Dos Soles

Había coincidido que había sólo una alumna en toda la plaza.  Una alumna que no estaba sentada en los bancos libres o en el bordillo de la fuente, que no permanecía más de un minuto en el mismo sitio y que por mucho que le gustase estar en silencio y disfrutar de la naturaleza, hoy no hacía más que canturrear… ¿Por qué?
Porque hoy era un día especial.  Hoy era el día en el que ella volvería a encontrarse con su hermano, ese hermano al que en esos cuatro meses había echado tanto de menos… Su hermano que bailaba y cantaba con ella; el que se cruzó por los pasillos y le dijo que se verían hoy.  Ese adolescente que-

-¡Frutti!

Había llegado unos cinco minutos tarde, pero allí estaba.  Jagoda cruzó de un salto al otro lado de la fuente y tras una carrerilla, acortó las distancias para lanzarse al cuello de su “hermano” en un gesto de afecto.

-¡¡¡Baaaaanjiiiiiiiiin!!!

Mientras se abrazaban se dieron múltiples besos en la mejilla, la nariz y la frente.  Estaban pletóricos y sonreían como dos niños en su más pura inocencia.  Después del efusivo saludo, propinó a Banjin con un azote en el brazo seguida de una frase en español (para ver si había seguido practicando en verano).

-¡Llegas tarde! ¿¡Por qué!?

¿Excusas? No había ninguna. Se entretuvo mirando las musarañas, o más bien los cuervos. Distraído por los pasillos, por el ambiente, por el olor y todas esas cosas de las que se desprendía todas las vacaciones, a las cuales debía habituarse una vez más, otro año más. A pesar de haber pasado tantos días, meses y años en Kurowski, cada curso le suponía un esfuerzo nuevo de días o semanas amoldarse a sus paredes de piedra y sus normas de hielo.

Aunque a veces uno podía toparse con una buena estrella durante el camino. Una buena estrella que le iba a meter un sopapo como no respondiese bien porque, a pesar de todo, no tenía excusa.

-Emmm... Porque... -Banjin apretó el entrecejo mientras que su cabeza intentaba en vano formular una frase. Porque no, apenas había practicado aparte de lo que se había comunicado con ella durante las vacaciones. La torta era inminente-. Yo... Estoy, estaba... Eh...

Frutti frunció el ceño sin cejas. Desde que se quedó sin ellas daba más miedo. Y la respuesta la quería inmediata.

-¿...Fiesta?

Y el golpe cayó como una bomba sobre el otro brazo de Banjin, que hasta había puesto una pose flamenca para hacer la gracia.

-¡Ay, ay, lo siento! -dijo intentando apartar la furia ciega de la niña con las manos. A pesar de llevar un abrigo grueso, la torta le había picado un poco. Qué hubiese pasado si hiciera calor...-. ¡Qué bruta eres, chiquilla!

-¿Bruta yo? ¡Bruto tú! ¡Cateto! ¡Que no quieres aprender otro idioma!

Se giró para darle la espalda de broma.  Siempre hacían este tipo de cosas ya que había confianza suficiente para hacer el payaso, sin preocupaciones, siendo ellos mismos.

-En verdad te ha hecho gracia lo del flamenco, admítelo.

Tras escuchar aquello Frutti no pudo reprimir el sentimiento de maldad que se estaba apoderando de ella y decidió dejarse llevar por él para darle un pequeño escarmiento a su amigo.  Se iba a poner un poco chulita, pero bueno, así eran los juegos que se traían entre sí.

-¡Ja! La verdad es que lo que más gracia me ha hecho era tu cara de estreñido mientras pensabas cómo decirme las cosas en español… Eso y tu cara de miedo cuando no se te ocurría nada…-Luego de cara a él, le dio un besito en la mejilla y sonrió de manera socarrona- Pero lo del flamenco no estuvo mal, no.

Toda esa teatral chulería se le estaba pegando, como siempre ocurría entre los dos. Había echado mucho de menos esos piques absurdos y las discusiones inofensivas que les hacía pasar tan buen rato.

-¿Que no estuvo mal? -dijo aparentemente incrédulo dejando a un lado los insultos facilones-. Que no habré practicado mucho español pero si otras cosas y lo sabes, ¿eeeh? -le agarró una mejilla y le empezó a dar pequeños y molestos tironcitos-. Que he seguido con las clases, guapita.

Aunque la cara de Frutti se contrajese de nuevo en una mueca de enfado su mirada siguió a Banjin, guiada por la curiosidad. Banjin volvió a acomodarse en la misma pose de baile que antes, esta vez con menos broma y más garbo, demostrando así que en su campo no se andaba con chiquitas.

-¿Me acompaña usted o prefiere quedarse ahí echándome malas caras?

Y así la pequeña se dio cuenta de las verdaderas intenciones de Banjin.  Un sentimiento de expectación, mariposas y nervios se le acumularon en el cuerpo de repente.  Sentía como un chorro de júbilo fluía por sus venas y sus músculos se tensaban.  Sí había algo con lo que disfrutaba gratamente y jamás rechazaría sin dudarlo sería bailar con Banjin.
Se mordió el labio con inquietud mientras se aseguraba por completo antes de ponerse en posición que no había absolutamente nadie mirándoles.  No quería exponer a su hermano y su secreto a ojos de cualquiera.

-Vaaaale… El terreno está asegurado.  ¡A bailar, guapetón!

Frutti comenzó alzando las manos, seguidas ambas de su juego de piernas que consistía en un zapateo rítmico formado por golpes secos y firmes.  Estos se asemejaban al ruido de un metrónomo y le revelaba a su acompañante el tempo de la sevillana que estaba bailando, permitiéndole así entrar.  
Los pasos de Banjin a diferencia de los de la chiquilla eran mucho más expertos; se notaba que era el baile de alguien que lleva practicando toda su vida.  Sus manos se arqueaban delicadamente alrededor de su cuerpo mientras sus piernas le desplazaban a placer alrededor de la joven.  Su cuerpo ya estaba acostumbrado a girar grácilmente, a entrelazarse con los movimientos de su compañera y a fluir con naturalidad.  
Frutti encontraba más problemas a la hora de bailar de manera natural, pero no lo hacía nada mal para ser su compañera.  Experta o no, encontraban la armonía danzando.

-¡Y Olé!

Al igual que fue la primera en comenzar, fue la primera en parar: Su sonoro pisotón dio por finalizada la sesión.  La muchacha acabó riéndose con las manos en el pecho mientras intentaba regular los latidos de su entusiasmado corazoncito.

Quizás Frutti no fuese tan habilidosa como muchas otras compañeras de baile que hubiese tenido, pero bailar con ella siempre era algo especial. Al fin y al cabo, sin ella nunca se hubiese sumergido en el maravilloso mundo del flamenco.

-¡No sabes cuánto te he echado de menos! -exclamó Banjin mientras la abrazaba por la cabeza y le daba unos cuantos tumbos de pura emoción-. Anda, ven.

Se dirigió a uno de los diversos bancos de piedra que rodeaban la fuente central de la plaza con Frutti agarrada de la mano. Banjin sentó sus posaderas sobre la fría piedra y dando unos golpecitos suaves con la palma de la mano invito a la chica a sentarse a su lado.

-Bueno, princesita -dijo haciendo hincapié en ese mote que hacía chirriar los dientes de la chiquilla-. Cuéntame como han ido las cosas en este tiempo que no he estado.

-Como te odio cuando me llamas princesita… -Murmuró a la par que le hacía muecas- Pues… Hm, hmm… Vamos a ver, hay mucho profesor nuevo este año, la verdad.

Se paró a pensar unos momentos antes de nombrar a los profesores: Tenía que procurar organizar bien el aspecto del profesor con la asignatura correcta.

-El de pociones da un poco de miedo o al menos a mí me lo da…  Luego está el de defensa contra las artes oscuras que parece ser albino o algo así, tiene el pelo clarísimo, no sé si le has visto…

-Puede- Dijo rápidamente sin querer interrumpirla.  Estas cosas le interesaban y las descripciones de la chica resultaban divertidas.

-Aparte hay un nuevo guardabosques que no se mucho de él porque nuuuuunca le veo… ¡Ah! Hablando de no ver, el profesor de aritmancia no aparece y no se sabe absolutamente nada de él. Y juraría que me olvido de alguien…-Comenzó a contar con los dedos en silencio mientras fruncía el ceño- Ah, claro, hay un profesor de astronomía nuevo… Es negro y muy raro.  Otro al que apenas veo.  Aparte de toda esta tanda de profesores jóvenes y guapos, las chicas de mi curso sólo hablan de los disfraces de Halloween... No te has perdido mucho.

Banjin se rió con cierto tonillo de maldad.

-Vaya panda de profes más raros, ¿no? O sea, ¿un albino y un negro? -se paró a pensar unos segundos, recreando una vaga imagen de ambos en su cabeza-. Me hace gracia que hayan entrado a la vez, parecen un ajedrez -se rió de su broma pésima que pareció hacerle gracia a la chica.

-¡Qué maaaalo! ¡Eso no se hace! -dijo Frutti entre risas y dándole una torta simpaticona al otro.

-¡Venga, si te estás riendo! -le devolvió el suave golpe sin que se le borrase la sonrisa-. Pero va, ahora en serio, bromas a un lado -aunque siguiese un poco tonto por la gracia-. ¿Cómo es que hay tanto profe nuevo este año? Y oye, ¿qué es eso de los disfraces de Halloween, eh? No estaréis pensando en colaros, ¿verdad?

La miró fijamente con exigencia y reproche, esperando a que su respuesta fuese bien sincera.

-¡Pero bueno, Banjin!- Gritó como si estuviese a tres metros- ¿No me conoces ya? Algunos tontos de mi clase se quieren colar, pero yo no.  No, no, no.

Frutti después de responderle a Banjin se puso muy seria.  Su cara de preocupacion sin cejas resultaba algo divertida, pero desprendía mucho dolor.  Necesitaba asegurarse de una cosa y preguntó:

-Banjin, tu faltaste por tus padres ¿no?- Banjin afirmó- Pues no se... Ten cuidado e intenta no faltar mucho o hacer cosas raras este año porque si hay tanto profesor nuevo es porque se rumorea que a los otros les pasaron cosas raras y desaparecieron...

Frutti apartó la mirada y empezó a jugar y revolotearse la falda sin miedo ya que  llevaba aparte de las medias un pantaloncito negro totalmente tupido.

-Vamos, que mejor que este año tengamos todos extra ciudado... Si te pasara algo, cogería mi varita y saldría a la aventura a buscarte. Con equipo o sin él ¡jajajaja! Ya sabes como soy.

Le dio un besito en la nariz y le guiñó un ojo.

Se le enternecía el alma cada vez que hablaba con Frutti. Tanto que una exclamación de admiración y cariño surgió desde lo más profundo de su corazoncito.

-¡Claro que lo sé! ¡Cómo no te se puede querer! -la agarró de las mejillas con tanta intensidad que su cara aplastada, sus labios y sus ojos solitarios se asemejaban violentamente a un pez.

Frutti reaccionó al ataque y respondió con manotazos y gritos que le fueron devueltos por parte de Banjin de igual modo, como dos monillos peleándose en un zoo. Inevitablemente, Banjin le llevaba ventaja y acabó por rodearla por el cuello con un brazo, dejándola inmóvil. El graznido de un cuervo sonó cerca, pero nadie pareció prestarle atención.

-¡Qué te crees, muchacha! ¡Soy fuerte como un mandril! -una risotada digna de película le nació de los pulmones. Tan rápido como vino, se dejó de bromas y aflojó el agarre, de tal modo que su brazo quedó colgando por encima de Frutti-. Pero en serio, nena, no te preocupes tanto. Seguramente hayan sido cosas de profesores, cualquier historia de traslados o cosas así -hablaba despreocupadamente. No le daba mucha importancia a la modificación drástica de plantilla-. Además, ¡ya sabes como son aquí con los rumores! Te rompes una pierna y se creen que vienes de directo de Afganistán...

-¡Desde luego! Jeje.- Las risas con Banjin y los juegos infantiles la habían tranquilizado.  Seguía estando insegura, pero al menos ya no estaba pensando en ello y comiéndose la cabeza.

El tiempo fuera era fresco y al sentarse y cesar tanto ajetreo empezaban a notar el frío.  Lo bueno de estar con Banjin era que podía abrazarle y pegarse a él como una lapa que sabía que siempre se mantendría cálida entre sus reconfortantes y fuertes brazos, así pues eso hizo.  Juntitos entrando en calor.

-Bueno, nene… ¿Cómo piensas llevar los estudios este curso? ¿Eeeeeeeeh?-Empezó a aprisionarle entre sus brazos cortándole la respiración a mala fe.

Banjin intentó recuperar aire pero lo único que consiguió fue soltar un sonoro suspiro agonizante. Le dio palmaditas desesperadas a la chiquilla hasta que esta dejó que el aire volviese a recorrer sus pulmones.

-Coño -maldijo para sí mismo mientras recorría la cara de la muchacha con una mirada cargada de rencor-. Pues... A ver...

Banjin volvía a encontrarse en esa situación en la que debía dar una respuesta satisfactoria si no quería encontrarse de nuevo al borde de la muerte. Y sabía que Frutti había intentado cortarle la respiración por una buena razón.

-Digamos que, no sé... Supongo que como un caballo desbocado. Me intentaré montar pero me tirará y me pisoteará y... -le echó un ojo a Frutti con culpabilidad en la cara-... yo diré "¡qué le voy a hacer!", jajaja...

Sonrió con tanta incomodidad que parecía estar esperando que la niña le metiese el puñetazo que se merecía.

Frutti suspiró profundamente y le miró cabizbaja.

-Banjin…-Le acarició el brazo con las yemas de los dedos.- No digas eso… Sé que es difícil, pero a mí no se me da bien adivinación y no por ello la catearé.

La chiquilla parecía estar buscando las palabras adecuadas que decir sin tener que recurrir a un castigo físico.  Conocía muy bien ese problema íntimo de Banjin y lo desmotivado que se encontraba.  Se acercó y le dio un abrazo (de los que no duelen) para consolarle a ver si así se tomaba sus palabras como algo más que una amenaza.

-Sé que no mola nada… Pero si no estudias y te expulsan, ¡Kurowski dejará de ser divertido! Dime, ¿Qué haré sin ti aparte de morirme del ascazo? ¿Eeeh?

Le echó una mirada de reojo muy muy muy intensa.

-Fácil -dijo sin más-. Echarte novio. Que he visto que hay un rubito nuevo en tu curso, ¿hmmm? ¡Qué seguro que es un buen partido para una muchachita como tú! -le dio uno de muchos codazos y con las bromitas esperó disimuladamente que ese cambio de tema saliese por buen rumbo.

Le metió sin que se lo esperase un tortazo con la mano bien abierta que le cruzó toda la mejilla.

-Como intentes desviarte otra vez del tema te crujo.-Estaba cargada de ira.- Y si hablas de Annkki, parece buen  tío pero no se… No es como tú o como yo…

Luego se paró unos instantes mientras Banjin se acariciaba la dolorida mejilla entre quejas y maldiciones.  Retomó el tema:

-No suspendas. ¡Trabaja, joder! ¡Trabaja o te parto las piernas!

-¡Oye, niña, ya vale con los guantazos! -espetó mientras se acariciaba la mejilla guanteada.

Apartó la mirada con un pique del quince en lo alto. No quería hablar del tema, nunca quería hablar del tema.

-Ya veré lo que hago -respondió fríamente, aún sin mirarla.

-¡Lo siento!-Escupió. Lo cierto era que lo sentía de verdad porque sabía que a veces se le iba de las manos; nunca mejor dicho.  En una situación normal se habría disculpado con humildad, pero esta vez no iba a darle ni medio motivo que le hiciese creer que tiene derecho a vaguear todo el curso.-Aunque yo no sea un ejemplo a seguir, al menos con esto no me pongo así de inmadura.

Viendo que Banjin no se bajaba del burro se puso algo triste.  Primer dia que se veían ¿y le hacía esto?

"Hay que joderse." Le miró de sopetón y se puso en pie.- Banjin, me voy ya. Ahí te quedas, nene.  Ya hablaremos.

-Vale. Nos vemos -y ahí se quedó enfurruñado. Sabía que Frutti lo estaba mirando y que esperaba algo más por su parte. Pero no hubo nada más. La chica dio media vuelta y se fue, pisoteando el suelo.

Banjin alzó la mirada y observó como se alejaba sin echar ni una miradita atrás. Al instante sintió todo el peso de la culpabilidad sobre sus hombros y la vergüenza de que alguien tan pequeño le estuviese dando lecciones. Ver aquella figura distanciarse le partía el corazón.

Después de cavilar desesperadamente, se levantó de un salto y corrió tras ella. No tardó en darle alcance.

-¡Espera, espera! -la mirada cargada de resentimiento de la chiquilla hizo que frenase en seco, justo delante de ella-. Mmm... Lo siento.

Frutti paró en seco ante la figura del mayor.  Quería verle sentir remordimientos a ver si se le quitaba la tontería, pero no estaba logrando ser tan dura como quería.  Se permitió una pausa mientras observaba los diversos charcos de agua que se habían formado en el suelo de piedra.  Disfrutó unos momentos del frescor del día alzando la naricilla al cielo antes de responderle.

-Me alegra que lo sientas pero no significa que no me vaya a ir, Banjin… A ver si mañana nos vemos más tranquilos.

Banjin la miró afectado sin poder articular media palabra.  Ninguno de los dos se esperaba una salida como aquella.

-Ayyy no me mires asíiiiiiiiii.- La chiquilla volvió con su jovialidad natural y le pellizcó el costado antes de apelmazársele en un último abrazo.- Te quiero mucho, ¿vale? Ya nos veremos.

Banjin dio un respingo por el pellizco. Justo donde las cosquillas.

-Vale... -suspiró. Qué tonto se sentía...-. Nos vemos pronto, enana -...pero al menos intentó sonreir. Le revolvió el pelo a la chica y la despidió como se merecía: dándole un buen achuchón.

Le dedicó un último adiós con la mano y observó ahí de pie, una vez más, como Frutti se alejaba en dirección al castillo. Alzó la mirada hacia la imponente fortaleza de piedra que se alzaba delante de ambos. Era como si su estrellita favorita fuese a meterse de cabeza en un agujero negro.

Arrugó la nariz.

Daría su reino antes que confinarse voluntariamente. Dio media vuelta en dirección al pueblo, a trotar sin rumbo. Aprovecharía hasta la última gota de la relativa libertad que allí tenía.