De boca en boca

"Ven a mi dormitorio esta tarde a las 6 de esta tarde. Estaremos solos y podremos hablar con calma."

Eso es lo que Aaron le había dicho aquella mañana. Después de los sucesos de Halloween, Stephan había acordado darle toda la información posible al prefecto de lo que pudo haber averiguado aquella noche. Pero los sucesos posteriores como lo sucedido en los baños con el profesor de Transformaciones, o la extraña tarde vivida con aquella chica de cuarto curso, le habían dejado completamente disperso.

"Tampoco es que esté muy lucido ahora."  Pensó el adolescente tocándose su cabello rosado sintiendo un escalofrío en la boca del estómago al recordar el rostro sudoroso de von Gottlieb y los turbios ojos de Malina.  

Se sacudió los pensamientos innecesarios de la cabeza y llamó a la puerta.

Justo a tiempo. Acababa de terminar de recoger sus cosas cuando oyó que al fin llamaban a la puerta. Aaron cerró su baúl y con paso decidido le dejó paso a su visitante.

-Gracias por venir, Stephan.- Le dijo el ucraniano tras cerrar la puerta tras de sí.- Siéntate dónde quieras, acabo de terminar de recoger.

El vampiro, por su parte, se acercó hasta su escritorio y se apoyó en él mientras cruzaba los brazos y sin apartar sus grises ojos de su acompañante.

-Bueno, me dijiste que tenías un sospechoso sobre lo que había ocurrido... ¿Puedes darme detalles?

-Ante todo, ya sé que está fuera de lugar que te lo diga a ti, Aaron, pero por favor, sé discretito...

Stephan se sentó en en borde de la mesa al lado de Aaron y se agachó para acabar más cerca del oído de su amigo.

-Uno de ellos ha tenido que ser Saionji, el prefecto de sexto.

Y fue como si en aquel momento una mano invisible y potente le propinara un bofetón de tal magnitud que sintió como el aire de sus pulmones se desvaneció por completo. Tras los primeros segundos de estupefacción, el ucraniano cerró los ojos y se los froto con los dedos de la mano derecha.

-¿Saijonji? ¿Tu estás seguro de eso?- Le preguntó con voz contrariada.

No es que dudara de sus palabras, pero que precisamente fuese UN PREFECTO el que hubiese ocasionado aquel desastre que posteriormente el tuvo que comerse con patatas fue el remate.

-Bueno, digamos que había dos sujetos alrededor de la ponchera que descaradamente se estaban partiendo de la risa con todo lo que estaba pasando. Ellos estaba muy cuerdos y tranquilos, ¿sabes? Uno de ellos... más bien "ella"... -Stephan recordó cómo la chica de cabello blanco se alejaba antes de que él se llegase a acercar. -... ahuecó el ala, así que me paré con el otro.

El pelirrosa descruzó las piernas para volverlas a cruzar con un deje nervioso al recordar cómo se torcieron las cosas cuando se fue a la zona privada con Saionji.

-Nos fuimos a una zona privada y ahí no llegó a desmentirlo del todo. Es que era de cajón. Los otros no se fijaron porque estaban o drogados, o bailando o liándose entre ellos. El caso es que por decirlo de alguna manera, se quedó sin máscara y ahí lo vi. Y la verdad, no pareció importarle una mierda, Aaron...

-Una mierda no me va a importar a mí partirle la cara a ese mamón.

En otras circunstancias habría evitado hablar así de mal de un compañero de la asociación, pero dicho compañero no parecía pensar igual con el resto de los que intentaban hacer las cosas bien así que, ojo por ojo, diente por diente.

-El asco de todo esto es que encima no se me ocurre cómo demostrarlo.- Exclamó el moreno mientras se mordía levemente el labio inferior con uno de sus desarrollados colmillos, dándole un aspecto amenazador.- Supongo que no hay ni que preguntar, pero tu no testificarías contra él, ¿verdad?

Stephan no reprimió una risilla ante el montón de palabras malsonantes que salieron de la boca de Aaron en ese momento. Sin embargo se volvió a centrar con aquella última frase que dijo:

-Supongo que no hay ni que preguntar, pero tú no testificarías contra él, ¿verdad?

-Lo haría. -Dijo Stephan de forma tajante. -Es muy obvio que no me quiero quedar, dicho de forma vulgar, en bragas con este tema, pero tampoco me parece justo que estemos pagando todos por las gilipolleces de dos cabrones que no saben divertirse sin joder a los demás.

-Ya, menos mal que tú si piensas un poco en el resto. No como otros...- El ucraniano terminó la frase con una especie de gruñido digno de un animal.

-Aun así, es algo que tenemos que hablar antes ya que aún así estamos en las mismas. Yo me fio de tu palabra.- Agregó el adolescente mientras se despeinaba la nuca al acariciarla con la mano.- Pero el profesorado es otra cosa. No tengo ni puñetera idea de qué podríamos presentar como prueba. Después de todo, ese Saijonji es de buena familia y las buenas familias siempre tienen los culos resguardados.

-Y qué lo digas... -Respondió el pelirrosa totalmente de acuerdo con Aaron. -Bueno... sí que es cierto que Tristan fue atacado por dos individuos, así que hay un alto índice de posibilidades de que hayan sido ellos. Podemos decirle que los describa y así ir siguiéndoles la pista antes de dar un paso más.

Stephan se reclinó cerca de Aaron. Quería transmitirle la complicidad por todo aquello.

-No me importa investigar contigo. De hecho me gustaría con tal de que se pague por lo que se ha hecho, ¿sabes?

Las palabras de Stephan le provocó una impresión bien distinta de la que el alemán quería transmitir. En vez de interpretar aquella insistencia como un deseo por que se hiciese justicia con respecto a aquel castigo, parecía una reacción ansiosa por ser algo de índole personal.

-"¿Le habrá pasado algo en la fiesta?" -Tal cual se le vino a la cabeza ese pensamiento, fue consciente de todo lo que su acompañante le acababa de explicar y sintió un pellizco de pura rabia en la boca del estómago. -"No habrá sido capaz de hacerle algo malo a Stephan..."

El ucraniano se giró hacia el muchacho con la intención de preguntarle pero en cuanto se topó con aquellos iris fríos que lo miraban con firmeza algo dentro suya desistió.

Ya se daría el momento adecuado más adelante.

-Ese Tristan es compañero tuyo, ¿no? ¿Crees que querría colaborar con nosotros?

-Tristan es muy reservado y muy tímido. La verdad, no creo que salga de él colaborar en esto...

El menor se apartó un mechón de pelo rosa que le hacía cosquillas en la mejilla, poniéndolo tras su oreja. Aaron se fijó en un pequeño lunar que adornaba su lóbulo, a la altura del pliegue.

-... pero puedo convencerle. No creo que ponga pegas en intentar hacer algo para que se dé caza a esos capullos, y más después del susto que nos... -Stephan se trabó y rectificó bien deprisa. -... se llevó el pobre.

Aaron se percató de aquel desliz que confirmaba su primera impresión de las insistencias del alemán por demostrar que el prefecto había sido el responsable de lo ocurrido en la fiesta de Halloween. Le picaba la curiosidad, y mucho. No sabía si porque le preocupaba lo que le podía haber pasado al pelirrosa o por mera ansia de conocer aquel cotilleo, pero no podía preguntar. Habría sido rudo por su parte.

-Yo tampoco creo que nos vayan a poner pegas pero tampoco podemos hacer cosas ilegales por muchas ganas que tengamos. -El moreno desvió la atención del desliz de Stephan, centrándose en el tema que debían tratar en aquel momento. -Si por mí fuera, le hacía tragar una tetera de veritaserum y lo obligaba a desembuchar delante de todo el colegio. ¿Quién crees que podría echarnos una mano? Alguien del profesorado, digo.

-Von Gottlieb y la subdirectora, ¿no? -Respondió automáticamente sin pensárselo dos veces. De hecho no tuvo la menor duda de a quién mencionar. -Después de todo, ellos en la bronca lo dejaron bien claro. Ella como subdirectora, y von Gottlieb... -Tosecilla. -... él es el jefe de nuestra sección, así que seguro que nos escucharán.

Stephan carraspeó un poco, ya que de pronto había sentido su garganta como un papel de lija. Los acelerados latidos de su corazón, su incesante acción de tragar saliva para lubricar su seca garganta y su respiración levemente agitada daban evidencia de los nervios que estaba acumulando.

Pero no había dudas en sus ojos. Su respuesta había sido contundente.

Un leve escalofrío recorrió su espalda ante la expectativa de pedirle algo a semejantes elementos del profesorado, pero debía reconocer que Stephan llevaba parte de razón. La subdirectora y el profesor de Transformaciones parecían estar echando chispas por lo ocurrido así que en principio deberían echarles un cable.

Deberían pero...

-¿Y cómo les decimos el por qué? Lo mismo se piensan que lo hacemos para joderle la paciencia a Saijonji.

-Cabe la posibilidad... -Reflexionó Stephan acariciándose los labios con el índice, usando el pulgar como base de apoyo para su barbilla. -Aunque con ese comportamiento problemático, ¿en serio nunca antes ha dado problemas?

-Pues no lo tengo muy claro, Stephan. -Aaron lo miró con cara de circunstancia. No había investigado nada sobre el otro prefecto así que no podía hablar de lo que no sabía. -Supongo que alguna cosa habrá hecho, pero todos hemos tenido algún castigo por parte de los jefes de las casas, yo incluido. -El ucraniano no pudo reprimir una breve risa al recordar el final catastrófico de un encuentro con su novia de aquel entonces boicoteado por la subdirectora. -Así que no creo que podamos tirar mucho de eso. Creo que solo tenemos dos opciones: o encontramos algo que pruebe sin tapujos que fue él y quien quiera que fuese la otra tía, o hacer que sean ellos mismos los que se delaten.

Aaron fijó sus ojos en la boca conejil de Stephan, sintiendo de improvisto un breve escalofrío. Desvió su atención a aquel flequillo recto, casi hecho con una regla.

-¿Se te ocurre quien puede ser el otro elemento de la diversión?

-La verdad es que no. He pensado que, como para hacer algo así no puede ser algo improvisado, quizás deberíamos vigilar sus relaciones. -Stephan se agarró un mechón de pelo y jugueteó con las puntas entre sus dedos. -Tiene que tener cierta confianza en sus relaciones para convertirlas en cómplices. Lo que propongo es ver si tiene alguna amiguita que encaje con el perfil... ¿cómo lo ves?

-Cojonudo, así lo veo. -Espetó el muchacho sin tapujos. Sabía que no estaba bien, pero no podía negarse a sí mismo que aquella especie de investigación policial que se estaban montado resultaba incluso divertido. -Voy a preguntar a los otros prefectos a ver qué me dicen, ¿te parece? Si doy con algún nombre, te lo hago saber y así podrías echarle tú un ojo.

Aaron dudó un par de segundos antes de volver a hablar.

-¿Seguro que todo esto está bien para ti? Es que parece que hubiese algo rancio en medio de este asunto... ¿Te ha pasado alguna cosa?

Ahí estaba la pregunta maldita. Tomó aire y confesó lo que llevaba tiempo dándole vueltas.

-No me hizo nada pero... bueno. Me agredió. Un poco. -Stephan desvió la vista azorado. -Yo también le estuve buscando las cosquillas. Y nos magreamos un poco, no te lo voy a negar. Mira, yo estaba hecho un lío. Fui a interrogarle, como iba disfrazado de oiran pensé que lo pondría blandito metiéndole mano. Pero igual me pilló, lo pillé y nos pusimos verdes.

Una risilla se escapó de los labios del chico de cabello antinatural.

-Y le toqué los huevos a base de bien, y al final me estampó contra la pared y poco más. Me apretó el pecho que pensé que me lo partía. Me dio grima el tío. Y se largó. Eso es todo.

Aaron, con los ojos perdidos en algún punto de su cama, escuchó a su acompañante con atención. El muchacho le caía bien mientras que Kyo Saijonji era tan bienvenido como una patada entre sus nalgas. Sus propios sentimientos se mezclaron con su sentido de la justicia inculcada por sus dos padres aurores, desembocando en un fuerte torrente de odio. Sin embargo, y por muchas ganas que le tuviese, no debía lanzarse a su cuello. Aún no.

-Menudo saco de mierda. -Espetó el moreno tras un fuerte resoplido. -Mira, no sé bien qué paso pero por mucho que alguien le meta mano a otra persona no es excusa para luego agredirla. Ese capullo parece que se cree con derecho a joderle la vida a los demás, seguro que porque la suya es una basura. -El ucraniano apretó las manos y luego le dedicó una sonrisa conciliadora al rubio. -Mira, ya me has dado la excusa para ponerlo en su sitio.

-No sé si sentirme halagado o asustarme de verte tan motivado con esto. -Se rió Stephan de una forma más aliviada que en todas las risillas anteriores.

Aquello que le había dicho Aaron había rebajado en cierta manera el peso con el que cargaba desde lo que pasó la noche de Halloween. Y realmente era algo que agradecía mucho.

-Aunque no me hubiese pasado nada con él, por todos los que querían disfrutar de una fiesta y acabaron malos por el egoísmo de un par de gilipollas hay que hacer algo. Para lo que necesites, si hay que hablar con alguien, si quieres que testifique o firme algo... lo que sea, vaya, pues me lo dices. Y si hay que tener el ojo echado también. Pero solo te pido una cosa...

Stephan agarró a Aaron por la muñeca con suavidad, sin presionar pero haciendo notar que le estaba pidiendo algo en serio.

-No me dejes solo con esto, por favor.

Stephan lo miraba con ojos suplicantes y brillantes. Sus facciones, vista desde aquel ángulo junto a la candidez que le otorgaba aquellas palabras y aquel sutil gesto implorante en torno a su muñeca, parecían las de un pequeño conejo asustado.

Aaron, ignorando las malas sensaciones y aquella extraña voz que a veces resonaba en su cabeza, giró la muñeca y acogió la mano de su acompañante con la suya propia. Se le hizo gracioso pensar en él como un hermano pequeño, algo que siempre quiso tener.

-Claro que no. Somos amigos, ¿recuerdas? Vamos a devolvérsela, y con intereses.

Stephan esbozó una sonrisa más segura sin apartar la vista de su amigo. Sí, su amigo.

"Estamos juntos en esto."

Posó su mano sobre la más fría de Aaron. Se le hacía extrañamente acogedor hacer eso con alguien de su edad, que estudiaba en su escuela, así que atesoró ese momento.

-Gracias Aaron. Cuando necesites cualquier cosa...

Se escucharon unas campanas fuera, señal de que se acercaba la hora de la cena. Stephan se calló un momento y se separó lentamente del prefecto.

-Voy tirando. Cualquier cosa, ya sabes, ¿sí? Si se te ocurre algo a las y tantas déjame una grulla de papel con mensaje bajo la puerta para que me despierte. -Guiñó un ojo.

-Lo mismo vale para ti. No creo que mis compañeros le echen un vistazo a eso.

Su acompañante se despidió con la mano y abandonó la estancia, dejándolo completamente solo. El ucraniano se acercó al espejo y se miró en él, analizando cada curva de su rostro. No había cambiado nada en tres años, y aunque se suponía que alguien de su edad no solía fijarse en esas cosas, él sí que lo hacía.

En su mano se recreó la sensación fantasma de la palma de Stephan contra la suya.

-"Como un hermano... Pero incluso si nos hacemos amigos, el crecerá y yo no. Él se hará mayor y yo no. Yo..." -El moreno, al ver hacia dónde se estaban desviando sus pensamientos, agitó la cabeza con fuerza y apoyó su frente en el cristal. Sentir su piel más fría que aquel vidrio le hizo sentirse extraño. -No te desvíes, Aaron. -Se dijo a sí mismo en voz alta. -Cuando pillemos a esos cabrones, ya te rayarás la cabeza, ¿vale?