Prender una vela

Había sido un día como otro cualquiera: el levantarse temprano, las tediosas clases, poner buena cara y hacer los deberes con otra mala. La rutina escolar se repetía cada día como un ciclo interminable y, como acostumbraba por un bien propio, había acabado sus tareas, tanto personales como colegiales, bien temprano. El resto de la tarde, por tanto, era más que suya.

Sin embargo, era una de esas tardes en las que prefería recluirse en su habitación antes que establecer contacto con el mundo exterior, sin causa ni razón aparente. Un techo, unas cuantas paredes y un puñado de hojas encuadernadas eran mucho más acogedores.

Heller estaba tirado en la cama, con menos delicadeza de la habitual y leyendo los espacios blancos de un libro que no le interesaba, una patochada escogida al azar de la biblioteca sobre muggles planteados casi como cavernícolas. Stephan dijo ir a la biblioteca, por lo tanto su única compañía era Tristan Rosenbauer. No obstante, era casi como si no estuviese, pues parecía estar sumido en un letargo respecto a lo que parecían sus deberes desde hacía un buen rato. De todos modos, no había entablado mucho contacto con él. Se le hacía incómodo.

El rubio estaba tan inmserso en aquella lectura aparente, perdido en una red de pensamientos que se columpiaban entre las letras, que no se percató de una pequeña presencia intrusa que se aproximaba peligrosamente hacia su nariz. Sólo cuando aquel hilillo rosa rozó su piel, reaccionó ante el peligro y su sobresalto fue tal que rebotó en la cama, lanzando el libro por ahí y profiriendo una exclamación de sorpresa estridente.

-¡EH, OYE...!

Tristan levantó repentinamente la cabeza ante el grito de su compañero. Nada más mirar hacia él, comprendió el motivo de su sorpresa.
Una pequeña bola de pelo rosa campaba a sus anchas por la cama de Heller, alargando su lengua en un intento de alcanzar la nariz de éste, que, evidentemente, no estaba demasiado contento con la situación.
El pelirrojo, que desde hacia rato había estado intentando hacer sus deberes de Pociones con más bien poco éxito, se levantó con la intención de recoger su mascota.

- L-Lo siento m-mucho... Chloris a-a veces e-es... un poco... - murmuró Tristan, tratando de disculparse por el comportamiento del Puffskein, que huyó escondiéndose debajo de la cama antes de que su propietario pudiese alcanzarlo. - P-Perdón...

Heller se reincorporó de la cama con torpeza y el ceño fruncido, y se sentó al filo de esta, profiriendo un gruñido débil al moverse. Se expresión estaba teñida de resentimiento y mucho fastidio, y no pudo hacer otra más que lanzarle una mirada punzante al pelirrojo, quien ya se encontraba acongojado por la actitud de su mascota.

-Ten más cuidado, por favor -dijo con sequedad, pagando su mal humor con su compañero carente de culpa. Aunque, a pesar de todo, se daba cuenta de que él no era el responsable. Sólo quería un día sin molestias ni indicentes, pero siempre tenía que ser difícil y aquello conllevaba un mal trato hacia el resto.

Suspiró. Miró a Tristan y era evidente que siendo un antipático no iba a hacerlo sentirse mejor, ni a él ni a sí mismo. Sería mejor intentar arreglar el error antes de que pudiese ir a más.

-¿Quieres que te ayude a sacar a...? -añadió con un tono igual de frío pero ligeramente más apaciguado, mientras señalaba la cama donde se acababa de esconder el animalillo.

-

- Chloris. - dijo Tristan al instante, sonrojándose después por la respuesta tan tajante. - S-Se llama C-Chloris...

A pesar de compartir cuarto, apenas había hablado con Heller desde que había llegado. Se le daba mal empezar cualquier tipo de conversación y aunque sabía que seguramente le había dado una mala impresión, primero por su nula capacidad para la mayoría de asignaturas y, segundo por Chloris, tampoco había sido capaz de decirle nada.
El pelirrojo se agachó junto a la cama, buscando su mascota.

- Ehm... ¿T-Te importaría ir al otro l-lado...? - preguntó tímidamente. - Es q-que a veces n-no se deja c-coger...

-Ah, claro, claro... -respondió con la misma dejadez con la que se aproximó al otro extremo de la cama.

Se agachó, flexionando las rodillas hasta hincarlas en el suelo, mientras su cabeza bullía con preguntas por cada movimiento que hacía, por cada instante en el que las distancias entre persona y puffskein se acortaban.

"Y ahora a lidiar con un bicho..."

Escudriñó con la mirada bajo la cama, hasta dar al instante con aquella bolita rosa.

"Fijo que le caigo mal...."

-Eh, Chloris... -dijo tímidamente mientras alentaba al animalillo con la mano a volver con su dueño, al otro lado de la cama. No se atrevía a establecer contacto.

"Todos los bichos me tienen manía, no sé porqué..."

¿Aquel bichito lo estaba mirando mal o era sólo su paranoia? Hizo una mueca. Estaba llevando una tontería al extremo.

-Hmm... ¿Rosenbauer? -interpeló retraído a su compañero, mientras asomaba la cabeza por encima del colchón.

Chloris llegó al fin al alcance de su mano y la agarró antes de que fuera a escaparse otra vez. Desde que la tenía, no había dejado ni por un día de causarle ese tipo de problemas.>

- ¿Sí?

Asomó la cabeza para encontrarse con la mirada de su compañero. No parecía haberle hecho gracia ayudarle a recuperar a su mascota.

"Chloris, eres una golosa... ¿Por qué has tenido que meterte con él?" se dijo el pelirrojo, mirando significativamente a la bola rosa que ronroneaba entre sus brazos.

Heller se recogió algunos mechones de pelo que le caían por el rostro y se los recogió con cuidado tras una oreja. Ya mismo necesitaba un corte de pelo.

-Um, quería preguntarte...

Aunque el contacto con Tristan hubiese sido escaso, eso no significaba que no hubiese observado sus pautas de comportamiento y carácter. No tenía la tendencia de preguntar opiniones a los demás, pero...

-¿...crees que le molesto a Chloris?

Parpadeó un par de veces.

- ¿Lo-Lo dices por lo d-de la lengua? - preguntó el pelirrojo, acariciando a su mascota.

Kreiss asintió.

- Ah, bueno, es que... N-No sé si lo s-sabes pero... A los P-Puffskein les gusta...

- ¿Les gusta meter la lengua en narices ajenas?

Tristan asintió.

- P-Por los mocos, ya s-sabes...

"QUÉ."

Un fugaz escalofrío le recorrió el espinazo.

"NO."

Heller se sostuvo las aletas de la nariz mientras unas arrugas se materializaban en su entrecejo. Ese comportamiento tan extraño de los animales a veces le fascinaba y otras veces desearía haber hecho oídos sordos. Quizás esa aversión era la que le causaba problemas.

-Mmm, ¿es algo habitual? Quiero decir, ¿lo hace con todo el mundo o en casos especiales? Esto... se me hace un poquito raro, la verdad -dijo sin dejar de manosearse la nariz.

A saber cuantas veces se habrá alimentado de él en sueños...

Hasta ese momento, sus previos compañeros de habitación nunca se habían interesado por las costumbres de Chloris (de hecho, probablemente ninguno supiese lo que el Puffskein hacía por las noches).

- B-Bueno, sí... Lo hace c-con todos, n-no e-es algo especial... - contestó el pelirrojo, desviando la mirada a su mascota. - C-Creo que e-es como una golosina o-o algo así. L-Lo siento mucho...

Una respuesta de tinte dudoso, reconfortante o insatisfactoria. Imaginar esa lengüilla sibilina saltando de nariz en nariz como abeja de flor en flor le disparaban las alarmas a la par que le aliviaba saber que era un hábito, rutinario e inocente.

Sus ojos no se apartaban del animalillo rosa que se deleitaba en las caricias de su dueño. Era inevitablemente adorable a pesar de sus costumbres, lo que, entre un bullicio persistente de impresiones contradictorias, dio lugar a un franca sonrisita.

En cuanto Heller se percató de aquel desliz intentó retomar las riendas de su imagen, a duras penas.

-No te disculpes... -dijo al levantarse. Le dio la espalda a su compañero dándole a entender que iba a continuar con sus tareas. Hubo en breve momento de silencio y quietud en el que se masajeó los dedos. No podía-. Pero una cosa... -dio media vuelta-. ...si ESO es una golosina, ¿qué come normalmente?

No podía ignorar a un bichito que por una vez en su vida no parecía repudiarle.

Tristan se había quedado de pie en medio de la habitación sin saber muy bien qué hacer después de que Heller le diera la espalda y se sobresaltó levemente cuando su compañero se dio la vuelta de nuevo para hacerle esa pregunta.

- Pues... d-de todo... Lo qu-que sea... - contestó el pelirrojo.

No estaba muy seguro de que esa respuesta fuese a gustarle a Heller, dadas sus reacciones ante el hábito de "visitar narices ajenas" de Chloris.

"Espero no intente tirarla por la ventana..." pensó preocupado. "No sería la primera vez..."

Heller volvió a agarrarse la nariz automáticamente. "Lo que sea" eran muchas cosas.

Polvo. Pelo. Moscas. Hilo. Cosas peligrosas. Dañinas. Propias.

-¿Lo que sea? -echó una mirada fugaz a su parte de la habitación, sus cosas-. Eso es bastante amplio, ¿qué tipo de cosas? ¿Y si se come algo que le haga daño?

Miraba a Chloris con un leve tinte de desconfianza, preocupación y fascinación. Estaba atento e interesado y las respuestas estaban siendo vagas.

El pelirrojo miró preocupado a su mascota. ¿Y si de verdad se comía algo que le hiciera daño? Hasta ese momento nunca había pasado, pero...

- E-En principio los P-Puffskein c-comen restos d-de c-comida, b-bichos... E-Esas c-cosas...

Sus palabras sonaban todavía más inseguras de lo normal. Nunca se le había pasado por la cabeza que Chloris pudiese comerse algo malo. A lo mejor sería buena idea hablar con la profesora de Cuidado de Criaturas Mágicas...

- P-Pero nunca se ha p-puesto m-mala...- murmuró, casi más para si mismo que para su compañero.

"Ugh."

Heller seguía extrañamente fascinado por el comportamiento del puffskein. Esa extraña dieta le parecía discordante al aspecto peluchoso del animalillo lo que confirmaba su idea de que nunca llegaría a entender los misterios de la naturaleza.

Sin embargo, que llevase una dieta orgánica era otro de muchos alivios. Tendría que asegurarse de las costumbres de Chloris si quería sobrevivir al año.

-Ah, bueno, eso es más normal. Si nunca ha enfermado es que la cuidas bien -dijo cordialmente, a pesar de ser muy consciente de que la misma lengua que le rozó hace unos instantes ha saboreado más de algún insecto. Prefirió no darle importancia...-. Por un momento pensé que se podría comer cualquier cosa literalmente -...y distraerse con otras cosas. Admitió su absurda idea con una risa suave.

- D-De vez en cuando m-me mordisquea l-los libros, p-pero...

Introdujo a Chloris en el bolsillo del pantalón, escondiéndola a la vista, y pronto notó los ronroneos de esta. Por el momento era mejor que se quedara dormida.
Sin embargo, al zanjar el tema del Puffskein, cayó entre ellos un incómodo silencio. Tristan no sabía muy bien qué hacer, si volver a sus cosas o seguir hablando con su compañero de habitación.

- Ehm...

Heller lo miró.

"¿Y ahora qué digo...?

- ... ¿D-Dónde estudiabas a-antes? Es q-que como e-eres nuevo...

Heller se asombró ante la pregunta y no se molestó en ocultar su expresión de sorpresa. A pesar de la poca relación que había llevado con Tristan hasta el momento, había sido lo suficiente observador como para percatarse que no era alguien que le daba mucho lugar a la palabra. No se lo había esperado.

-Pues... -se dirigió a su cama y se dejó caer sobre ella-... antes estudiaba en Lautens. No sé si la conocerás, está en Suiza y es una escuela más a nivel nacional que otra cosa. No se puede comparar con esto, tengo bastante suerte de haber acabado aquí.

Sonrió. Aunque su sonrisa se pagó fugazmente al recordar toda la basura por la que habían tenido que pasar hasta legar allí.

-Oye, tú llevas aquí mucho por lo que parece, ¿no?

Quizás fuese al fin el momento en que la tormenta amainase.

- S-Sí, bueno... Desde s-siempre...

Tristan se había fijado en el rápido cambio de expresión de Heller y comenzó a preguntarse si no le habría incomodado con su pregunta. Sabía que habría sido mejor quedarse con la boca cerrada, como siempre.

- Aunque e-en realidad... n-no sé muy bien p-por qué m-me llegó la c-carta de Kurowski... - murmuró. - Holanda e-está b-bastante lejos...

-Bueno...

Heller se detuvo a pensar unos instantes. Calculó distancias mentalmente.

-Suiza no está mucho más cerca, la verdad. Estoy seguro de que si estamos aquí es por alguna razón, parece que aquí todo el mundo tiene algo que hacer... -encogió los hombros en un gesto conciliador. En el escaso tiempo que había estado allí, se había percatado de la generosa cantidad de alumnos "especiales" que estudiaban allí. Alumnos dotados a donde quiera que mirase. ¿Y si...? - Seguro que tú también sabes hacer algo.

Se inclinó hacia delante, dando a entender que estaba muy interesado en cualquiera que fuese la respuesta.

Tristan se encogió ligeramente sobre sí mismo y desvió la mirada a una esquina de la habitación.
Desde que había empezado a estudiar allí, se había dado cuenta de que todos tenían algo que los movía y que eso era la razón por la que estaban en esa escuela. ¿Pero él?

"No sirvo para nada."

- N-No lo creo. N-No hay n-nada qu-que sepa hacer b-bien...

"No soy necesario."

Heller no era tan ciego como para no darse cuenta de que había puesto el pie sobre una mina. Pellizco de remordimiento.

-No digas eso -dijo contundente-. Todo el mundo sabe hacer algo, por pequeño que sea -se le desviaron los ojos al pantalón de Tristan-. ¿Qué me dices de Chloris?

Tristan acarició con un dedo la bolita rosa que descansaba en su bolsillo y suspiró.

- Hasta u-un niño d-de tres a-años puede cuidar d-de un P-Puffskein...

Se encogió de hombros y tragó saliva. Era una persona perfectamente mediocre en medio de gente especial, aunque desde que Stephan había llegado, aquel hecho no lo había abrumado tanto como antes.
Miró al suelo.

- E-E incluso c-como Muggle s-soy un d-desastre... - murmuró en voz baja.

Heller abrió la boca pero no dijo nada. Ese diálogo nocivo le era familiar pero la situación, extraña. No sabía bien qué hacer o decir. Se mordió el labio y jugueteó con sus dedos.

-E-Eso no puede ser, te lo digo en serio. Y no hablo sólo de Kurowski, cualquier cosa es buena...

Intentó mantener la compostura. Puso buena cara.

-Además, ¡no le quites mérito a Chloris! No todo el mundo tiene mano para los animales -dudó unos instantes-. Yo el que menos.

Tristan curvó levemente los labios, sin llegar a sonreír de verdad. Lo que Heller no sabía era que su "mano para los animales" se reducía a Chloris. Todavía tenía pesadillas con Cuidado de las Criaturas Mágicas y las gallinas de la casa de sus padres.

- N-No hace falta que i-insistas, d-de verdad... Y a-a ti se t-te dan bien m-muchas cosas. - añadió el pelirrojo tras una breve pausa.

Tenía un nudo en la garganta. En ese momento le hubiera gustado poder esconderse como su Puffskein.

- D-De todas f-formas, estoy a-acostumbrado...

"¿Y para qué? Ya se me podrían dar mejor otras cosas..."

No apartó la mirada de Tristan mientras apretaba los labios. Sentía como la frustración se le acumulaba mientras los pensamientos se atropellaban en una búsqueda desesperada de algo que decir. Pero no encontraba nada.

Sentimiento de inutilidad. Silencio. Por una vez, se tragó su orgullo.

-Siento si te he incomodado con este tema.