Tracing a path

Acababa de despedirse de su madre, que había insistido en acompañarle hasta la misma puerta. Alguien había llevado el baúl hasta su habitación, a pesar de repetir varias veces que podría hacerlo él mismo más tarde.

"Es más grande de lo que pensaba..."

Le habían dicho que lo primero que tenía que hacer era ir hasta el despacho de la subdirectora y le habían dado unas instrucciones para llegar hasta allí. El corazón le latía furiosamente en el pecho por la emoción.
Había escuchado tantas historias sobre esa escuela... Muchos de los hijos de los conocidos de su padre estudiaban o habían estudiado allí en su momento. Ese era el lugar donde debía estar, no había duda alguna.

"Debe ser por aquí."

No podía evitar girar la cabeza para observar cada detalle de la Torre. Le pareció ver unas sombras extrañas en la pared, pero no le dio demasiada importancia, tenía que estar tan nervioso que empezaba a ver cosas.
Se había puesto el uniforme de antemano, por lo que antes de tocar a la puerta, comprobó que todo estuviese en orden. De alguna forma tenía que disculparse por haberse incorporado tan tarde...
Sin esperar un segundo más, golpeó suavemente la puerta con los nudillos.

-Adelante.

La puerta se abrió. La imagen de Dwatski en el umbral de la puerta, acercándose a paso seguro tras cerrar la puerta con modales y sin dar un leve portazo.

"Es un joven con potencial."

-Pase. Tome asiento, por favor. -La subdirectora hizo apenas un gesto con la cabeza y las nudosas raíces que envolvían la estancia se apartaron para dejar a la vista una alfombra color verde oscuro en mitad del camino y una silla de madera pegada al escritorio, invitándole a pasar y acomodarse.

-Bien, si no le importa, me gustaría conocer un poco más de su persona. A qué se debe esta integración repentina, sus expectativas y lo que desee contarme.

De no haber sido por el respeto que le infundía la subdirectora, se habría quedado boquiabierto ante el aspecto del despacho. Nunca había visto nada parecido.
Se sentó en la silla que le había ofrecido manteniendo la espalda recta y las manos apoyadas sobre los muslos.

- En primer lugar, querría disculparme por incorporarme a estas alturas del curso. Espero que esto no les haya causado demasiados problemas.

Sus ojos recorrían sin descanso la figura de la subdirectora.

- Hasta ahora he recibido una educación en casa, al igual que mis hermanas, y a mis padres no les gustaba la idea de seguir estudiando en una escuela, aunque fuera una tan prestigiosa como esta. - siguió Cecyl, al no ser interrumpido. - No he podido convencerlos de lo contrario hasta hace unas pocas semanas.

-Comprendo a lo que se refiere. En resumidas cuentas usted ha sido un pajarito enjaulado hasta ahora, por lo que veo.

Ludwika, con sus ojos afilados, repasaba parte a parte al nuevo alumno. Le gustaba su aspecto pulcro, sus gestos cuidados y su porte elegante y discreto. Sin embargo, no supo por qué, pero hubo algo que estaba despuntando en aquel chiquillo.

-¿Podría explicarme sus motivos para haber interrumpido su educación privada para venir a formar parte de nosotros, si no le importa?

La respuesta era relativamente sencilla. Eran las mismas palabras que había estado repitiendo casi al infinito en los últimos meses, pero en esta ocasión era distinto. Estaba ahí y debía demostrar que tenía derecho a ello.
Tomó aire antes de hablar.

- Siempre había oído hablar de esta escuela por parte de los conocidos de mi familia, ya que sus hijos estudian aquí. - cruzó las manos sobre el regazo. - Me contaron que aquí estudian alumnos con grandes capacidades y que sin duda esta es una de las mejores escuelas de magia.

Notaba la mirada de la subdirectora analizándolo, pero se esforzó por no demostrar sus nervios. Miró las raíces del despacho.

- Poco a poco me di cuenta que mi lugar estaba aquí y que era en esta escuela donde debía estudiar.

Los argumentos tan puros y los exquisitos modales de Dwatski habían encandilado por completo a la subdirectora, a la que los ojos le hacían chiribitas con la nueva adquisición del centro.

"Mis ojos no me engañan cuando sé quién debe estar en mi círculo. Sin embargo no se lo voy a proponer aun. Voy a darle tiempo a que se integre."

Le dedicó una mirada afable a Cecyl.

-No sabe cuán feliz me hace escuchar algo semejante. Puedo ver su potencial y su dedicación, y eso son, a mi criterio, dos de las cualidades más excelentes de un alumno. -Se inclinó ligeramente hacia él, permitiéndose ser más cercana de lo habitual. -¿Podría decirme cuáles son sus mejores aptitudes y lo que académicamente más le atrae?

Una pequeña sonrisa, suficiente para mostrarse halagado por los comentarios de la subdirectora pero no tan excesiva como para estar fuera de lugar.

- Estoy muy interesado en las asignaturas de Transformaciones y Defensa contra las Artes Oscuras. - respondió Cecyl. - Me han dicho que hay unos profesores excelentes.

Los ojos le brillaban de emoción.

- Bueno, y mi antiguo profesor de Encantamientos decía que se me daban muy bien...- continuó, desviando la mirada. No le gustaba mucho hablar de sí mismo en ese sentido.- También tengo buenas capacidades para los duelos y la esgrima...

"Duelos y esgrima, ¿eh?"

-Transformaciones y Defensa contra las Artes Oscuras son dos bloques de peso, eso es brillante.

Los dedos se la profesora se entrelazaron entre sí con una insinuante y sensual lentitud.

-La esgrima es un arte muy muy elegante. Hace mucho, los grandes duelistas de magia aprendían esgrima previamente para sacar todo el potencial en los aireos de varita. No es un dato muy conocido, pero sin embargo aquí, hay ciertos círculos en los que nos gusta adquirir los conocimientos del pasado clasicismo de escuela mágica para aplicarlo a las nuevas tendencias...

Perfecta. Aquella escuela era sencillamente perfecta. Por no hablar de la subdirectora y sus palabras, que prácticamente lo habían "hechizado".

"¿Cómo no se me ocurrió venir aquí antes?"

- Estaría encantado de formar parte de esos círculos, si fuera posible. - respondió Cecyl con una sonrisa que apenas podía contener. - Llevo años recibiendo clases de esgrima y no tendría problema en demostrarlo si fuese necesario.

¿Se estaba lanzando demasiado? Tal vez se había entusiasmado más de la cuenta...
Se aclaró la garganta y desvió la mirada. Tenía que centrarse un poco.

-No me cabe duda que va a tomárselos en serio, así que voy a proceder a recomendarle en los círculos. -Sonrió la subdirectora.

"Si cumple con las expectativas, no serán solo los círculos de ética neoclasicista los que le abrirán las puertas..."

Ludwika abrió un cajón de su escritorio y sacó un libro de dimensiones considerables encuadernado en terciopelo verde oscuro. Tras buscar con suma elegancia a través de las páginas, seleccionó la que estaba buscando y giró el libro para mostrárselo al nuevo alumno.

-Mire, aquí tiene una lista de los círculos que puedo ofrecerle. Es algo más que un club tras las clases. Podría decirse que son grupos selectos, ya que solo la gente selecta sabe apreciar de lo que estamos hablando.

Cecyl echó un vistazo hacia donde el fino y enguantado dedo señalaba. Una lista de actividades que iban desde la esgrima hasta la disección de ciertos cerebros de magos brillantes a lo largo de la historia.

Aquello lo sorprendió. Ninguna de las personas con las que había hablado de la escuela (y había hablado con muchas, de eso no había duda) le había ni siquiera nombrado aquellas actividades.
Sin embargo, esa lista solo conseguía aumentar el atractivo de estudiar allí cuanto antes, cosa que antes no solía ocurrirle.

"Jamás hubiera imaginado todo esto..."

- Debo decirle que esto supera incluso mis expectativas... - añadió. - Nadie me comentó nunca nada sobre estos círculos.

-Es lógico teniendo en cuenta que recién ha llegado. Y por otra parte, las personas de esos círculos son discretas, no tienen la necesidad de ir pregonando a los cuatro vientos su nivel o habilidades. Ya lo comprenderá cuando lo vea con sus propios ojos.

Ludwika pasó la punta de sus enguantados y firmes dedos por un mechón de cabello castaño de Cecyl, como si lo estuviese apartando de la oreja. Fue un contacto fugaz y ligero, pero intenso.

-Si tiene alguna otra duda, debería consultarme, Dwatski. Estoy aquí para lo que quiera. Cuando considere que todo está hablado, puede comenzar a instalarse, pero sin olvidar que estaré aquí siempre para lo que me necesite.

Aquel contacto fugaz le provocó un escalofrío, pero no le pareció desagradable, sino más bien lo contrario.

- Le agradezco todo lo que ha hecho por mí hasta ahora, subdirectora.

La miró directamente a los ojos y sonrió.

- De momento creo que no tengo más dudas que los horarios que me habéis enviado no puedan solucionar, pero acudiré a usted cuando sea necesario. No quiero abusar de su amabilidad.

-No es ningún abuso. Nuestro deber es guiaros en vuestro crecimiento personal, y eso conlleva hacernos cargo de cualquier problema que pueda acechar a nuestros residentes. -Ludwika le devolvió la sonrisa.

De pronto unas campanadas. Alumno y profesora volvieron a la realidad cronometrada a golpe de reloj. La dama pelirroja se puso en pie.

-Tengo que acudir a mis quehaceres. Puede comenzar a conocer el centro e instalarse. Le aconsejo que para ello vaya al despacho de los prefectos y pregunte allí, que seguro alguno de ellos querrá guiarle y le explicará más a nivel de alumnos. Cuando me necesite, ya sabe dónde me suelo encontrar.

Una breve y formal despedida. Ludwika se quedó sola cuando su nuevo alumno salió cerrando la puerta de forma elegante tras de sí.

A Ludwika le había gustado mucho. Formalidad. Decencia. Elegancia. Inteligencia. Decencia. Todos ellos algunos de los atributos que más respetaba la subdirectora. Y sin embargo hubo algo que llamó su atención ligeramente por encima de todo aquel alarde de buenas expectativas.

"No he sentido ese aroma agresivo que despierta mis instintos naturales."

Memorizó lo sucedido, pero sin embargo, fuera cual fuese la causa de que no hubiese reaccionado su cuerpo como debería haberlo hecho, no le importó.

El camino que había trazado Cecyl entre las enredaderas de espinos del sueño de su despacho, no se había cerrado aun. Aquella nueva esencia se había perpetuado más de lo normal en aquella sala, dejando una huella que a Ludwika le agradó.

"Lo quiero para mi círculo."