Andarse por las ramas

Pasaban las seis de la tarde, y ya el cielo estaba oscuro. El trecho entre el camino principal se le hizo de los más complicado al chico afeminado de cabello rosa, que maldecía entre dientes. Hubiera sido más fácil para él si no caminase haciendo el menor ruido posible, o si usase un "lumos" para iluminar el suelo que pisaba, pero no quería llamar la atención. Le convenía husmear por el invernadero sin ser visto, y así tener acceso a todo el material restringido de allí.

"Mientras no la cague soberanamente como con el cara-cuervo de ojos amarillos..." Se dijo para sus adentros estremeciéndose al recordar aquella mirada. "Aunque tampoco me conviene que la subdirectora me la tenga jurada, porque ella seguro que me cruje y mucho."

Llegó al recinto y sus sentidos se pusieron en alerta. Tras asegurarse de que no había nadie más, entró a hurtadillas y se aproximó a la zona personal de Ludwika. Sacó su cuaderno de notas, el mismo que supuestamente había requisado el profesor de pociones, y comenzó a apuntar, ajeno a la sombra que se le acercaba lentamente.

No sabía cuantas veces había llamado a la subdirectora "arpía mal follada" en su mente, pero lo que era seguro es que el insulto se le iba a gastar antes de que terminara el primer trimestre. Aquella "simpática y amable" mujer, tras haberla liberado del maldito cinturón de castidad pareció decantarse por mandarle una tarea tan divertida e instructiva como organizar las mandrágoras, ordenándolas de las más jóvenes a las más adultas dependiendo de la intensidad de sus escasas hojas.

Por esa razón no le pareció mala aquella situación ni le preocupó en exceso que alguien estuviera allí a hurtadillas, puede que con el fin de robar algún ingrediente para la elaboración de algún brebaje clandestino. La sonrisa de Zhen se amplió de una forma casi cómica mientras se acercaba por la espalda a la "¿pelirrosa?" que escribía con frenesí en una pequeña libreta. Haciendo uso de sus habilidades como vampiresa, ocultó su presencia hasta el punto de que parecía que había dejado de respirar. Se echó el cabello hacia atrás con las manos y, de imprevisto, rodeó el cuerpo de la joven con sus brazos.

-"¿¿¡!?? ¡¿No tiene tetas?!"- Al mismo tiempo que su acompañante pegaba un respingo exagerado, Zhen lo soltó, percatándose al fin de que su "nueva presa" era un CHICO, afeminado, pero chico al fin y al cabo. La china dejó escapar una risa burlona.- Lo siento, no pensé que del susto fueras capaz de volar.- Zhen, con descaro, miró con curiosidad la libreta que reposaba en el suelo, al lado de los pies de su propietario.- ¿Y eso? ¿Tomando apuntes a esta hora? Qué trabajador... Seguro que la profesora Ludwika se pondrá a dar palmas cuando se lo diga...- La morena dejó para sus adentros con qué parte de su cuerpo iba a dar palmas la subdirectora...

"Dios santo bendito, joder, hostia, mierda." Maldijo el pelirrosa.

-No, si no te importa... preferiría que esto quedase entre nosotros. No es por nada, verás... es que es engorroso tener que explicar que estoy mirando cosas por cuenta propia en lugar de centrarme en el temario.

Stephan tenía la vaga esperanza de que colase aquella excusa, así que clavó sus ojos celestes en los de la atractiva muchacha. Era una oriental muy guapa, aunque había algo en sus gestos que le provocaba una fuerte sensación de rechazo. Sin embargo, no pudo más que seguir esbozando su sonrisa mecánica mientras se acariciaba con una mano las puntas de su cabello rosa.

La morena cruzó los brazos a la altura del pecho sin apartar los ojos de aquellos iris tan claros y, tenía que reconocerlo, extremadamente bonitos. Sus redondos pechos parecían aumentar de volumen por la postura en la que se encontraba, pero era algo que le traía sin cuidado. Siempre pensaba que quien quisiera mirarla, que lo hiciese.

-Entre nosotros, ¿eh? Me gusta como suena, aunque no me queda muy claro que voy a ganar yo guardándote un secreto a ti, uuh... ¿Cómo te llamas, por cierto?- Preguntó al percatarse de que no sabía quien era exactamente su acompañante.- Yo soy Zhen Zhuo, de sexto.

-Stephan Keehl, de quinto. -Respondió el pelirrosa con una sonrisa algo nerviosa. -Encantado.

El chico maldijo su situación una y otra vez, ya que estaba convencido de que aquella chica le iba a meter en un lío bien gordo. Todo por no haber estado más atento. Primero el de pociones y luego la subdirectora. Si no le echaban por eso podría darse con un canto en los dientes.

-Bueno, Zhuo. Tampoco vas a sacar nada yéndole con el cuento a la profesora cuando no he robado nada ni tampoco tenía intenciones de hacerlo, ¿no? -Stephan comenzó a mordisquearse discretamente el labio inferior con sus incisivos de conejito. -De todas formas si lo ves conveniente eres libre de haberlo. -Risilla. -No te voy a decir lo que tienes que hacer. Sería muy patético por mi parte...

La muchacha ladeó la cabeza levemente hacia su derecha, provocando que su liso cabello se deslizara como una densa cortina hacia ese lado. Sus ojos, profundamente oscuros y rasgados, escrutaban a su acompañante sin reparos, importándole bien poco lo que pudiera pensar de ella por mirarle con tanta fijación. Se inclinó hacia delante y dejó entrever una sonrisa fría pero aparentemente amable.

-Demasiado patético, sobretodo si tengo algo con lo que delatarte.- Espetó ella sin reparos. Aquel chico con cara de niña le estaba haciendo bastante gracia así que no le importó demasiado poner sus cartas sobre la mesa.- Te he visto tomar apuntes a escondidas, y cosas que no salen en el temario me has dicho, ¿no? Si no salen en el temario...- Zhen levantó su mano derecha con el dedo índice levantado y la puso delante del pelirrosa.- ...es que, o estás haciendo alguna pócima clandestina...- Levantó un dedo más.- ...o es algo que no está muy bien visto, ¿verdad?- Se miraron durante unos segundos tensos hasta que ella dejó escapar una risilla grave que dejó entrever sus afilados colmillos.- Bueno, por el momento, me callaré la boca, ¿te parece? Me has hecho gracia... y supongo que, a cambio de mi preciado silencio, puedo cotillear qué tienes ahí escrito, ¿no?- La morena señaló la libreta con descaro, esperando una respuesta afirmativa. Si aquel chico estaba tomando notas de cosas "fuera del temario", a ella no le vendría nada mal tener a su alcance parte de la información...

Stephan se quedó estupefacto. ¿Pero qué cojones le pasaba a esa cretina? ¿Quién coño se creía para chantajearle así sin venir a cuento? ¿Qué más le daba a esa tiparraca no decirle nada a la profesora? ¿Es que tenía tan poca vida que tenía que estar metiendo sus narices en las de los demás o qué mierda se le pasaba por la mente a esa cenutria?

Después de un buen arsenal de insultos y frases malsonantes que recitaba mentalmente, le sonrió a la chica de forma tan fresca y brillante que resultó claramente teatral.

-Claro, no veo por qué no. De todas formas no te creas que soy tan retorcido como para dedicarme a intentar hacer ilegalidades a riesgo de mi puesto aquí. -"Ni por supuesto tan gilipollas como para llevarme libretas al completo para que me las requisen imbéciles como el profesor de pociones. Réplicas con truco y gracias." El pelirrosa tendió el cuaderno a la oriental.

Después de aquellos treinta minutos infernales con el profesor de los ojos amarillos comprendió que toda precaución era poca, por lo que optó en hacer varias réplicas de su propio cuaderno, cuyo contenido no era más que un "diccionario", y sería usada como excusa y tapadera en casos como ese, y en la intimidad trascribiría su nueva información al cuaderno original.

-¿Y bien? ¿Alguna cosa digna de mencionarle a la profesora? -Preguntó el menor con un deje de sorna dramática en la voz sin proponérselo.

La chica de origen oriental ojeó de forma veloz la libreta que portaba el muchacho de quinto con ojos acusadores. Sin embargo, aparte de un par de anotaciones curiosas y algún brain stroming con respecto a la variación en la elaboración de algunas pociones, no había nada relevante. Ni un dato comprometedor, ni una palabra fuera de lugar... En definitiva, ese niño sabía lo que hacía.

-Jeje, guay, no tienes nada interesante. ¿Lo ocultas con un hechizo o es algo más retorcido?- Preguntó mientras le devolvía la libreta con un deje despreocupado pero femenino.- Bueno, si no tienes nada interesante, me importa poco lo que escribas ahí.- Espetó Zhen mientras se echaba la melena detrás de la oreja.- Pero sigue siendo sospechoso que vengas a tomar apuntes a escondidas. Aunque claro, a mi me viene bien que hayas pasado por aquí. Las mandrágoras no son buenas para hablar con ellas...- La morena dejó escapar una carcajada boba y algo socarrona mientras se sentaba en una de las sillas cercanas, cruzando las piernas de una manera tan exagerada que la falda se le subió más de lo que debería... pero como no había "arpías arrugadas" a la vista, no se molestó en colocar correctamente la prenda inferior del uniforme.- ¿Qué quieres hacer? ¿Algún filtro de amor? ¿O un veneno divertido? Puedo ayudarte, si quieres...

¿Que por qué le ofrecía su ayuda siendo ella la persona menos empática que podía uno echársele a la cara? Muy sencilo: porque se aburría. Porque le gustaba molestar todo lo que pudiera al que tuviera a mano, excepto a su compañero de fechorías, el prefecto japonés. Si su acompañante tenía alguna trastada en mente, a ella no le importaba en absoluto participar en ella, siempre y cuando obtuviera algún tipo de beneficio...

"Y sigue metiendo sus narices donde no le llaman. Esta tía o es más tonta que incitar a una banshee a cantar ópera, o es tan listilla que no va a parar hasta que le vomite a la cara. No me podía haber encontrado con alguien con menos tiempo libre o con menos ganas de marear la perdiz que esta."

Le echó un ojo a los muslos. Eran realmente atractivos.

"Pero yo no pienso solo con la polla. Si no le estaría vendiendo hasta el tuétano, todo sea dicho."

Esos ojos rasgados lo miraban incesantes.

"Además me agarró las tetas que no tengo nada más entrar, ahora que me fijo. Será lesbiana entonces. Pero, qué raro, yo pensaba que las tortilleras no se paraban a mirar tanto a un tío. A lo mejor me intenta seducir porque, como dice el führer maricón, "pareces una niñata Keehl, que vas provocando Keehl, con esos dientes de conejo seguro que la chupas bien Keehl", y tú con esa cara de palo tieso que seguro que te quedas blando con un cipote dentro, hijo puta. ¿En qué estaba pensando? Ah, sí, en la tipa esta. Que seguro que me seduce porque soy afeminado. A lo mejor se echa a llorar si me saco el pene delante suya y le digo "y sabe escupir leche merengada, cariño", ¿no?"

Risilla.

-¿Ayudarme? Bueno, en realidad estaba pensando en echarle un filtro amoroso al prefecto de séptimo, a ver si tengo alguna oportunidad con él y todo eso. -"Nótese la ironía en todas y cada una de las sílabas."

No se molestó en ocultar su cara de decepción y de asco ante la declaración del chico. ¿Para qué iba a hacerlo? Le importaba poco lo que ese enano opinara de ella, pero que rechazara su ayuda diciendo semejante gilipollez cargada de ironía solo consiguió fastidiarla. Le acababa de privar de un buen rato de diversión.

-Pues la llevas clara siendo lo que el estúpido de Aaron. Sí que tienes gustos raritos, Stephan.- Y llamándole por el nombre, con todas las confianzas que ella sabía que a los demás no les hacía ni puñetera gracia.- ¿Tanto te gusta el frígido ese? Por muy cachondo que te ponga, dudo que pueda beber algo sin vomitarlo después, y no porque sea bulímico precisamente.- Añadió con sorna a la par que le dedicaba una mirada desdeñosa a una tentácula que intentaba enredársele en el pelo desde hacía rato. Le echó un pequeño chispazo al juguetón tentáculo y este volvió a guardar las distancias. Luego volvió a dirigir su atención al muchacho mientras se preguntaba en su fuero interno cuánto conocía aquel chico de su compañero de cacerías...

-¡Hey, hey! ¡Calma! Pareces ofendida. -"Toma ya, si lo conoce y parece que le molesta. Lo mismo le gusta Aaron." Stephan se tapó la boca para reír. -Claro que me gusta, me lo tiraría y todo eso ahora mismo.

La mirada de incredulidad de la oriental despertó una nueva risa en el pelirrosa.

-Y lo que más me pone son sus enooooormes tetas donde poder hundir la cara.

-¿Te estás quedando conmigo?

-Un poco. Rompiendo el hielo. Pensaba que tenías un poquito más de sentido del humor, así que siento si te he ofendido. ¿O te decepcioné por no ser una chica sino un sucedáneo sin tetas y con bulto abajo?

Aquello si que no se lo esperaba. Echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír tan escandalosamente que las mandrágoras agitaron sus hojas, aparentemente molestas por aquel inesperado y potente sonido. Zhen consiguió recuperarse deprisa y, apoyando su cara en la palma de su mano derecha, volvió a dirigir su atención a su acompañante.

-Pues un poco. No es que no me gusten los chicos, es solo que...- La oriental repasó al alemán con desdén.- ...no me van los afeminados, lo siento, aunque dudo que yo te interese si ya tienes a un chupasangre en tu lista de conquistas.- Espetó con dobles sobre la naturaleza del prefecto. Si el chico no lo sabía, su reacción si que iba a ser divertida.- No me has ofendido, pero me gustaría saber si de verdad te gusta ese imbécil. Creo que tienes poco futuro con él...

"Esta tía o es tonta del bote o no sabe lo que es una ironía." Pensó el pelirrosa desviando la mirada con descaro. Enseguida se centró de nuevo y le echó ojitos a la oriental.

-¿Por ser un "chupasangre" como tú lo llamas? Además, ¿quién ha hablado de "futuro" aquí? Y corrígeme si me equivoco, es que ¿detecto cierto malhumor cuando se menciona a Aaron en la conversación o es cosa mía? Cualquiera diría que es a ti a quien le gusta el susodicho "chupasangre"... -Stephan la miró fijamente con un deje divertido. Quería darle a entender que no la estaba recriminando ni amenazando, tan solo preguntándole inocentemente...

-¿Gustarme un payaso que se cree que puede ser una persona más y que encima va de noble dándole lecciones a los demás? Bueno, puede ser...- Respondió con un deje de desiusión. Estaba deseando buscarle las cosquillas a ese chico con cara de niña, pero parecía más difícil que la mayoría de la morralla que habitaba en esa escuela.- Bueno, si no te gusta mejor para ti, aunque con esa carita no tendrás mucho éxito entre las mujeres, por eso pensé que te gustaba ese idiota...- Añadió Zhen meneando las pestañas de una forma juguetona y ridícula.

Stephan, aunque estaba acostumbrado a ese tipo de apreciaciones, sintió la rabia hervir dentro suya repitiendo una y otra vez aquella frase con aquel tono burlesco dentro de su cabeza.

"Claro, tía, porque la mayoría son unas guarras comepollas como tú que si no se les presenta un maromo en condiciones con los cojones negros no sois capaces de mojar el coño." Se dijo para sus adentros con todo el desprecio que tenía en ese momento, mientras luchaba que no se notase que sus ojos relampagueaban de la ira.

-Sinceramente, cuando desarrolle un par de tetas y un conejito de seguro que intento algo con él, porque al menos como persona vale su peso en oro, no sé si me explico. Aunque claro, como todo lo valioso, no se aprecia a simple vista, hay que trabajar para ganárselo, no sé si me explico...

No supo bien por qué, pero en aquel momento, Zhen tuvo la certeza de que aquel niño le estaba tomando el pelo... y eso era algo que no pensaba tolerar. Sus ojos se entrecerraron hasta que las espesas pestañas los ocultaron casi por completo mientras su boca se torcía en una mueca que bien podía asociarse con una sonrisa, excepto por el aura amenazante que emanaba de ella.

-Pues creo que te has explicado muy bien, y espero que lo que haya entendido sea cosa de mi interpretación y no de tus insinuaciones...- La china lo miró con intensidad a los ojos y el aura pareció enfriarse a su alrededor.- Pero bueno, daré por sentado que no eres tan idiota de intentar hacerme enfadar...- Había tres cosas que le encantaba hacer con su condición: presumir, provocar y amenazar.

Stephan sintió un escalofrío recorrerle la columna. Se sentía el peligro a su alrededor. Algo que le hacía verse a sí mismo como una presa inevitable de aquella chica que hasta hacía escasos segundos le había parecido una patética prepotente. En una fracción de segundo recobró la compostura. No es que no hubiera de lo que preocuparse, es que no debía haber nada de lo que preocuparse.

Si había causado mala impresión debía arreglarlo cuanto antes. "Por si acaso". O sencillamente "por lo que se pueda evitar".

-Siento si te he faltado al respeto. Puede que me haya enzarpado sin darme cuenta. Después de todo, no creo que a posta, tú también me has tocado un poco la fibra sensible. -Risilla gentil. Demasiado gentil. -No es mi estilo meterme con alguien que no me ha hecho nada, mujer. Te pido disculpas, no era mi intención molestarte.

"Mira la prepotente esta. ¿"No eres tan idiota como para hacerme enfadar"? Desde luego que se cae de su ego y se hace astillas..."

Arqueó la ceja durante unos cuantos segundos antes de volver a bajar la guardia. Puede que esa "niñata" no fuese tan estúpido como para provocarle... y debía reconocer que a ella le encantaba sacar los colmillos. Sonrió con un deje de superioridad a la par que se echaba la melena negra y espesa detrás de la oreja, provocando que la luz del sol reluciera sobre su anillo de casada, aquel que nunca se quitaba.

-Vale, cambio de tema y fin de la historia, ¿te parece? Dejamos de hablar de gilipollas y ya está.- La china desvió su mirada un momento hacia las mandrágoras que aún le quedaban por ordenar. Suspiró con rabia y volvió a clavar sus ojos en su acompañante.- Ya sé qué podemos hacer...- La joven se levantó y se situó a escasos centímetros del pelirrosa, con su nariz muy cerca de la de este.- Yo te dejo hurgar lo que te salga de las narices aquí a cambio de que todo lo que veas aquí dentro se quede exclusivamente en esa cabecita rosada que tienes. Y, si te lo trabajas, puedo sacarte algún ejemplar "exclusivo" ya que ahora mismo... yo tengo las llaves- Porque Zhen estaba segura que si la subdirectora se entera de que pensaba usar la magia en su castigo era capaz de meterla en una dama de hierro.

-Me parece bien. -Sonrió abiertamente el pelirrosa directamente a la cara de la chica. "No, bien no, debería decir fantástico." Se dijo para sus adentros. -Y si quieres, para que sea un trato justo, puedes preguntarme alguna inquietud que tengas acerca de alguna poción, mezcla o componente de alquimia. Soy muy bueno en Pociones aunque el cabronazo del cara-cuervo no opine lo mismo y me baje las notas por su cara de pajarraco.

Stephan resopló indignado.

-No había venido para robar nada, tan solo a hacer unas anotaciones acerca de las plantas que se cultivan aquí. No te voy a soltar el rollo "para estar preparándome la asignatura" porque va a ser que no, es puramente capricho personal. Pero si puedes mostrarme acceso a algo interesante, no voy a apartar la vista asustado, ¿sabes?

Zhen agitó su varita y las mandrágoras comenzaron a desplazarse por el aire y a organizarse ellas solas sin ni si quiera requerir su atención, algo que reduciría la duración de su castigo casi a la mitad. La morena le dedicó una sonrisa de extraña complicidad al pelirrosa.

-Así que solo apuntes... Bueno, eso es mejor para mí. Así la puerca esa no tendrá excusa para acusarme de algo nuevo.- Espetó con todo el veneno que pudo acumular en su boca, como si hubiera reunido toda la saliva posible para escupir algo de horripilante sabor.- Puede que te interese echarle un vistazo a la nueva adquisición de la escuela: un Alihotsy.- La oriental agitó su varita hacia un cúmulo de macetas que estaban a unos tres metros de ellos y estas se apartaron dejando a la vista la especie que ella acababa de comentar.- No es algo que se vea muy a menudo y, si te las apañas bien, puedes llevarte alguna hoja. Dicen que son buenas en épocas de exámenes. Y si además, te portas bien...- La joven desvió el hechizo hacia su acompañante quien sintió como parte de su melena se agitaba, como si una mano invisible lo acariciara.- ...puedo llevarte al invernadero no.6, ya sabes, el que solamente usan los profesores, ya que tengo que llevar unas cosillas ahí.

Y de pronto, un canto celestial solamente equiparable a la coral que Dios tenía en su seno como describían en las historias acerca de las sagradas escrituras, pareció resonar en su mente. ¡¿El invernadero no. 6?! ¡¿A qué diablo debía venderle su alma para llegar hasta una zona tan tentadora?! No pudo evitar una sonrisa amplia y emocionada dibujarse en sus sabios.

-Hazme lo que quieras por esto. -Dijo Stephan sin pensar. Aquella frase tan seca sumada a su rostro de trance momentáneo, como sumido en "un flipe de cojones" hubiera hecho reír al más seco en aquel instante. -El... o sea... madre mía. ¿En serio?

Aquellos ojos celestes relucieron como la purpurina.

Zhen se rió, pero al contrario que las anteriores, esta era algo más despreocupada. Aquel comentario le había hecho gracia... y todo lo que fuera estar al límite de las normas le encantaba. Ni en broma debía permitir que un muchacho como él pusiera un solo pie en el susodicho invernadero, pero ojos que no ven, corazón que no siente.

-Más que en serio. ¿Tanto te gustaría?

-Por supuesto.- La sonrisa del alemán se ensanchó.

-Bien, pues el pago por llevarte allí es... tu sangre.- Antes de que el pelirrosa pudiera siquiera pestañear, la morena se había abalanzado sobre él y lo había estampado contra el cristal, que retumbó debido al impacto. Una de sus manos, aparentemente delicadas, se cerraba con fuerza sobre su nuca, obligándole a mantener la cabeza elevada. La otra le asió por la muñeca derecha, inmovilizándole el brazo. Una de las piernas de la oriental estaba entre las del más joven, arrinconándolo con su cuerpo. Stephan sintió el frío aliento de la muchacha en su yugular.- ¿Pagas o no?

Silencio. Zhen rompió a reír.

-¡JAJAJAJAJA! Deberías haberte visto la cara.- Espetó con diversión a la par que lo soltaba y levantaba ambas manos en señal de paz.

Tenía que reconocerlo: estaba realmente acojonado. Muy acojonado. Terriblemente acojonado. Sin embargo en cuanto su cerebro dejó el estado de pánico y de hacer el gilipollas, comenzó a trabajar a la velocidad de siempre.

Sencillamente los vampiros que allí estaban no podían atacar a otros alumnos. En otras palabras, ella no podía matarle, así que no debía dejarse intimidar.

"Obviamente eso debería haberlo pensado antes de quedar como una niñata cagueta delante de esa."

Estrategia para cuando haces el payaso: no ocultes tu error, admítelo y dale teatro. Mejor quedar gracioso y adorable reconociéndolo que patético desmintiéndolo.

-Creí que se me salía el corazón, chica. Qué potente. Tú en Halloween vas a triunfar, ¿lo sabías? -Risita de estar recuperando el aliento. -En serio, los vampiros acojonáis tela, seguro que te lo han dicho ya. A Aaron a veces le dan unos prontos también...

No pretendía hablar de Aaron, ni tampoco encauzar por ahí la conversación. Sin embargo la comparación inconsciente estaba más que servida. Esos mismos rictus y movimientos de un ser "diferente" los delataban a ambos, haciéndole tener presente la naturaleza de aquellos dos personajes tan diferentes pero tan iguales, unidos por un vínculo llamado "raza".

-Ni me compares con ese, es un hazmerreir como vampiro...- Espetó ella poniendo los brazos en jarra y sonriendo con amplitud.- No solo no sabe aprovechar para nada las virtudes que poseemos sino que encima las intenta ignorar para parecer normal, ¿te lo puedes creer?- La morena agitó la varita y las macetas se movieron más deprisa, acelerando su trabajo de clasificación. Luego volvió a mirar a su acompañante a los ojos antes de continuar con voz mucho más grave.- Un vampiro es un vampiro, y las personas como tú, para nuestra raza, solo sois comida, ni amigos ni tonterías, y si él dice que te considera un amigo, más te vale taparte ese cuello cuando estés con él. El día menos pensado, te va a arrancar la yugular a mordiscos.- Se rió por lo bajo, como si acabara de contar un chiste graciosísimo.- Ya por curiosidad, ¿de qué conoces al señor "yonomatounamoscaporquesoyunencanto"?

Stephan se cruzó de brazos.

-Lo conocí de casualidad y le pedí asesoramiento porque tenía problemas con el jefe de la sección masculina, y al final congeniamos bastante.

Una breve pausa y enseguida se centró de nuevo.

-Sí que tienes razón con eso de que a veces le he visto ese brillo atacante en los ojos, pero supongo que yo tampoco le he puesto las cosas fáciles, ¿no? -Stephan arqueó ligeramente la cabeza.