THIS IS HALLOWEEN!! THIS IS HALLOWEEN!!

Vio cómo Ran se iba, susurrándole algo a Aaron antes, con su acompañante y a la vez salvavidas. Ahora estaba totalmente sola ante el peligro, precisamente lo que más había temido aquella noche. Si no fuese prefecta ni siquiera se habría tenido que presentar por allí. Y no lo habría hecho. Seguramente.

Las cosas empezaban a ponerse serias, y si no tenía cuidado Aaron la descubriría. No le quedaba más remedio que ponerse seria ella también, pero tratando de expresarse de una manera diferente a la habitual.

-Mira, yo no tengo ni idea de qué es lo que ha pasado. Esta copa -dijo levantando el recipiente para mostrárselo- me la dio precisamente la chica esa que acaba de irse. Se hace llamar Ran, o algo así. Y fue precisamente ella la que me advirtió del peligro antes de que me la terminase, y por eso llevo cargándola toda la noche. Si no me crees, se lo preguntas y ya está. Sea lo que sea lo que le echaron a las bebidas, yo no he tenido nada que ver. Además, tú también estás sobrio, y yo no te hago preguntas al respecto, ¿no?

Eveline sabía perfectamente por qué estaba sobrio, pero no todo el mundo conocía la naturaleza del ucraniano. Si hacía el papel de chica mediocre/tonta, tendría eso en cuenta. Se molestó además en darle un deje de nerviosismo y preocupación a su monólogo, para parecer un poco asustada por la situación.

-Lo único que me preocupa ahora mismo, es salir de aquí antes de que pase algo gordo.

Se encontraba tan inmerso en sus propios pensamientos que aquella voz, que le pareció salida de la nada, le produjo un sobresalto de infarto. Se giró rápidamente como si tuviera que defenderse de algo o alguien que estuviese a punto de abalanzarse sobre él. Sin embargo no encontró nada aparentemente amenazador, sólo a una chica vestida de enfermera (ordinaria para su gusto) con una bonita mata de pelo blanco que, a su parecer tras un breve pero intenso examen visual, no parecía haber perdido el juicio, a diferencia de la gran parte de los presentes en aquella fiesta.

Abrió la boca para espetar un comentario rudo que por suerte pudo reprimir a tiempo. Sería mejor evitar malas maneras entre tanto loco.

-Sí, podría decirse, algo así -dijo con las palabras cargadas de sorna. Se detuvo un segundo. No le pensaba quitar el ojo de encima-. Tú tampoco pareces andar muy bien...

Aaron entornó levemente los ojos sin apartar la vista de la chica. No parecía estar mintiendo, y tampoco parecía hacer gala de mucha inteligencia como para ocurrírsele la idea de echar váyase a saber que mierdas en las poncheras. El ucraniano se dio por vencido.

-Vale, supongo que no me queda otra que creerte. Además, como dices, yo también estoy limpio. "Pero no por lo que te piensas, chica". Eso sí, como me han dejado solo con el marrón, no sé que hacer. Quizás debería mandarlos a todos a sus camas...- El muchacho volvió a fijarse en los muslos de la chica y una sonrisa pícara se dibujó en su rostro.- ...pero, ¿qué te parece abusar cinco minutos más de lo que queda de noche?

Su mano se posó en la mesa, rozando con el dedo el de la otra chica. Lo suyo no era meter mano de buenas a primeras... aunque su acompañante lo pidiera a gritos con semejante vestido.

Zhen, por su parte, solo buscaba algo de conversación que la distrajera del punzante dolor en su ojo.

-Puedes decir abiertamente que tengo tal cabreo que reventaba a todos los que están aquí ahora mismo.- Espetó con todo el desprecio que pudo.- Venir para pasarlo bien y que te jodan la noche, estupendo.- Añadió con algo de ironía. Zhen repasó a su acompañante una vez más y le dedicó una sonrisa juguetona.- Manda a la mierda a tu novio. ¿Quieres venir conmigo a ver quien está disponible?- Al fin y al cabo, para ella siempre era más divertido "salir de caza" de dos en dos...

Aquello la puso más nerviosa de lo que podía soportar. Su cabeza le decía cada vez con más frecuencia “Va a pillarte… Va a pillarte…” Y lo último que quería era quedar como una chica cualquiera y corrientucha delante de una de las pocas personas que le caían bien en aquella escuela. Sin embargo, él parecía ser un chico bastante corriente también, y extrañamente eso no la disgustó.

Si por ella hubiese sido, jamás habría puesto un pie en esa fiesta, y no se encontraría en aquella situación tan peligrosa. Pero una vez, hace tiempo, escuchó que “cuanto más cerca del peligro, más lejos del daño”.

-Como dije antes, creo que es un poco pronto para irse todavía –contestó finalmente con una sonrisa ladeada, decidiendo finalmente que se pegaría al peligro como un Chizpurfle a una varita mágica.

Aaron sonrió con picardía, pillando al vuelo la respuesta afirmativa de la chica ante su provocación. Estaba en esa escuela para recuperar el tiempo perdido, y no iba a dejar escapar semejante oportunidad para divertirse como uno más. Posó la mano encima de la de la chica y acercó su boca a su oído, respirando con lentitud para no hacerle demasiadas cosquillas.

-¿Y qué tipos de juegos te gustan, si puedo saber?- Le dijo en voz baja, como si e estuviera confesando un secreto. Luego, armándose de un poco de valor y de su experiencia con chicas anteriores a que sufriera aquella "transformación", añadió.- No me importaría jugar al escondite donde nadie puede esconderse...

Sus labios apretados pudieron contener por poco un suspiro de exasperación. Clavó la mirada en la sútil sonrisa de aquella simpática enfermera. Las intenciones de esta eran claras como el agua y en absoluto malintencionadas, sin embargo, Heller tuvo que contener el aliento en un enorme esfuerzo por despejar su mente a rebosar de improperios e insultos sin base.

"Quién está disponible."

Estrechó los ojos e hizo una mueca. Sus palabras daban una imagen muy dispar a lo que se arremolinaba en el interior su cabeza.

-No quiero sonar aburrida, pero la verdad es que no tengo muchos ánimos... -se pasó una mano por el pelo, un gesto que resultó más torpe que grácil por un constante tembleque-. Con... Con todo este lío a una se le quitan las ganas y además... -echó un vistazo rápido a la pista de baile. Aquella visión tan repulsiva le revolvió el estómago. Pensar que podría haber estado allí...-. ...no me encuentro muy bien.

Tener a Aaron tan cerca de su cuello la puso bastante tensa. Su aliento rozando la oreja de Eveline le erizó el vello de la nuca. Por un momento un pensamiento fugaz pasó por su cabeza, preguntándose si se habría alimentado aquella noche... No, Aaron nunca sería tan irresponsable de ir a tal evento sin haber cenado en condiciones, tenía que dejar de pensar en eso.

Tragó saliva disimuladamente. No podía delatarse ahora.

Un, dos, tres. Escondite inglés.

Confidencias forzosas.

Contra todo lo que pudiera esperarse, la sonrisa de Zhen se acentuó con un deje de diversión que rozaba casi la burla, pero no añadió ningún comentario jocoso como lo hubiera hecho en otras circunstancias. Se acercó a su acompañante y le pasó el brazo por encima de los hombros, atrayéndolo hacia ella con una fuerza inhumana.

-Si no te encuentras bien, lo mejor es que te vayas a la cama como una niña buena...- Le susurró la vampiresa con lentitud mientras la guiaba sin esfuerzo. Al fin y al cabo, ella sí sabía sacarle provecho a sus habilidades como vampiro. Sus pasos eran seguros y firmes, y su acompañante parecía intentar mantener el ritmo que ella llevaba, esquivando gracilmente a las acarameladas parejas y grupos.

Antes de que se diera cuenta, Zhen había guiado a la "niña" hasta la salida, pero antes de soltarla, acercó la boca a su oído y le susurró:

-Me juego lo que sea a que eres virgen, ¿verdad?- La china disfrutaba viendo enrojecer a su acompañante.- No te metas en estos líos si no sabes ni cómo funciona una polla... Resérvate para algo mejor y... más limpio.- La morena dejó escapar una risa leve y soltó al fin a aquella extraña hada o lo que fuese de lo que iba disfrazada.- Jugar a esto antes de tiempo no deja buen sabor de boca...- Añadió con total tranquilidad sin apartar la vista de ella.

Una bofeteda de vuelta a la realidad.

Esa media verdad le escocía como quien echa sal en una herida. Había algo que le daba la razón, entre la aglomeración de ideas y emociones que bullían en sus entrañas, algo que su orgullo no quería admitir y se clavaba en él como un acero incandescente.

El calor se expandía de dentro a fuera, una mezcla entre vergüenza y frustración que le encendía la cara, los puños y le paralizaba la lengua. Heller no podía pronunciar palabra, aunque las intenciones fuesen imperiosas. Porque una vez más nadie compartía su punto de vista, nadie tenía las mismas intenciones y todo el mundo iba a lo mismo.

Con todo eso, por mucho que quisiera hacer otra cosa, sólo pudo devolverle la mirada a aquella chica durante un breve instante. Emitió un sonido ambiguo entre afirmación y un resoplido. A duras penas, dio media vuelta, dejando todo aquel ajetreo detrás e importándole poco lo que pudiese encontrarse por delante, fuese un pasillo oscuro o un profesor. Lo importante era irse de allí, sin lágrimas aunque con ojos llorosos.