Friends

Quien sabría la hora que era, pero sin duda el frío de la noche le quitó momentáneamente la sonrisa de un guantazo en el instante en el decidió salir por la puerta. No necesitó buscar mucho para encontrar a quien buscaba, que se encontraba apoyado en la pared del edificio con la mirada pérdida en algún punto del suelo, murmurando algo que no llegaba a escuchar. Con pocos pasos, se aproximó al profesor, que pareció sobresaltarse con su presencia.

-Hey, ¿estás bien?  –saludó Eugen con una sonrisita preocupada, ofreciéndole a Letze la cerveza que había abandonado dentro.

Antes de la llegada del guardabosques, Letze se había puesto a tararear algunas canciones en voz baja para ver si así se calmaba.  Poco a poco se había despejado y algunos de los efectos del fruto se le habían pasado, pero aun así seguía pensando en voz alta más de lo que debía.  Estaba tan enfrascado que no se había percatado de la llegada de Eugen hasta que le tuvo delante.  Anda que salir con el frío que hacía para verle…

-¿Eugen? ¿Pero qué haces aquí joder si hace un fresco que te cagas? -Automáticamente se cubrió la boca avergonzado.  Desde luego que no se le había pasado.- Y no, la verdad es que podría estar mejor… ¡D-Digo…! ¡Estoy b-bien! Estoy... -Suspiró abatido.- No sé.

Parecía ser que Michael tuvo razón y el aire de fuera pareció calmarle aquella risa salvaje. Pero esta parecía resistirse a extinguirse de una vez y sin quererlo se le escapó una risilla traicionera al escuchar a Letze. Aunque no supo si esa risa era de verdad o por alguna jugarreta del fruto seco.

-Ay, perdón... Anda, toma -volvió a insistir con la bebida hasta que Letze la sostuvo. Seguidamente, se apoyó en la pared al lado del profesor, mirando su propia cerveza aún temeroso de beber. Suspiró-. Has tenido mala suerte, ¿eh?

-Lo que soy es tonto.

-¿Tonto por qué?

-P-P-Porque…- Suspiró una vez más.  Sujetando la bebida, no había manera de atenuar sus frases.  La culpabilidad se le echó encima.  Debía parecer un crío.- Por ser así… Y-Y estar amargándote la noche, que estás aquí tragándote el marronazo.  Eres… E-Eres tonto, deberías estar dentro preocupándote m-menos.

Eugen que tenía el ceño en uve abrió la boca para quejarse, pero Letze no había acabado su retahíla.

-¡Joder! La porquería esta no se me pasa del todo y estoy hasta los cojones de i-insultar con esta boca sucia y de decir c-cosas que no debería… P-Perdona… S-Siento mi descortesía… -Se le aproximó, inusualmente.- ¿E-Estás bien? ¿Te duele el vientre?

-Me duele hasta la ropa -rio amargamente aunque no fuese su intención, con el cansancio en plena cara.

Aprovechando el insólito acercamiento, Eugen se tomó las confianzas de soltarle un puñetazo débil pero certero en pleno brazo, usando su mano libre. Letze reculó la distancia que había cubierto, sorprendido por el golpe tan espontáneo.

-Y que sepas que me preocuparé lo que me venga en gana. No me estás amargando ninguna noche, ¿estamos? -lo amenazó con las comisuras temblorosas. La única respuesta que recibió por parte de Letze fue una mueca y el esfuerzo por mantener el silencio. Eugen suspiró-. Agarra un segundo, anda.

Le dio un sorbo rápido a la cerveza aprovechando aquel descanso y al momento se la tendió a Letze. Del interior de la chaqueta sacó una pitillera de metal un poco desgastada. Hizo una pausa antes de seguir.

-Um, ¿te importa?

Letze abrió la boca de par en par.  ¿En serio después de lo que había anunciado casi públicamente en el bar se iba a poner a fumar a su lado tan tranquilo, tan pancho, casualmente, como quien no quiere la cosa, tentándole de esa manera? A eso... Aquello que no quería, ni a lo que debía acceder de ningúna manera.

-¡Síiiii! ¡Me importa! -Lo chilló a medias con profundo reproche, algo dolorido: una reacción peculiarmente exagerada.- ¡Capullo insensible!

-“Uy. Hostias, se me ha escapado.” Mierda… Mmmm…

Los síntomas del fruto seco debían de ser algo como el hipo, porque semejante sorpresa le arrancó la sonrisa de cuajo. Se quedó, literalmente, boquiabierto.

-Pero... ¡¿Pero qué me estás contando?! ¡Encima de que te pregunto tienes la cara de llamarme capullo!... -dijo claramente airado una vez pudo reaccionar. Se enfundó la pitillera de vuelta en el interior de la chaqueta y le arrancó su cerveza de las manos-. ¡Si tan poco te gusta podrí-...!

Pausa. Acababa de caer en algo. Su expresión pasó de enfado a sospecha. ¿Qué era eso que dijo antes de salir...?

-Espera, ¿no me dijiste que no fumabas?...

-Ay Eugen por qué has tenido que preguntar...

Profirió un sonido entre quejido y un suspiro. Odiaba tener que contar su vida del instituto ya que no es que fuese su mejor época: cerrado en banda, sin apoyo, desganado. Pero especialmente, estancado.  Estancado y dejándose hundir. Aprovechando que Eugen le retiró la cerveza de las manos, pudo taparse la boca a tiempo y muchos de los invasivos que estaba chapurreando se quedaron en susurros.  Con suerte no llegaban a oídos del guardabosques.

-Menuda mierda. No sé por qué era tan estúpido. Me avergüenzo de mí mismo. Era tonto. “Vaya, sigo siéndolo, pero coño, lo era incluso más.” Como odio a mi padre. No, decir eso está muy feo… P-Pero… “Pero le detesto joder.” Y mi madre es una hipócrita de m-m... Echo de menos a Erma… Pero no puedo seguir refugiándome en brazos de mis hermanas “que ya soy mayorcito. Bastante.” Debería seguir esforzándome por ser mejor persona. Pero me estoy esforzando, ¿no? “¿O no…? No lo sé.” N-No sé si lo suficiente…

Se estaba desviando y lo sabía. Notaba un fuerte pinchazo en el pecho y una creciente falta de aire en los pulmones. Que mal tenía que estar quedando por una nimiedad como un cigarro.

-P-Perdona… Perdón. Puedes fumar delante de mí que me da igual… Lo siento.- Alzó la mano y se pellizcó el cuello nervioso. Estaba muy arrepentido -N-N-No fumo… No fumo… No te m-mentí. Fumé, eso sí. ¡Aaaah! Siento si me he alterado mucho… Parezco gilipollas armando tal escándalo. Eugen, hazme caso ¿vale? Puedes fumar, coño, no te voy a tener con los nervios toda la noche. Y es verdad que has sido encima un cielo preguntándome. “¿En serio le acabo de decir un cielo?” No es por ti...

Mano sobre los labios. No más.

-¿Qué?

No había entendido ni la mitad de los murmullos de Letze, más que unas pocas palabras sueltas que no parecían tener conexión alguna. Todo se sumaba a una creciente confusión al no comprender que ocurría. Sólo sabía que había metido la pata, eso seguro.

-A ver, a ver, cálmate. Mis nervios pueden aguantarse un poquito, no voy a fumar a costa de que te dé un telele, ¿vale? -rio de un humor más apacible, preocupado por el clarísimo estrés del profesor-. Siento tener tan mala hostia, ¿estás bien?

-¿S-Seguro? ¿Seguro que no te dará el mono y luego…? P-Porque coño... Es que después de lo del profesor de runas pu-pues pensé… -Casi se le había olvidado que tenían una conversación pendiente respecto a aquello.  Al recordar la reacción de Eugen dentro del bar volvió a brillarle un matiz de enfado en la mirada, pero fue fugaz ya que él no era quién para hablar.- Oye ¿qué te pasaba con el de runas? Siento ser tan egoísta… Casi se me olvida de tanto hablar de mí, porque poooobre Leeeeetze. “Pobrecito hay que mimarle y tratarle bien porque es un SENSIBLE DE MIERDA.”

Lo dijo con ironía, gesticulando con ambos brazos mientras ponía muecas graciosas que normalmente ocultaría, pero se estaba relajando.  Al aguardar la respuesta otra idea se le vino a la cabeza que le hizo sonrojarse hasta la puntita de las orejas.

-Que p-por cierto te he llamado por tu nombre ochenta veces y me rayo un montón con si está bien, lo siento.  Tú llámame Letze si eso, porque lo prefiero infinitas veces… A-A menos que te moleste…

-En absoluto, llámame como quieras. Mientras no sea capullo... -bromeó el guardabosques. Y al verle la cara de culpabilidad a Letze, no pudo hacer otra cosa mas que reírse-. Es broma, ¡no me pongas esa cara!

Le dio un trago a la cerveza y dejó la mirada perdida. En cambio sintió como Letze le clavaba una mirada cargada de reproche.

-Eugen...

Suspiró e hizo una mueca. En realidad, se había molestado por una nimiedad.

-Nada, no era nada. Sólo una tontería.

El moreno de piel suspiró y llevó sus largos dedos a sus párpados.  Estaba cansado; la noche anterior debido a los nervios la había pasado dando vueltas como una croqueta en la cama durante casi dos horas, o séase, en vela.

-Coño “y pensé que yo podía ser cabezón…” Está claro que “no soy ni la mitad de cabezota que este menda.”-Al ver que Eugen se había quedado algo confuso tras esa frase medio dicha, clarificó- Que… M-Me prometiste dentro que me lo explicarías, hombre…

-No te prometí nada -contestó Eugen con una mirada de reojo, con la boca de la botella en los labios.

"Aunque la verdad es que bien que le dije luego..."

-Ya, pero...

Resopló. Efectivamente ahora callarse sería hacerle un feo. Y total, si tan tontería era...

-Bueeeno... A ver... -respondió resignado e hizo una pausa, pensativo, antes de continuar. Aunque tuvo una idea mejor-. Lo primero, vas a tener que perdonarme por aprovecharme pero...

"Con eso de que piensas en voz alta..."

-¿...cuántos años me echas?

-Treinta.

Le había salido tan natural porque no era la primera vez que se preguntaba qué edad tenía su amigo. Siempre concluyó en la misma: o esa o un año más o menos. Sin embargo, empezó a dudar de que su elección fuese acertada al ver la expresión de tristeza que inundó el rostro de Eugen.

-¿V-Veintinueve? “Oh no.”- Se apresuró a decirlo, en un intento de sonar convencido que falló miserablemente. Preguntó con terror.-... ¿Q-Q-Qué edad t-tienes?

-Veinticuatro.

-… -Se cubrió las mejillas enrojecidas, muy avergonzado mientras le temblaba el labio inferior, sin palabras. Lo que dijo el profesor de runas le acababa de encajar y entendió que la había cagado hasta el fondo.- “Estúpido, estúpido, estúpido, estúpido.”

La reacción de Letze no pudo más que sacarle una sonrisa, a pesar de la amarga resignación a hacerse viejo.

-No te pongas así, ya estoy acostumbrado -encogió los hombros-. Tampoco puedo hacerle mucho, es una tontería al fin y al cabo.

Se pasó una mano nerviosa por la nuca despejada y se cagó internamente en quien inventó el frío. Cruzó los brazos para resguardarse, mientras tamborileaba los dedos de su mano libre, un leve tic.

-Será verdad eso de que me tengo que tomar las cosas con más humor...

-L-Lo siento mucho... Siento si te he ofendido... Y n-no digas eso, a nadie le gusta q-que le digan que parece más mayor.- Aún no sabía cómo tratar con Eugen, pero aquella sonrisa tan encantadora le había calmado bastante.  El moreno ahora buscaba animarle y dejar a un lado sus problemas: no ser un inútil sin empatía, vaya.- Es normal que no s-siente bien y menos que se burlen de ti.  Que se regodeen y eso... Hay una edad en la que como que está permitido... Y-Ya sabes. Que te echen más edad.  Q-Que te alegras en vez de... J-Jope, me explico fatal. - Risotada nerviosa, aunque sincera.- Uhm...O-Oye, ¿qué e-edad crees que tengo?

Esperando la respuesta se percató de la ligera intranquilidad de Eugen.  Un movimieno repetitivo.  Sus dedos redondeados golpeando en un trance involuntario.  Un tick familiar.

"Joder. Reconocería esos gestos en cualquier lado.  Quiere fumar. Seré gilipollas... Pero es que me da que si le insisto más se va a cabrear conmigo.  Y lo que me faltaba era volver al principio"- Hizo una mueca con la boca mientras que sus cejas se curvaban preocupadas.- "¡Pero es que está clarísimo, mierda!"

Le enternecía esa torpe muestra de preocupación, pero la cara de pena que le puso hizo que Eugen se plantease seriamente la edad de su compañero. Algo le decía que iba a meter la pata de la misma forma, pero al fin y al cabo lo mejor era ser sincero aunque tuviese sus dudas.

-Um... Unos... ¿veinticinco? -preguntó más que dijo, con la duda en la cara y una mueca incómoda, temeroso de su reacción.

Letze echó hacia atrás ligeramente la cabeza, mostrando una cara de confusión divertida.  No se había esperado que le echasen más edad: el cada mañana cuando se miraba al espejo se veía aún muy niño.

-Uhm... L-La verdad es que tengo veintidos... Jeje. Pensé que todos los profesores sabían que estaba recién salido de la escuela... P-P-Pero ¡eh! N-No pasa nada, que a mi no me importa.

Cada vez se sentía más a gusto; más relajado. Bebió un buche generoso de la cerveza que no había tocado desde que le fue entregada. Estaba muy fría y hasta entonces no se dio cuenta del puñetero frio que hacia y de las pocas luces que había tenido largándose del bar sin coger la chaqueta. Intentando resguardarse se apoyó contra la pared, engurrñándose, ligeramente cerca de Eugen una vez más.

"Ya se me ha pasado el efecto, creo. Mis pensamientos por fin míos..."-Miró al guardabosques de soslayo.- "Con el frío que hace, aquí soportándome. Animándome. Sin fumar. ¡Sin fumar! Joder."

Sintió una punzada en el pecho de culpabilidad y una calidez que no supo identificar. Su brazó libre se movió por sí solo hasta agarrarse una de sus trenzas: comenzó a jugar con ella. Eugen le ponía mas blando que una esponja.

-Gracias... Pero si tienes mono, coge el -"puto"- cigarro -"so cabezón de mierda".

Miró a Letze de reojo, con una ceja en alto. Fue un contacto fugaz. Volvió a perder la vista al frente.

-Nah, no te preocupes. Puedo soportarlo -contestó tajante aunque tranquilo, seguido de un trago.

Vio como Letze se pasaba la mano por la cara y suspiraba profundamente. Se le hizo bastante familiar.

-Eres tonto. ¿No ves que no le haces daño a nadie, solo a ti mismo?

-¿Qué?

La expresión de desconcierto de Eugen no tenía precio. Era la cosa más paradójica que le habían dicho en mucho tiempo. Le pareció tan absurdo que prefirió tomárselo con humor, como debería hacer habitualmente.

-Te das cuenta de que me estás diciendo que me hago daño por no fumar, ¿no? -rio sarcástico aunque sin maldad-. Mira, no me montes una peli por un cigarro, hombre, que no me va a pasar nada, ¿vale? Yo me permito unos años más de vida y a ti no te da un telele, ¿eh? ¿Qué te parece? -bromeó, dándole un codazo en el costado, a ver si así le quitaba esa cara de peras agrias con la que lo estaba mirando.

-U-Unos…Años…¿?

El terror que pintó la cara de Letze era visto desde fuera, cómico. Sabía que se estaba preocupando más de la cuenta pero no pudo evitar que le pesasen esas palabras que su amigo le había dicho. Los cables se le cruzaron y su opinión volvió a cambiar, favoreciendo la cabeza cuadrada de Eugen.

-…- Tenía la garganta seca y le dio un buche a su bebida.  Intentó hablar pero sólo emitió un gruñido entrecortado, algo similar a un quejido.-"Lleva razón: he quedado como un idiota. Qué vergüenza. Tiene que pensar que soy tonto. Mierda. ¿Y ahora qué le digo? Se ha salido con la suya.”

Rojo como un tomate, lo único que pudo hacer fue desviar la mirada hacia la dirección opuesta donde estaba Eugen, volviendo al punto de partida.

Eugen suspiró de nuevo, con media sonrisa en el rostro.

-Tú sí que eres tonto... -miraba a Letze de soslayo una vez más. No obtuvo respuesta, sólo una mueca incómoda-. Te preocupas demasiado.

-Ya...

Silencio de nuevo. El profesor ni siquiera le miraba a la cara. Eugen alzó una ceja. A veces le daba la impresión de estar tratando con un niño.

"Si no espabilas por las buenas, será por las malas."

Aprovechando que Letze miraba en dirección opuesta, discretamente y sin movimientos bruscos, comenzó a acercar la cerveza helada al cuello del profesor, a un punto estratégico despejado de trenzas. Despacito, muy despacito...

Y tan despacio que el profesor de astronomía no se dio cuenta hasta que la bebida le rozó las carnes y pudo notar como la zona cercana a su sensible nuca se congelaba.

-¡AH! -Sonó como un gemido ahogado.  Letze se preguntó cómo podía tener tanta puntería sin quererlo.- ¡OYE! “¡TAN CERCA DE LA NUCA NO!”

Tan mala suerte había tenido y lo torpe que era que de la impresión se había tirado un chorro de cerveza encima al arquearse de esa manera.

“JODER. ¡Ha sonado guarro! HA SONADO LASCIVO. ¿Se habrá coscado? ¡Pero que mierda me pasa! ¿Qué clase de grito era ese? Coño. COÑO. No debe enterarse NADIE de que es mi zona... Sensible.”

Miró a Eugen de soslayo que le decía algo sobre la bebida que se le había derramado, pero al moreno se le pasaban otras cosas por la cabeza. Otras que provenían del diablillo que se te acopla al hombro para susurrarte cosas que no quieres escuchar.

-¡... y encima te vas a helar! -continuó hablando entre risas, aunque Letze no le escuchase.

Y es que inevitablemente el conjunto de brinco de sorpresa y gritito obsceno inesperado, reavivó a su pesar el ataque de risa que había dejado atrás, atormentando de nuevo su dolorido vientre. La ventaja de aquello es que, para su sorpresa, Letze comenzó a reirse también aunque con cierta timidez.

-Sí que eres tonto, ¿eh? -dijo una vez que la risa dejó de patearle el diafragma, aún con algunos jijis y jajas de más-. ¿Qué? ¿Estás mejor?

-Jiji… Sí… T-Tienes una risa c-contagiosa.

Se bebió lo que quedaba de cerveza.  Bajó la mirada y se acarició el cuello con suavidad, algo intranquilo. Estos escasos segundos de silencio que estaban teniendo le dieron un momento para pensar en lo que llevaban de noche: su falta de participación, su espectáculo con los frutos secos, su torpeza con Eugen y la cantidad de altibajos en la conversación… Había tenido más momentos malos, vergonzosos o absurdos que buenos y eso pretendía enmendarlo.

“He dicho muchas tonterías y cosas raras. Pues por mis narices que me voy a animar y me pienso esforzar.”

-¿Seguuuro? -le reprochó con una mirada cargada de sospecha.

-Sí -respondió el profesor con una amplia sonrisa en el rostro, no sin cierta timidez.

-Oh. Bueno... Me alegro entonces -dijo Eugen atónito ante semejante cambio. Era la primera vez que lo veía sonreir así-. ¿Ves? ¡Si estás más guapo cuando sonríes, hombre!

Y con toda la confianza y otra sonrisa de vuelta, le pellizcó una mejilla como si fuese su abuela y le regaló unas cuantas tortas amistosas en la cara.