¿Dé qué hablan siempre las chicas?

Aunque pareciese extraño, casi todas las mesas estaban ocupadas, pero en cuanto encontraron una no dudaron en instalarse en ella: la oiran en una de las sillas, tratando con sumo cuidado su preciosos kimono, mientras que Eveline siguió interpretando su papel sentándose sobre el borde de la mesa y cruzando las piernas.

-A ver... -dijo haciendo como que pensaba un tema de conversación, mientras daba un trago a la bebida que le había ofrecido la chica antes. Aunque ciertamente, tenía que pensar de verdad, pues no tenía conversaciones normales con chicas normales, más allá de sobre sus tareas como prefecta, algún que otro reproche o regañina, o para que le pidiesen ayuda con los deberes...- Se me hace violento hablarte sin que tengas un nombre, y obviamente no podemos dar nuestros nombres reales... Vale, yo soy...-pensó un instante más- Erato -dijo por fin con una risilla divertida ante el primer nombre de buscona que se le ocurrió-. Y esta noche tú eres... -lo dejó ahí, dándole pie para que eligiera ella su nombre postizo.

-Ran. -Respondió Stephan con una sonrisita nerviosa oculta tras la máscara. Lo tenía preparado de antemano y al fin pudo echar mano de él. -Como la flor. La orquídea.

La ocurrencia de llamarse "orquídea" le vino por tratarse de una flor cuyo aspecto se asemejaba al sexo femenino, por sus colores cálidos y sensuales, y por tratarse de la flor que directamente se la relacionaba con el erotismo. Fetiches personales incluidos, por supuesto.

Eveline sonrió al oír aquella palabra en japonés salir de aquella oiran. Estaba claro que todo el rol estaba cuidado al detalle.

-Y dime, Erato. En una noche tan animada como esta, ¿cuáles serán algunas de las estratagemas más picarones de una dama del placer como tú? ¿Querrás compartirlas con esta florecilla aun sin desflorar?

"Sin desflorar. Ahí, Stephy, te lo has marcado." Se dijo para sus adentros.

Cogió su copa y levantó su máscara lo justo para destaparse los labios y dar un largo sorbo a la bebida, expectante de que aquella chica desconocida de atributos más que sobresalientes le contase alguna que otra frivolidad que ayudase a romper el hielo.

Vaya, acababa de empezar el juego y ya la estaban acorralando. Había salido un tema del que ella no tenía ni idea en absoluto. Empezaba a arrepentirse de haber escogido un disfraz y una personalidad tan estúpidos. Desde luego "Ran" venía mucho mejor preparada que ella. Y eso le dolía en el orgullo.

Ya no le quedaba más remedio que serenarse y seguir adelante.

-No tengo preparada ninguna estratagema en especial, más dejar el cebo y esperar a que algún merluzo pique -diciendo esto descruzó y volvió a cruzar las piernas, con provocativa elegancia-. Si es de calidad, entonces empezaré a tantearlo hasta saber lo que le gusta. Y si se lo doy ya lo tendré comiendo de mi mano. Es bastante sencillo en realidad-dio otro sorbo a su copa-. Pero si tan inocente eres, deberías haber evitado esta fiesta... ¿Qué hace una flor doméstica en este terreno tan silvestre?

Stephan se rió por lo bajo. No de ella, en absoluto, sino de aquella frase que tan agradable le resultó. Se sintió identificado al instante con esas palabras, quizás en un aspecto diferente al que Erato se imaginaba, pero el roce ya estaba hecho. Sin embargo no debía temer si la conversación trascendía a abrir su corazón un poco. Nadie lo reconocería, Nadie lo juzgaría. Ran solo era una fantasía evanescente de la noche del 31 de octubre.
No pudo evitar con todo aquello que un pensamiento analítico y parasitario invadiera su momento.

"Las personas se sienten seguras cuando se enmascaran."

Por lo tanto:

"Puede que ahora sea la oportunidad de ver qué clase de gente es la que me rodea. La la luz del día hay más tendencia a las mentiras por el miedo al juicio. Puede que no sea el único que me disfrazo para poder ser sincero."

-Quiero que me mimen. -Respondió Stephan sin pensar. -Busco que me den cariño, por eso estoy aquí.

-¿Cariño dices?

La oiran se levantó ligeramente la máscara y se terminó de golpe el vasito con el resto de bebida cuando un regusto a algo familiar se le atascó en la garganta y en la mente. De pronto el pánico bullía dentro de sí.

"Le han echado una poción excitante o confundidora, estoy seguro. Ese regusto a lovage es inconfundible. Creo que me estoy mareando..."

Cuando le confesó aquello se preguntó si era parte de su papel o si se estaba desenmascarando ante ella. Una oiran que busca cariño... Qué irónico, ¿no?  Pero era imposible saber si era cierto o falso, y de todos modos tampoco le importaba demasiado, pues al día siguiente ni siquiera sabría quién era ella.

-Bueno, Ran... No sé si has venido al lugar más adecuado en busca de cariño... Aquí todos vienen a buscar lo mismo, y no se trata de amor. Al menos no del que buscas... -Le gustaría decirle que su disfraz no la ayudaría, pero no quería dejar claro que sabía de que iba disfrazada en realidad, pues no todo el mundo sabría lo que es una oiran o su diferencia con una geisha. Dio otro sorbo a la bebida violácea, y se dio cuenta de que Ran se había quedado muy callada de repente. Con aquella máscara no sabría decir lo que le pasaba. Quizás la había molestado o asustado. ¿Cómo saberlo? Tenía un aspecto delicado e incluso inocente. En cierto modo le recordaba a su hermana menor, y por lo que ella sabía, podía ser ella si le hubiese dado la gana de colarse en la fiesta aquella noche. Aunque más le valía que no fuese Anya, o tendría serios problemas.

-Bueno si te sirve de consuelo yo tampoco vengo buscando magreo, simplemente estoy aquí por estar. Además de que hacerse pasar por otra persona siempre es interesante, ¿no crees? Despreocúpate y pásalo bien. ¿Quién sabe? Puede que conozcas a alguien interesante de verdad... Y si tienes problemas esta noche, siempre podrás acudir a mí.

"Bien, no ha sido mucha cantidad, respira y todo estará bien. Ella es comprensiva y encantadora. Puedo relajarme con ella."

-Eres muy amable, Erato. Hay muchas formas de obtener cariño. Esas palabras vacías que usan para llevarte a la cama, en ciertos momentos pueden ser muy reconfortantes. Palabras gentiles y mente sucia, de eso es lo que más habrá aquí, sin embargo no me importa florecer de esa manera.

Risilla. Se acercó a la chica apoyando fugazmente la barbilla cerca de su cuello, y se levantó un poco la máscara para percibir el perfume de los cabellos de esta. Acto seguido miró a Erato a los ojos.

-Tu aroma es pícaro pero sutil. Y tus ojos son de diferente color. Veo que eres una flor de contrastes, Erato. Eso me gusta.

-Gracias -dijo con una gran y encantadora sonrisa. Era la primera vez que elogiaban sus ojos (aparte de su hermana) y le había sentado increíblemente bien. Sin embargo no quería que se le notase demasiado, por lo que mantuvo una actitud de "oh, lo sé, gracias querida", lo cual no resultó ni un mínimo esfuerzo. Era el tipo de actitud que uno tiene permanentemente en una fiesta de la familia Evans-. Me alegro de que te hayas dado cuenta, esta noche quería estar especialmente... especial. Te prestaría este perfume de no ser porque entonces descubrirías quien soy, y eso sería romper las reglas, ¿no crees? Y por otro lado -añadió acariciando uno de los largos mechones de pelo de Ran, tan lisos y suaves como desde un principio le habían parecido-, me gustaría que siguieses manteniéndote así de pura y adorable, pues si te dejas engatusar sólo por recibir un cariño pasajero y falso, terminarás arrepintiéndote algún día, cuando te des cuenta de que en realidad no es lo que esperabas y te sientas más vacía que al principio -se estaba yendo por las ramas, ni siquiera estaba hablando de amor carnal en realidad, pero con suerte Ran no se daría cuenta, con sus palabras parecía que sabía mucho del tema a pesar de que en la vida real era la más virgen y pura de aquella sala-. Ya sabes lo que dicen: la espera es larga, pero vale la pena.  

Stephan sintió como si aquella chica le diese un bofetón con sus palabras tan bien estructuradas.

-... me gustaría que siguieses manteniéndote así de pura y adorable...

"No lo soy ni quiero serlo..."

-... pues si te dejas engatusar sólo por recibir un cariño pasajero y falso, terminarás arrepintiéndote algún día, cuando te des cuenta de que en realidad no es lo que esperabas...

"¡Te equivocas! ¡No me arrepiento de nada!"

-... y te sientas más vacía que al principio.

"No es mi caso. No es mi caso. No es mi caso. No es mi... "

-Ya sabes lo que dicen: la espera es larga, pero vale la pena.

"No soporto esperar. Lo odio. Lo odio mucho."

Tras ese momento de ansiedad oculta tras la máscara, el adolescente travestido luchó por que su respiración se normalizase, para que su voz saliera tan serena como debía ser.

-Supongo que las circunstancias de cada una son diferentes. Sin embargo no te falta razón. Hablando en plata, no me dejaré arrastrar por el primero que se me cruce, sino que prestaré más atención a las señales de mi corazón.

Se le acercó, se levantó la máscara a la altura de la nariz y susurró a su oído, haciendo que su cálida respiración hiciese intencionadamente cosquillas en la oreja de la chica.

-Aunque creo que tú también deberías analizar menos y sentir más. Eres una cortesana anónima y como tal, si tu corazón o tu sexo quieren florecer, ¿por qué no dejarles? Nadie te va a juzgar por ello.

Dicho esto y con sutileza, un besito fue posado en el lóbulo de Erato. Ran se separó despacio y volvió a cubrir todos sus rasgos con la máscara.

No pudo evitar una risilla cuando sintió el cosquilleo en su oreja. El contacto más íntimo que había tenido con alguien desde... ¿siempre? Y no le había disgustado. Ran estaba dando en el clavo con ella, y para variar, no le disgustaba. Quizás si supiese quién era realmente podrían llevarse bien. Puede que incluso llegar a ser amigas. Pero entonces ella tendría que descubrirse también y eso no le hacía gracia. De hecho le avergonzaba, pero no sabía muy bien qué era lo que la avergonzaba más, ser Erato o no serlo.

-Tienes razón -estaba dejando ver demasiado su auténtica personalidad, y eso no podía ser-. Te prometo pues, que si esta noche mi corazón o mi sexo desea florecer con alguna de las personas aquí presentes, no lo refrenaré, al igual que tú. Es difícil no intentar analizar a las personas cuando llevan máscaras, intentando descubrir qué hay detrás, pero por esta noche intentaré olvidarme de hacerlo. Y si sucediese algo con alguien esta noche y después vuelvo a encontrarte, te lo contaré -levantó la copa, ofreciéndole la oportunidad de un brindis por aquella decisión, esperando que ella hiciese lo mismo si sucedía el caso.

Ran extendió el brazo y lo entrelazó con el de la otra para echar el traguito del brindis que propuso Erato.

El chico travestido se encontraba con más confianza al ver que aquel sutil venenillo que de seguro algún pervertido había volcado en la bebida no le había hecho apenas efecto, seguramente debido a la nimia dosis ingerida. Sin embargo ya de antemano sabía que no se iba a arriesgar más. Aunque le remordía en la conciencia, se veía incapaz de advertirle a su amiga del peligro que podía correr con la bebida, ya que no estaba seguro si eso se lo habían echado a él solo, si estaba en las poncheras... Levantar la alarma en un momento así podía ser fatal.

Apenas se mojó los labios, cuando, como quien lo quiere la cosa, le dejó caer la puntillita a su amiga.

-Sin embargo, Erato, si de verdad quieres mantener tu palabra, te aconsejo que no te sobrepases con estos licorcillos. Entran dulce pero pueden caer como un veneno antes de que te des cuenta. Pero estoy segura que una chica de recursos como tú debe saber de todo acerca de esto.

Finalmente Stephan se atusó el traje y desvió la mirada, sorprendiéndose de no ver a Tristan por ninguna parte. El pensamiento de que hubiese podido caer al tomar una copa no le resultó nada fuera de lugar, por lo que la preocupación por su amigo empezó a crecer.

-Gracias por este rato tan agradable, Erato. Yo estaré por aquí, así que si te apetece volver a hablarme no te costará localizarme. -Y con una reverencia se encaminó a buscar a su amigo con un mal presentimiento carcomiéndole por dentro.

-Cuídate Ran, espero que volvamos a encontrarnos algún día -dijo despidiéndose de ella con la mano, y una encantadora sonrisa mientras la chica se alejaba.

Sin embargo lo que había dicho de la bebida la tenía en vilo. No podría asegurar si se refería al alcohol o a otra cosa. La copa que ella estaba bebiendo se la había dado la propia Ran, y no creía que fuese a darle nada nocivo. Se fijó en la copa que la oiran había dejado atrás, todavía bastante llena. Era ponche. La suya era un coctel alcohólico que heredaba el color del licor de moras.

No encontró nada raro en las bebidas a primera vista, ni tampoco pudo distinguir nada en el olor. Pero de todos modos no podría haberlo hecho aunque hubiese algo ahí, a no ser que fuese muy evidente.
Se quedó con la copa en la mano, si la veían con una bebida, nadie le invitaría a otra, y no se vería obligada a aceptarla.