaría de piedra.

- Holaaa, señor pozooo. - saludó Aliona tras bajarse la bufanda. - Un pajarillo me ha contado que pasaron cosillas interesantes en Halloween, ¿es verdad?

Un voz que venía de los más profundo de aquellas paredes de piedra retumbó de pronto.

- Madsen... Evans... Jönsson...

- Eh, eh... ¿y estos qué hicieron? No digas que la señorita perfecta se lió con el bestia de Madsen... Nah, no puede ser...

- Kowaiski... Szymanski... Keehl...

- Por lo menos me los podrías decir en orden, ¿no?

- Kotovsky... Von Gottlieb...

- ... ¡¿QUÉ?!

"Espero que Vitols no se haya saltado nada cuando me explicó cómo funcionaba el pozo..."

Stephan recorría los patios interiores con la curiosidad comiéndosele por dentro. Desde que le habían contado la existencia del Pozo Cotilla se moría de ganas por probarlo. Por otra parte le habían advertido que era algo difícil de comprender lo que decía ya que daba la información fragmentada, podía servir como guía o consejero.

Se había llevado una tableta de su mejor chocolate, ese que solo le compraban en casa cada varios meses. Ya estaba echando de menos su sabor sabiendo que iría íntegro al pozo, pero la curiosidad que lo reconcomía le había llevado a ceder algo que realmente le importaba lo suficiente como para estar mordiéndose los codos con la expectativa de perderlo.

"Como no sea cierto, ya me sé quién me va a pagar la mala hostia de haberme quedado sin mi puto chocolate..."

Justo cuando iba a llegar, se percató que había una figura ante el pozo. Stephan no pudo más que maldecir para sus adentros. Estaba a punto de irse, pero había hecho el suficiente jaleo como para que esa cabeza femenina se girase en su dirección.

"Cagoenmiputasuertecoño..."

-Oh, perdón... ¿molesto?

Cuando Aliona se dio la vuelta, no esperaba encontrarse con aquella cabecita rosa. Sus ojos se iluminaron detrás de las gafas y dejó de hacerle caso al pozo.

"Es que es ROSA... Y es mono."

- Para naaaada, estaba acosando al pozo un ratillo. - contestó la lituana, sonriendo. - Además, que me interrumpa alguien tan mono...

Sin embargo, esa cara no le sonaba en absoluto. ¿Era nuevo? Todavía tenía que ponerse al día con muchas cosas.

- Supongo que has llegado este año, ¿no? Yo soy Aliona Akmyte, de sexto. - continuó, acercándose al pelirrosa. - ¿Tú eres...?

"Y capaz que sabe algo de Halloween, maravilloso..."

-Vaya... gracias. Soy Stephan Keehl. -Se apresuró a responder el pelirrosa sin quitar el ojo de encima a la extraña chica. Rastas, gafas de sol... ¿De dónde había salido? -De quinto curso. Soy nuevo este año.

Stephan se acercó a ella y tomó asiento a su lado en el pozo, aunque aun algo chocado por aquel "alguien tan mono" que le había soltado así por las buenas.

¿Sería un cumplido? ¿O se estaba riendo de él? La duda lo puso en guardia de inmediato.

-No eres nueva, ¿no? ¿Cómo es que te has incorporado tan tarde, si me permites la pregunta?

- Ah, claro, es normal que preguntes. - respondió riendo. Se echó una rasta detrás de la oreja. - Es que soy jugadora del equipo de Quidditch y este verano me apunté a un torneo, así que estuve por ahí hasta hace poco.

"Keehl... Keehl... Sé que lo he escuchado antes..."

- Y ganamos, además. Pero eso no es demasiado interesante, ¿no? - continuó apenas sin detenerse. - ¿Por qué te has venido a esta escuela? No tienes pinta de ser uno de esos enamorados de la Subdi y con ese pelo de chicle seguro que te habrán dicho algo, aunque a mí me parece suuuper bonito.

Cuando algo le gustaba, no era demasiado buena disimulándolo, aunque fuera para no incomodar.

-Vaya. Gracias, gracias. -Stephan temió que con tanto halago acabara sonrojándose. -Y sí, mi pelo me ha traído de cabeza, literal. También tengo que quitarme el piercing en horas de clase.

El chico mostró su labio en señal de que se lo había tenido que quitar.

-Tuve un lío gordo con von Gottlieb... -Se atragantó un poco con ese nombre, sintiendo que las orejas estaban a punto de cambiar de color al poner en su boca al jefe de la sección masculina. -... y llegué a ponerle una queja y a pelearnos incluso... pero la cosa ya... -Cogió aire.

"Sí, la cosa ya ha cambiado... mucho."

-... ha cambiado entre nosotros. Veo que tú conoces muy bien todo lo que se cuece aquí, Akmyte.

- Sí, bueno, ya te habrás dado cuenta que yo tampoco entro dentro del prototipo de alumno de esta escuela... - se rió y señaló a su vez la ceja izquierda, donde solían estar sus piercings. - Los primeros meses son una mierda, pero cuando te acostumbras y sabes cómo manejarte por aquí, te enteras de cosas muy interesantes.

Le guiñó el ojo al pelirrosa al mismo tiempo que daba unas palmaditas al borde del pozo. Estaba claro que él también había ido para preguntar algo.

"¿Cómo se las habrá arreglado para contentar a Von Gottlieb?"

Y fue entonces cuando se acordó que había escuchado su nombre hacia escasos minutos. Estuvo a punto de darse un golpe en la frente por su memoria.
Se inclinó hacia Stephan.

- Perdona que te cambie de tema, pero es que me acabo de acordar de algo super fuerte que me ha dicho el pozo. - exclamó atropelladamente, casi comiéndose las palabras. - Le pregunté que si había pasado algo "jugoso" en Halloween y me empezó a soltar nombres a lo aleatorio y...

Se calló durante un segundo. Seguro que estaba asustando al nuevo.

- Bueno, que me dijo tu nombre. Y unos cuantos más. Y el de Von Gottlieb también.

La sangre se le agolpó al alemán en un instante a la cabeza cuando la chica dijo su nombre seguido del de von Gottlieb en ese contexto. Sintió, literalmente que sus sentidos se embotaban y que estaba a punto de desmayarse.

"Madre de Dios. ¿Y ahora qué? ¡¿QUÉ?! Venga Stephy. Cálmate. Cálmate. Cál-ma-teeee ♪..."

Stephan, en ese momento de ansiedad, había evidenciado una cara de total y absoluto "oh-dios-mío". Cuando pudo recuperar los papeles, se llevó las manos a la boca sin apartar la vista de la chica.

-¡¿Q-qu-que von Gottlieb mojó esa noche?! -Soltó el muchacho de cabello rosado con un rostro descompuesto del asombro sistemáticamente estudiado. -¡Qué fuerrrrte! Con lo decentito que va siempre y míralo. Ahora a ver cómo lo miramos a la cara sin que se nos escape la cara de "sabemos lo que hiciste..." -Risotada.

- Pues sí, totalmente de acuerdo. - se unió a la risa del alemán. - Aunque me gustaría saber con quién fue, porque vamos... A mí ni se me pasaría por la cabeza. Pero dudo mucho que haya una forma de enterarse...

Aliona se acercó más todavía al rostro de Stephan y pinchó con un dedo su mejilla todavía sonrosada. Amplió su sonrisa.

- Pero no me cambies de tema, porque, aunque lo de Von Gottlieb sea muuuuuuy interesante, ya te he dicho que el pozo me dijo tu nombre también... - subió y bajó las cejas repetidamente. - No me vas a dejar así, sin decirme nada, ¿no? Vengaaa~♪

"¡¡SOCORRO!!"

Quiso gritar al cielo y tirarse al pozo para que la oscuridad se lo tragase y la chica lo dejase en paz con sus puñeteras preguntas.

"Pues tía, me lo follé a él, me dio un gustazo p'al cuerpo que reviviría a un muerto, en un puto lavabo, mientras yo iba travestido, después de que el capullo del prefecto de sexto me metiese mano y me estrangulase. Y si no te importa, métete tus preguntas indiscretas por el chichi que yo también tengo cosas que preguntarle al pozo, como cosas del que precisamente me follé en el lavabo (repite las líneas anteriores), y sobre la chavala que me pone, una con cara de empollona y más viciosa que la mente de Sade metida en un confesionario con siete mojas sin bragas."

Después de desahogarse en silencio, decidió responder a las curiosidades de la chica, haciendo un esfuerzo sobrehumano para que su pokerface siguiese en su sitio.

-¿Nos acabamos de conocer y ya quieres detalles sucios de con quién me lié? Eres muy precoz, ¿lo sabías? -Una risotada para no parecer demasiado cortante. Después de todo ella parecía bien simpática...

- Aysh, lo sieeento... Es que a veces la curiosidad me puede, sobre todo cuando son detalles sucios. - se disculpó la lituana, alejando su índice de la mejilla de Keehl. - Tengo el defecto de meter las narices donde no me llaman. Perdón si te he molestado.

Sonrió y comenzó a juguetear con sus rastas de nuevo.

- Es que Halloween es una de mis fiestas favoritas aquí y encima de perdermela, me quitan el Quidditch. Hijos de... - hizo una mueca y se crujió los nudillos. - Si pillo al graciosillo, juro que lo convierto en piedra y se lo doy de comer a las serpientes.

-Bueno, todos estamos jodidos con la disciplina militar que nos han metido como castigo... Pero los que jugáis Quidditch tenéis que notarlo sí o sí más.

Stephan se compadeció de la chica, a la que se le veía de una mala uva monumental con el tema.

-Pero es que no estuviste aquí para verlo... Fue una mierda. Nos fastidiaron a base de bien la fiesta. Muchos cayeron enfermos. Y todo por obra de algún imbécil que no sabe divertirse sin hacerle daño a los demás. Ahora mismo lo que deberíamos hacer es cazar a los responsables y que paguen, y mucho...

El chico de cabello rosado no quiso regodearse más en las ganas de demostrar que Kyo Saionji había sido responsable de todo aquello. Ya lo había hablado con Aaron, y después de que investigasen más sobre su misterioso cómplice, ya tendrían tiempo de contárselo todo a la subdirectora y a von Gottlieb para que la liaran parda. Volviendo al presente, una pregunta salió de los labios del alemán en relación a la chica que estaba frente a él.

-Tú eres jugadora de Quidditch, me has dicho antes, ¿no? No es que yo sea seguidor, pero eso no quiere decir que no me de curiosidad encontrarme con alguien que se ve que juega en condiciones. ¿Qué es lo que haces en el equipo y demás?

- Soy Cazadora. - contestó Aliona con una sonrisa llena de orgullo.

Aquello logró disipar sus ansias de colgar de la Torre de Astronomía al desgraciado de Halloween. Cuando se hablaba de Quidditch, todo lo demás iba después.

- Mi padre me llevaba a los partidos cuando era pequeña y cuando llegué a Kurowski, lo primero que hice fue buscar el equipo de Quidditch. - dijo con énfasis. No se la podía callar una vez empezaba a hablar de ese tema. - Quería ser Bateadora pero luego me di cuenta que se me daba mejor Cazar. Y bueno, con alguien como Harsanyi, es imposible no tener ganas de ser Cazador. Es una maravilla.

Él había sido quien le había puesto al corriente de las nuevas "normas" cuando ella se había plantado delante de los dormitorios de los chicos con su escoba.

- No sé si ya te habrá dado tiempo a conocer al resto del equipo, sobre todo porque la mayoría no es de tu curso... - continuó la lituana, volviendo a agarrar una de sus rastas. - Aunque a lo mejor sí te suenan Madsen y Dobrovolný.

-Sí, los conozco. El mono y el vikingo están en mi clase, así que...

Stephan reflexionó. "El mono y el vikingo" había dicho. Como a la tía de las rastas le molestasen los motes, ya había cagado su indicio de amistad con ella.

-Sí, los oí quejarse por lo del discurso. -Risilla.

- El mono y el vikingo...

Un corto silencio antes de que la lituana se doblara en dos de la risa, literalmente. Tuvo que agarrarse al borde del pozo para no acabar en el suelo de verdad.

- No sé cómo no se me ocurrió antes... - dijo al levantarse, todavía con la risa floja. - Me caes muuuuy bien, pastelito.

Y entonces sí que terminó de pasar lo que se veía venir desde hacía largo. Un tibio rubor comenzó a manchar de rojo las mejillas, nariz y orejas de Stephan, a la vez que del calor de la vergüenza, los ojos se le empañaron. Bajó la cabeza un poco y desvió la vista.

"Pastelito."

Stephan suplicaba que ese vergonzoso rubor no siguiera subiendo. Aquella chica era tan afable, descarada y risueña que no podía mantener sus emociones en su sitio con facilidad.

-G-gracias...

Aliona no pudo contenerse al ver al alemán sonrojado y le apretó las mejillas cariñosamente. Ahora parecía un pastelito más todavía.

- Ay, qué mono, estás para comerte.

"Yey, un punto para mí."

- Seguro que sabes a azúcar. - añadió, ampliando su sonrisa.

"Esta tipa no sé si es muy rara, muy atrevida o sencillamente está riendo de mí." Pensaba el adolescente de pelo rosa mientras daba un paso hacia atrás.

-Oye, que tenga el pelo así no quiere decir que sepa a algodón de azúcar... No se te ocurrirá morderme, ¿no?

- ¿Y por qué no? - replicó ella con naturalidad.

Arqueó las cejas y se relamió inconscientemente.

- ¿Me dejarías probar?

Stephan tragó saliva, literalmente acojonado. Al principio pensaba que era un farol, pero viéndola tan decidida empezó a dudar de que esa chica rara tuviese de verdad autocontrol.

"Se está quedando conmigo. Está marcándose un farol yendo de chunga."

-Venga, muerde. -Sonrió Stephan lanzándole una mirada mordaz. -Muerde donde más te guste...

La lituana sonrió victoriosa y se inclinó sobre Stephan, pasándole un brazo por encima del hombro. Eso le recordó a las películas muggles de vampiros que su padre le había hecho tragar de niña.
El pelo rosado le hizo cosquillas en la nariz cuando se acercó al cuello del chico. Sin embargo, al contrario de lo que había dicho, "simplemente" repasó con la lengua aquella zona y se apartó, riendo por lo bajo.

- Era broma, pastelito. - le sacó la lengua. - Además, se notaba a la legua que estabas acojonado y yo no voy mordiendo chiquillos por ahí... por lo menos no así.

Stephan se quedó mudo cuando vio la lengua bífida de la chica. Y aquello sí que se le notó a la legua.

-Acojonado no estaba... Pero sí lo estoy ahora. -Soltó con toda la sinceridad del mundo. -No todos los días se ve a una tía con la legua bífida, compréndeme.

- Pues claro que no. Por eso es tan divertido asustar a la gente de vez en cuando. - dijo la lituana con una sonrisa de oreja a oreja. - ¿Tú no lo harías?

Volvió a apoyarse contra el borde del pozo.

- Y bueno, como pareces listo, ya te habrás dado cuenta de que lo de las gafas no es por gusto. No es cómodo ir por ahí petrificando gente, aunque solo les dure un día. No suele molarles el rollo, ya sabes.

-Algo se me pasó por la cabeza cuando antes comentaste lo de "petrificar", pero no sabía si era de verdad o una forma de hablar. -Confesó Stephan. -Pero entonces, ¿eres medio gorgona, o algo así?

Aliona levantó el pulgar.

- Bingo. Aunque con los vampis nuevos de este año, tampoco es gran cosa, ¿no?

"Bueno, si nos ponemos a comparar... La tonta de Zhen no me llega ni a la suela de los zapatos."