Confía en mí.

Lo había hecho. Al final, lo había hecho, y a lo grande.

Cojeaba de forma cómica mientras cruzaba el pasillo que comunicaba con la enfermería. Siempre había tenido muy mala suerte. Se tropezaba con todo, se caía constantemente y sufría cortes con objetos carentes de filo, pero que hubiera sido tan despistado como para caer por las escaleras de su torre mientras cargaba con un montón de artilugios muggles, actualmente destrozados por la caída, con tan mala suerte que, al dejar de deslizarse por los escalones cual trineo sobre nieve, se diera de morros con la bibliotecaria y la tirara al suelo, haciendo volar los pesados libros que ella portaba y que graciosamente aterrizaron en pico sobre su pierna.

Estaba seguro de que la herida no era grave ya que era capaz de caminar (y de correr si se tiene en cuenta que la bibliotecaria quería maldecirlo por semejante "atentado" contra su persona), pero prefirió asegurarse y dejar que, por una vez, fuera Turull quien evaluara la gravedad del asunto y que le recomendara algo.

Una vez entró en la enfermería y aquel familiar olor embriagó sus sentidos, Boris sintió una paz interior tan grande que le entraron ganas de tumbarse ahí mismo a echarse una cabezada. Sin embargo, por mucho bien que hiciera aquella naturaleza viva con el sonido del agua envolviéndola tanto como el olor a incienso, aquello era incapaz de eliminar el dolor de su pierna derecha.

-¿Turull? Soy yo, Boris... ¿Estás?- Preguntó sin alzar demasiado la voz. No era porque fuera a molestar a nadie en particular, pero aquel lugar transmitía una armonía que él no quería romper.

-Estoy aquí, hijo. -Sonó la voz de Turull. Era plácida y embriagante como una brisa. Turull tenía aquella costumbre de llamar "hijo" a Boris que solía sonrojar al lituano. -Pasa.

Boris atravesó la estancia impregnada de sutiles aromas místicos y relajantes sonidos de cristalitos que entrechocaban y el rumor de la clara agua de la fuente central. Como casi siempre, Veda se encontraba jugando con las carpas.

-Veda. ¿Puedes traernos algo?

En silencio la chica cogió una tinaja de barro de unos de los armaritos y la llenó con el agua que salía de la cañita de bambú de la fuente. En el pequeño lapsus de tiempo en el que Boris se acercaba a Turull y se sentaba entre los cojines de la alfombra en la que el chamán descansaba, ella ya hubo preparado una taza para cada uno y se relajó junto a ellos.

-Ahora, estira la pierna y el pie y cuéntame qué te ha pasado.

El profesor de Estudios Muggles no pudo reprimir una sonrisa mientras estiraba la pierna tal y como le había dicho su acompañante. Boris respetaba muchísimo a Turull, pero pasaran los años que pasaran nunca dejaría de sorprenderse de las capacidades de aquel hombre para darse cuenta de todo antes de que él abriera la boca.

-Ho-hola, Veda.- La saludó con algo de timidez. La chica no le daba repulsión ni nada por el estilo, pero al tener unas condiciones tan delicadas y lo bocazas que a veces era él no podía evitar tener cierto recelo al tratar con ella por temor a molestarla o herirla.- Me alegro de... verte bien.

La joven le miró a los ojos y se limitó a asentir con la cabeza, un gesto que usaba comúnmente para dar las gracias. El moreno amplió un poco más la sonrisa, pero cuando el anciano masajeó la zona amoratada del golpe, no pudo reprimir una pequeña mueca de dolor.

-¡Ay! P-perdón, no es tu culpa, Turull.- Aclaró algo acalorado por tener que describir su bochornoso accidente.- Me he vuelto a caer y se me cayeron unas cosas encima. No creo que sea nada, pero... "...pero mejor me callo lo de la bibliotecaria. Ya sufriré mañana cuándo la vea a primera hora"

Turull tocó en la parte lastimada con aquellos finos dedos que me movían con una destreza sobrehumana. Encontró el punto del dolor enseguida y de un breve masaje calmó de golpe la rigidez de la extremidad.

-Veda, por favor. Gasa de tomillo y algunas algas del estanque.

La chica obedeció a su ritmo tranquilamente. Cogió una gasa ligeramente verdosa con aroma de tomillo y metió la mano en el estanque para arrancar unas algas. Turull vendó el pie de Boris y este sintió cómo todo su cuerpo se relajaba. Tras darle un trago a la dulce infusión de canela y flores de arboleda, se sintió literalmente en el paraíso.

Pero no se pudo comparar como lo que pasó después. Veda echó las cortinas, por lo que la luz se colaba más suavemente aun intensificando el tono cálido de los estampados terrosos. Transformó varias gasas que aun tenía en las manos en carpas grandes y etéreas que nadaron en el aire, alrededor de ellos, impregnándolos del olor de hierbas aromáticas con sus colas de suave tela ondeando alrededor.

Veda se sentó y comenzó a beber siguiendo las carpas con los ojos. Turull cogió de debajo de un cojín su flauta japonesa y recitó unas notas cortas y místicas.

-¿Qué son esas nubes grises que te empañan, hijo?

-¿Nubes?- Preguntó sin entender bien la pregunta para darle después un nuevo sorbo a la infusión. Recapacitó unos cuantos segundos meneando levemente la pierna herida, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para lo que quería decir.- Se nota que me conoces, Turull.- El moreno dejó la taza a un lado, sobre una pequeña mesa de madera oscura, antes de seguir hablando.- Hace unos días he hablado con el nuevo profesor de Defensa, Michael Triggs. Es muy simpático, más de lo que esperaba con la fama que tienen los ingleses.- Añadió con una leve risilla divertida.- Lo que pasa es que... hay cosas a las que le doy bastantes vueltas y no sé si eso es bueno o no. Me da la sensación de que estuviera haciendo algo malo, no sé si me explico. Ay, si es que me lío yo solo...

El profesor de Estudios Muggles se recostó en los sillones mientras sus ojos se desviaban a las carpas que Veda había transformado, siguiendo el recorrido que estas hacían alrededor de la austera muchacha.

-Eres muy buena, Veda... Son preciosas.

En señal de agradecimiento por el halago, Veda hizo que una de sus carpas se fuera con el profesor para que nadase a su alrededor. La chica de negro dio un sorbo a su infusión con parsimonia.

-Dar vueltas. Mira con tus ojos.

Turull mostró la humeante y olorosa infusión recién agitada en la taza. Boris pudo observar cómo giraba su contenido, emanando aroma y calor.

-Todo gira en el mundo por una causa, y no todo son causas negativas. El té gira para unificar su sabor y suavizar su temperatura. Ese giro puede salpicar, quemar, derramar. Negativo y positivo en un mismo movimiento.

-El movimiento vacío.

-No es el caso, Veda.

Veda hizo que los peces nadasen a su alrededor ondeando fríamente sin dirigirse a ninguna parte.

-No es el caso.

-Hijo mío. ¿Cómo te mueves tú?

-Pues... yo...- Aquella pregunta se le hizo extraña y difícil de responder, aunque era algo que siempre le había pasado con Turull. Sin embargo, no era algo que lo molestara sino que más bien le hacía sentir un poco tonto así que prefirió responder tal cual le vinieran las palabras a su cabeza.- Supongo que en círculos. A veces me da la sensación de que no he avanzado nada, aunque es algo más tonto.

Boris cogió y le dio un nuevo sorbo al té antes de continuar. En esta ocasión, sus ojos se posaron en la fuente. Siempre le había hipnotizado la forma en la que el agua caía de un nivel a otro.

-Cuando estudiaba, a veces pensaba cosas no muy buenas. Quiero decir, como cualquier muchacho.- Dejó escapar una risilla algo nerviosa mientras se recolocaba las gafas. Ya ni se había percatado de que el dolor de su pierna había menguado considerablemente.- Lo que pasa es que, a veces, se me vienen las mismas ideas y creo que con mi edad si es un poco más grave pensar de una manera tan despreocupada. Y tras hablar con Micha-qui-quiero decir, el profesor Triggs, he vuelto a darle vueltas a lo mismo.

Se hizo un silencio en el que Boris desvió su atención de nuevo a las carpas.

-Vueltas y más vueltas... No sé como no acabamos mareados.- Bromeó para intentar no sentirse tan incómodo ya que, para sí mismo, sabía que estaba dándole también vueltas al tema con tal de no decirlo abiertamente ya que hacer una declaración semejante le suponía algo tan desagradable como beber bilis de armadillo.

-El mundo constantemente da vueltas. Las mismas vueltas. Las agujas del reloj. La sangre que circula. Electricidad e impulsos nerviosos. Ciclos reproductivos. Estaciones. Estrellas. Migraciones...

Veda se tapó los oídos a toda prisa desde que Turull comenzase su discurso. Bajó la vista y esperó con quietud a que se terminase.

-Es natural dar vueltas, pero no lo es forzarse a dar vueltas. Lo que te pasa, hijo mío, es que has forzado tu propio giro y entonces entiendes que girar es un error, cuando el error es detenerse y girar demasiado deprisa.

Puso una mano en la cabeza de Veda para relajarla hasta que la chica se destapó los oídos.

-Perdón. -Murmuró. -Me estaba mareando.

Volvió a beber.

-Hijo mío. Eres observador y te mueves a tu propio ritmo. ¿Qué opinas del ritmo de los demás? Háblame de dos casos de "ritmos negativos" en tus compañeros de trabajo y dos entre tus alumnos. Quiero ver cuál es tu criterio de "negatividad". Sabes que puedes confiar en mí.

-E-eso es una pregunta un poco...- El profesor iba a decir "delicada" pero la palabra murió en su boca.

Al final tragó saliva un par de veces antes de darle un nuevo sorbo a la infusión y, posteriormente, volverla a dejar dónde estaba. No pasaba nada. Estaba con Turull. Era Turull. Y Turull sabía guardar un secreto.

-Pues... con mis compañeros de trabajos, hay muchas cosas que no me gustan como se hacen y casi todas tienen que ver con, bueno, el pro-profesor von Gottlieb.- Las lengua se le trababa pero luchaba por controlar sus nervios. Empezó a jugar nerviosamente con los pulgares.- No me gusta su forma de enseñar. Se basa en el miedo y la violencia, no en el respeto. Es u-u-un abuso de poder, y creo que e-e-es a-algo... deplorable.- Lo había dicho, y una vez comenzó a hablar las palabras parecieron fluir con mayor facilidad que al principio.- Tampoco me gusta mucho... el profesor Brom. No es que haga algo en especial, es la forma en la que nos mira. Como si...- El moreno se mordió el labio con nerviosismo antes de continuar.- Como si no fuéramos nada comparados con él.

A Boris comenzaban a temblarle las manos. No le gustaba hablar de esos temas ya que se exponía a meterse en camisas de once varas. Quería darle un nuevo sorbo a la infusión, pero sus manos le estaban traicionando así que, sin darse cuenta, acabó jugueteando con todos los dedos sobre su regazo mientras hablaba y evitaba mirar a Turull a la cara ya que se sentía como si fuera a confesar un pecado mortal.

-Y si debo decir algo sobre mis alumnos, pues... supongo que de lo que más me irrita es el grupo cercano a la subdirectora.- Tema tabú. Un secreto a voces. Algo que nadie debe cuestionar.- No me gusta su comportamiento ni como tratan a otros, pero no puedo rependerles como se debe porque... porque...- No fue capaz de terminar la frase, pero estaba seguro de que su acompañante sabía interpretar las palabras que se negaban a salir de su boca.- Y tampoco me gusta... que algunos alumnos se rían del gran Director. Me irritan que le falten el respeto...

Tensión. Presión en el estómago. Apretó las manos con fuerza y, sin percatarse de que sus gafas estaban a punto de caérsele, añadió casi en un susurro:

-Aunque a veces soy peor que ellos...

-Hijo mío, tener dudas no es malo, y más aun en tu caso.

-¿Mi caso?

-Has estado expuesto a lo que llamamos al "afuera". "Afuera" no comprenden lo que hay aquí dentro. Al haber estado tanto tiempo "fuera", te has adaptado demasiado a ese medio, y por tanto llegas a sentirte como un extraño estando "dentro".

Boris reflexionó unos instantes.

-¿Y eso es malo?

-No. -Sentenció Turull. -Nada de eso. Deja que te explique algo, hijo mío.

Veda se tumbó entre los cojines con la cabeza cerca de las piernas de Boris y se quedó mirando hacia el techo. De pronto, todo aquello se llenó de carpas negras que nadaron alrededor de ellos, aumentando considerablemente el número en relación a las que había antes. Pos su parte, el humo de la cachimba de Turull dibujaba hermosas ondas blancas sobre las que nadaban los peces.

-¿Por qué estás aquí? ¿Alguna vez te lo has planteado? Seguro que sí. Porque tienes "aptitudes" para estar aquí, "aptitudes que no tienen otras personas", como todos lo que estamos aquí. Todos los que estamos aquí, tanto profesores como alumnos tenemos una "marca" por la que el Gran Director nos reconoce. Todos somos potencialmente deseables para el Gran Director. Por eso los de fuera no lo entienden. Porque ellos no tienen la "marca". Esta escuela no es como las demás. Aquí tenemos un protocolo y enseñanzas muy distintos precisamente porque todos poseemos esa "marca" que venera el Gran Director. Y que tú dudes es parte de ti.

Veda interrumpió con un gesto mudo el discurso de Turull.

-¿Cómo son de negras las nubes?

La pregunta de la adolescente quedó suspendida en el aire ya que Turull se limitó a acariciar la cabeza de Veda, mientras que Boris no sabía bien qué responder. El propio discurso del dueño de aquella estancia le había descolocado aún más. O eso, o definitivamente sus constantes accidentes le habían hecho quedarse tonto.

-Lo siento, pero... no estoy muy de acuerdo con eso.- Dijo con un volumen bajo, temiendo que su acompañante se tomara mal aquella respuesta. Sin embargo, al no ver ninguna mala reacción en aquel anciano carente de visión, prosiguió con algo más de confianza.- Quiero decir que no termino de comprender. Yo... confío en el Gran Director. Él me ha dado un puesto fijo. Él me ha dado la oportunidad de enseñar aquí. Él ha confiado... en alguien como yo aunque dudo que yo tenga... bueno, eso.- Boris levantó la cabeza y miró las carpas, pero sin llegar a verlas ya que estaba buscando las palabras adecuadas... y eso era algo extraño en él.- Pero aún confiando en él, no comprendo por qué permite cosas como ese odioso club y que sigan con sus maltratos a otros respaldados por la propia subdirectora.

El moreno sintió un fuerte nudo en el estómago a la par que le temblaban las manos y le quemaban los ojos. Rabia contenida. Frustración. Algo inusual. Algo anormal.

Y cuando hablo con personas como Michael...- Estaba tan alterado que ni podía mantener las formas.- ...me doy cuenta de que tienen algo de razón. No lo entiendo. No entiendo al Gran Director y eso me crea muchas dudas. ¡Y no quiero tener dudas! ¡No puedo dudar de la existencia de alguien que me tendió la mano!

Lo había dicho y, tras ser consciente de todo lo que acababa de soltar, sintió como se sonrojaba hasta un punto enfermizo mientras bajaba la cabeza, mirándose el regazo como si allí hubiera algo de interés. Una de las carpas nadó en círculos alrededor suya, dejando una estela oscura allá por dónde pasara. Boris levantó levemente la vista y miró a Turull y a Veda a través de aquel velo negro.

-Todo parece muy turbio.

-Pastel de uva y calabaza.

Boris se quedó completamente traspuesto con aquella respuesta que parecía no pertenecer a aquella conversación.

-¿Disculpe?

-Pastel de uva y calabaza, cubierto en miel de caña, pasas y nueces caramelizadas. Está delicioso.

-S-sí. Muy rico. -Respondió Boris aún más confundido.

-¿No querrías comerte ahora mismo un buen trozo de ese suculento pastel?

La suculenta imagen del exquisito dulce apareció con fuerza entre los pensamientos de los que allí se encontraban.

-Sí. Claro... Claro que sí.

-Quítatelo de la cabeza. No vuelvas a pensar más en él. -Sentenció de manera solemne. -Tu mente se está desviando demasiado en un capricho mundano. Quítatelo de la cabeza.

A continuación hubo unos largos segundos de silencio. Aromas dulces que se antojaban a aquel pastel delicioso que tantos buenos recuerdos traía. Aunque la voz de Turull diciendo de manera tan tajante que no se pensara en él... El aroma imaginario del pastel volvía más y más fuerte. Más y más intenso. Más y más...

-Qué antojo.

El silencio se rompió sacando a Boris de su ligero trance. Ante él el chamán le esbozaba una sonrisa.

-Cualquiera diría que te mueres de ganas por comerte un pedazo de pastel de uva y calabaza.

Empujó un platito con un pedazo del pastel tabú hacia la dirección del lituano. Veda por su parte ya estaba mordisqueando el suyo cual ratita.

Boris pasó sus ojos del pastel al chaman un par de veces antes de dejar escapar una carcajada llena de tensión, nerviosismo y alegría. Una carcajada que parecías sacar todos sus males desde dentro, expulsándolos para no causarle más malestar. Hipando levemente, logró recomponerse y cogió con las manos el trozo de tarta que el chaman le había proporcionado. Sonrió con timidez.

-Gracias...- El profesor le dio un bocado al dulce y lo saboreó con deleite. Era la clase de aperitivos que más le gustaban. -Supongo que... bueno...- Titubeó levemente antes de continuar.- Digo yo que esto no saldrá de entre nosotros dos, bueno, tres...- Añadió mirando de soslayo a Veda quien comía con aparente satisfacción su porción del pastel.

-Lo que pides es más una condición que te proporcione seguridad que algo que desconozcas ya que la respuesta a esa pregunta la tienes en tu poder.

-Sí, bueno, no, quiero decir...- Otra risita nerviosa. Claro que lo sabía, y cómo siempre, Turull había dado en el clavo con él.- Aunque hay una cosa más que me gustaría preguntar. Pu-puede parecer infantil y todo eso, lo sé, pero... es que me incomoda mucho.- Boris miró al anciano a los ojos ya que, a pesar de que este careciera de la visión, estaba seguro de que el chaman era capaz de percibir cuando alguien le prestaba atención o no.- El Gran Director lo sabe todo, ¿no es así? Supongo que sabrá... lo que a veces pienso de él...- El volumen de su voz bajó, como un niño que está relatando alguna travesura y procura que sus padres no se enteren de lo que ha hecho.- Si él lo sabe... ¿no está enfadado conmigo? ¿No le he...decepcionado?

Turull no pudo menos que sonreír. No fue una risa burlona, ni tampoco una divertida. Fue una risa de confidente. Aquel tipo de sonrisa que parece esbozar un amigo cuando se le confiesa alguna trastada infantil.

-Eras de esa clase de niños que le rompían por accidente el jarrón a mamá, escondías las pruebas del delito y luego te escondías convencido que se si se enterase te iba a dejar de querer, pero sin embargo el que acababa confesando aunque nadie se hubiese dado cuenta del accidente, ¿verdad?

Se hizo un silencio tan solo roto por los carraspeos nerviosos del profesor lituano.

-De haber conseguido el odio de tus padres y que perdieran todo atisbo de amor hacia ti, estos te habrían abandonado de una u otra manera, ¿no crees? Tanto a tu persona como a tus sentimientos... todo eso es fácilmente abandonable. Aquí pasa lo mismo, hijo mío. Si tus dudas fuesen tan pesadas como para colapsar tus virtudes, pasarías a engrosar las listas de aquellos que nos abandonaron.

Veda se terminó su porción y se levantó tan silenciosa y etérea como un fantasma para irse al estanque a jugar con las carpas. Algunas de las que nadaban en el aire se quedaron a su alrededor.

-Las decepciones van y vienen. -Continuó Turull. -Y las relaciones humanas se basan en el peso de la balanza. Si la balanza se inclina al lado erróneo, las relaciones se rompen. Lo que tú tienes que contar, hijo mío, no son los errores que te arriesguen a salir de aquí, sino todos los aciertos que te permiten seguir aquí al mismo nivel que cualquiera de nosotros.

Boris meditó durante varios segundos lo que Turull acababa de decirle. Sus mirada de hundió el la infusión que reposaba en su vaso, ahora más fría que antes, pero sin ver realmente el contenido de este. Entendía bien lo que su acompañante le estaba diciendo, y aunque había logrado apaciguar gran parte de sus inquietudes, su malestar no había desaparecido por completo... Era como una pequeña y minúscula mancha en una superficie púlida y brillante y, por más que se intentara frotar, aquella dichosa mota oscura no lograba ser eliminada.El lituano concluyó que, lo más probable, es que aquella impresión nunca fuera a desaparecer...

-"O a lo mejor solo lo hará cuando deje de pensar."- Se dijo con algo de reproche a la par que le daba el útimo trago a su vaso. La infusión, a pesar de haber perdido su temperatura idónea, le dejó muy buen sabor.- Entiendo, Turull. Muchas gracias. ¡Uy!- El moreno meneó la pierna con gracia, percatándose que desde hacía un buen rato esta había dejado de molestarle.- Vaya, estoy mejor. Siento todas las molestías. Siempre acabo viniendo aquí a darte la tarde.- Boris se levantó y le dedicó una sincera sonrisa a su acompañante, importándole un bledo la ceguera de este. Él sentía como si aquel anciano fuera capaz de ver más que un lince a pesar de no tener visión.- Espero que la próxima vez que venga a verte sea por placer y no porque me vuelva a lucir con las escaleras.

Turull se despidió de Boris con parsimonia, y al instante en que el profesor salió de la estancia, se preparó otro tabaco de hierbas en su pipa de agua. Veda se encargó de seleccionar las hierbas y de encender el fuego, y durante los siguientes minutos, a observar la neblina cambiante que les rodeaba, haciendo un mar vaporoso a las carpas que aun flotaban en el aire.

La chica fantasmagórica se levantó silenciosamente de imprevisto y se dirigió hacia la puerta, seguida de aquellos peces negros nadando a su alrededor.

-¿Sales, Veda?

Ella asintió con la cabeza. Aunque Turull no pudiera verla, percibía sus gestos.

-Doy vueltas, como las carpas, y como el profesor inquieto.

-Ya veo. Necesitas aire.

Otro asentimiento.

-Tengo miedo de no dejar de estar mareada.

El hombre se rió con ternura, sin poder ni querer evitarlo.

-Si te mareas, yo te daré la mejor medicina. Tú también, confía en mí.